Pablo Antón Marín Estrada
Viernes, 15 de junio 2018, 04:41
En pocos días comienza el verano y con él los planes de fin de semana para ir habituando el cuerpo al momento de nuestro viaje de vacaciones. Y mientras llega y no un tiempo más 'soleyeru' que el vivido en las últimas semanas, les proponemos una ruta en la que no resulta necesario consultar las previsiones meteorológicas antes de emprenderla. Un itinerario a resguardo de la lluvia y otras inclemencias que nos llevará a visitar los principales santuarios del arte paleolítico de la región. Este es nuestro plan para un 'finde' sin mojarse.
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Nuestra tierra atesora uno de los conjuntos más notables del arte rupestre europeo. Su cronología se extiende desde los inicios del paleolítico superior hasta las fases finales del periodo magdaleniense y son cerca de medio centenar de yacimientos, entre cuevas y abrigos rocosos, los que se conservan en una franja del territorio asturiano acotada entre los ríos Deva y Nalón. No todos tienen el mismo valor, pero entre los más interesantes, seis de ellos están abiertos al público en la actualidad. Se trata de La Peña de Candamo, Tito Bustillo, Ardines, El Buxu, El Pindal y La Loja.
Podemos comenzar esta ruta por la más occidental de las cuevas, la de La Peña de Candamo, muy próxima a la localidad de San Román y que hoy mismo inicia su temporada de verano. Las representaciones artísticas que se pueden ver en ella pertenecen a los periodos solutrenses y magdaleniense. Las más antiguas se calcula que fueron realizadas hace unos 18.000 años. Su principal tesoro es el llamado Camarín, con las figuras pintadas de un toro y varios caballos, entre los que destaca una coloreada en ocre siena que solo es visible situándose en un punto concreto de la galería. Por su singularidad, se ha convertido en el emblema de la cueva. Todas se encuentran en el Salón de los Grabados, en cuyo muro principal se pueden contemplar más imágenes de caballos, bisontes, ciervos, rebecos, bóvidos y una figura antropomórfica.
Candamo puede ser un buen comienzo para encaminarnos a la más visitada de nuestras cuevas rupestres y una de las más importantes por el número y calidad de sus representaciones: la de Tito Bustillo, en Ribadesella. Se localizan en ella una docena de conjuntos de pinturas y grabados, con una antigüedad que iría desde los 35.000 a los 12.000 años. Por razones de conservación y de accesibilidad solo es posible visitar el Panel Principal. Cérvidos, caballos, bisontes o renos y cabras aparecen representados en esta galería, con figuras de una gran calidad técnica. Los demás conjuntos se muestran al público en el Centro de Arte Rupestre. En él se pueden admirar esos otros tesoros ocultos de la cueva, como la galería de antropomorfos, la de los grabados de caballos o el Camarín de las Vulvas. También la figura identificada con una ballena o la mano en negativo –la única conocida en Asturias–, además de los objetos de arte mobiliar hallados en la gruta: arpones, agujas de costura, espátulas o adornos.
En el mismo entorno de Tito Bustillo está la Cuevona de Ardines, atractiva para el visitante por la espectacularidad de sus galerías y su sala principal, iluminada por un lucernario, en la que se localizó un conchero. Los restos artísticos son escasos y poco visibles para el público. Si queremos ver algo más, solo tenemos que remontar el curso del Sella hasta la vega de Cangas de Onís. En Cardes, a cuatro kilómetros de la primera capital de Asturias, la cueva de El Buxu ofrece una sugestiva muestra de pinturas y grabados con imágenes de caballos, ciervos, un bisonte y figuras geométricas. Su cronología pertenece al solutrense y principios del magdaleniense. Un pequeño santuario de nuestro paleolítico que merece la pena visitar.
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Desplazándonos más al oriente y hacia la costa, en Ribadedeva, a un paso de Pimiango, podremos disfrutar de uno de los yacimientos rupestres de mayor belleza de la región en la cueva de El Buxu. La figura de un mamut con una mancha rojiza en el costado, similar a un corazón, es la más singular de un conjunto en el que se identifican bisontes, caballos, cérvidos y otras figuras. Todas de gran interés, pero seguramente ninguna impresione tanto al visitante como ver al mítico paquidermo en la pared donde fue pintado hace más de 13.000 años.
La última escala de nuestra ruta nos lleva a orillas del Deva, a Peñamellera Baja. A dos kilómetros de Panes, en El Mazo, la cueva de La Loja nos brinda la posibilidad de apreciar un grupo de grabados del periodo magdaleniense (de entre 14.000 y 15.000 años de antigüedad) en los que se representan varios bóvidos, probablemente uros, y otras figuras de animales. Fueron trazados en tonos claros sobre una capa negruzca de manganeso, por lo que pueden distinguirse bien a pesar de la altura en la que están situados. Y la imagen de esa manada aún visible en una pared de la gruta del tiempo será un buen regalo final para cerrar este viaje por la Asturias del arte paleolítico.
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