«Cuando entras en la Policía Nacional, no esperas vivir situaciones como esta a los dos meses»

Pasaban de las nueve y media de la mañana del pasado lunes, 6 de marzo, cuando varios policías nacionales, que radiopatrullaban por la capital asturiana, recibieron el aviso de la sala CIMAC, del 091, alertando de que «una mujer, de mediana edad, se encontraba inconsciente en su domicilio, tras haber intentado suicidarse». En apenas dos minutos seis agentes, Jaime Fernández, Efrén Cuevas, Moisés Domínguez, José Menéndez, Marcos de Castro e Iván Alía (estos dos últimos en prácticas) se personaron en la vivienda de la calle Facetos.

Allí, en palabras de Domínguez, se encontraron «con el novio de la víctima que nos indica dónde se encuentra ella». La mujer estaba en el salón de la casa, «en estado cianótico, completamente azul, sin signos de pulso y en parada cardiorrespiratoria», junto a varios blísteres de pastillas y una carta de despedida.

Sin dudarlo «ni un instante», comenzaron con la reanimación cardiopulmonar (RCP), «relevándonos cada dos minutos». A los «cuatro o cinco minutos» de comenzar la maniobra de reanimación, «la víctima comenzó a expulsar el líquido que obstruía las vías respiratorias». Continuaron con la RCP durante veinte minutos, hasta que llegó una UVI Móvil que la trasladó al HUCA.

«En la mayoría de las ocasiones de emergencia, somos los primeros en llegar y en actuar como sanitarios, bomberos e incluso psicólogos», explica el agente José Menéndez. En el caso de la pasada semana, «tuvimos que calmar a la pareja, en estado de shock» para que les diera «la máxima información posible».

Para Iván Alía y Marcos de Castro, fue la primera intervención de este tipo desde que hace un par de meses entraron al Cuerpo, como agentes en prácticas. «Cuando entras en la Policía Nacional, no esperas vivir situaciones como esta a los dos meses«, asegura De Castro. Pero supieron cómo actuar «gracias a la rápida y profesional respuesta de quienes son más veteranos».

«Tratamos de imitar y colaborar con el resto de agentes, sin estorbar», añade Alía, para que el final de esta historia fuera feliz.

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