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La iglesia de San Julián de los Prados, en una vista desde su fachada trasera, donde se realizaron los revestimientos parciales a finales del año pasado. PABLO NOSTI
Oviedo

Los geólogos creen que el revocado de Santullano podría resultar «perjudicial» para las pinturas

Los expertos presentarán en un mes un informe en el que determinarán si, finalmente, la humedad del templo aflora por la condensación interior

Alberto Arce

Oviedo

Viernes, 21 de julio 2023, 00:57

La iglesia prerrománica de San Julián de los Prados no luce parcialmente revocada -dando una imagen de camaleón pétreo entre dos épocas- desde hace algo ... más de seis meses porque sí. La empresa GEA (Asesoría Geológica), a instancias de la Consejería de Cultura y del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), se encuentra estudiando el porqué de los problemas de humedades que sufre el templo y que han provocado la aparición de ese tono blanquecino sobre las pinturas murales del interior de la iglesia. Para ello, el Principado culminó a finales del año pasado el revestimiento parcial del exterior del edificio con el fin de analizar durante todo un año, a través de un complejo sistema de sensores, el comportamiento de esos diferentes morteros de cal y si, efectivamente, sirven o no para proteger el interior de la humedad y los cambios drásticos de temperatura. Ya transcurrida la mitad de ese tiempo, los geólogos se encuentran ultimando el volcado de datos obtenidos para elaborar un informe preliminar que ya indicará con un alto grado de acierto las causas y posibles soluciones de los males de Santullano. No hay una única opción. Es más, el encalado del monumento podría llegar a ser contraproducente.

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Así lo explican las fuentes consultadas del proyecto a este diario. Lo cierto es que no toda la humedad que aqueja el interior de San Julián de los Prados podrían provenir del exterior. Hay varias hipótesis. La primera es la de las sales en superficie. «Que la pérdida de policromía de las pinturas se haya dado por la aparición de sales en los muros, que no son un problema en sí mismas si no se mojan ni se mueven, y que estas hayan recibido agua de fuera hacia dentro, provocando el empuje de esas pinturas y abombes». Esto se solucionaría revocando el exterior para evitar la entrada de agua, tal y como defiende el IPCE.

No obstante, los profesionales de GEA, a falta de un análisis más detallado de los datos de humedad y temperatura recogidos por los sensores colocados tras el reciente revestimiento del edificio, no están del todo convencidos de que ese haya sido el problema. De ahí parte la segunda hipótesis. «Debemos tener presente», explican las mismas fuentes, que «esas pinturas ya han sido tratadas con anterioridad (para su restauración, en los ochenta) con resinas en superficie» y que, en ese sentido, la aparición de humedad pueda estar dándose por la «condensación dentro de la iglesia, que hace que las paredes se mojen y sufran». Algo que, unido a un constante 'babeo' de esos tratamientos previos, «las pinturas terminen con ese aspecto blanquecino». Es decir, que los problemas se originen dentro de la propia iglesia a raíz del humedecimiento de los materiales que se utilizaron hace décadas durante las distintas campañas de restauración de Santullano y no tanto por la ausencia de revestimento.

El aspecto blanquecino de las pinturas interiores se produce por el contacto de las sales que las cubren con la humedad del templo

Como en la Cámara Santa

En efecto, los expertos ya han comprobado que el reducido tamaño de Santullano, sumado a su apertura a visitas o celebraciones religiosas, así como a los cada vez más comunes cambios drásticos de temperatura entre la noche y el día en los meses fríos, suman un caldo de cultivo perfecto para la condensación. La razón, la diferencia en las condiciones de temperatura y humedad entre el interior y el exterior del templo, que chocan cuando se abre. Algo muy similar a lo que ocurría en la Cámara Santa de la Catedral antes de su última restauración por la falta de control sobre las condiciones ambientales, que influyeron en su deterioro.

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De ahí, a la idea de que el revocado de este monumento prerrománico -después de que perdiese el original con el paso de los siglos- pueda llegar a ser contraproducente. «Nosotros vamos a determinar si el agua viene de afuera, de dentro o de ambos para discriminar si el revestimiento de los muros puede ser bueno o perjudicial». ¿Por qué podría serlo? La razón, revocar un muro de piedra que lleva siglos a la vista «puede hacer que las sales que ha ido acumulando a lo largo del tiempo migren al interior», donde las condiciones ambientales seguirían sin un debido control, y vuelta a empezar.

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