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Un operario, en la zona perimetrada del antiguo HUCA en la que comenzarán los derribos.
Un operario, en la zona perimetrada del antiguo HUCA en la que comenzarán los derribos. Alberto Arce

Los últimos chatarreros del viejo HUCA campan a sus anchas: «Hay que aprovechar mientras se pueda»

Buscan hierro entre los escombros de la Residencia con la excusa de que es «para poder comer» y los vecinos reiteran su indignación

Alberto Arce y Susana Neira

Oviedo

Sábado, 19 de abril 2025

Dos chatarreros buscan piezas de hierro en las entrañas de lo que en otro tiempo fue la importante Residencia Nuestra Señora de Covadonga del viejo HUCA y que las constantes campañas de saqueos a lo largo, sobre todo, del último año han reducido a su mínima expresión estructural. Aunque dentro aún se escuchan golpes y el trasiego de personas por el interior de edificios como el de Maternidad no ha cesado, son conscientes de que muy poco queda ya para poder robar. Son dos y van equipados con poco más que un par de guantes. «Hay que aprovechar mientras se pueda», dice uno, como si tal cosa, mientras transita por una de las zonas exteriores en compañía de su compinche. «Ya no queda casi nada; buscamos algo de hierro para poder comer», sentencia. «Mientras se pueda», porque muy cerca de allí los operarios de Hercal Diggers trabajan en la zona perimetrada, alrededor de los edificios que son de titularidad regional, en la fase inicial del proyecto de derribos bajo el que sucumbirán, entre otros, el antiguo Hospital General.

Hay presencia de trabajadores y movimiento oficial, en definitiva, en el complejo; sin embargo, sigue sin servir para evitar el paso de extraños. Los vecinos admiten que desde que se ha puesto en marcha el plan de demoliciones, que ha arrancado por una primera fase inicial de limpieza y retirada de amianto, los episodios de saqueo se han reducido con respecto a varios meses atrás –cuando se producían día y noche–, pero que no han cesado del todo.

En la Residencia, firmada en 1961 por el arquitecto racionalista Fernando García Mercadal y ampliada a principios de los años noventa, una imagen de ruina que algunos comparan con la que podría tener una zona de guerra. Es complicado dar un paso sin pisar cristales y demás fragmentos de lo que antaño fueron falsos techos, cableado y demás materiales. Todo está destrozado. Este edificio, precisamente, es uno de los que son propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) y aún no existe un planteamiento claro para derribarlo.

Un cartel y una valla prohíben el paso.
La pasarela de conexión entre los edificios, desolada.
Las entrañas de la Residencia.
El 'cráter' en el edificio de Maternidad.
Todo tipo de tubos y restos de cable cuelgan del techo.
Dos chatarreros buscan piezas de hierro para venderlas.

«Solo han pasado diez años»

«Llama mucho la atención, porque su aspecto actual podría hacer pensar que esto lleva muchísimos años abandonado y sólo han pasado diez» desde el traslado de la ciudad sanitaria a La Cadellada. La reflexión es de un turista catalán que ha aprovechado su estancia en Asturias para acercarse a ver con sus propios ojos lo que ha ocurrido con el viejo HUCA de Oviedo, del que las imágenes de su interior han corrido como la pólvora a través de redes sociales por todo el territorio nacional y hasta aparece en vídeos en YouTube de aficionados a la disciplina conocida como Urbex (Exploración Urbana de lugares abandonados), tal y como ya informó EL COMERCIO. «Es muy triste; en Cataluña también hay algún edificio como este, pero nada parecido», lamenta el visitante tras recorrer durante un rato el interior del inmueble en compañía de unos amigos.

Por el suelo, todo tipo de expedientes médicos con datos de pacientes que pueden leerse a simple vista, tubos con muestras biológicas, sprays de pintura, latas de refresco y hasta la maqueta a escala que realizó en su día –tirada en la capilla– Ramón del Fresno del nuevo HUCA hace algo menos de dos décadas. El presidente de la asociación vecinal y comercial de El Cristo, Buenavista, Llamaquique y Montecerrao ha venido denunciando la situación sin descanso y sin conseguir demasiado.

Se fija en Maternidad, uno de los tres edificios donde se creará el Campus B de la Universidad –en cuyo hall puede encontrarse un enorme agujero producido por la caída desde lo alto de los contrapesos de los ascensores– y piensa en su futuro con escepticismo. «Esto es imposible de recuperar y las administraciones lo saben; si la unificación de las sedes judiciales en Llamaquique depende de que aquí se haga algo, habrá que esperar diez años en el mejor de los casos».

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