«Todo lo sufrido mereció la pena»
Destacados socialistas repasan su paso por la FSA. Cárcel, torturas y exilio, pero también avances y consolidación de libertades
Años de cárcel, torturas, exilio y clandestinidad, pero también de avances democráticos y de consolidación de las libertades. La historia de la Federación Socialista ... Asturiana (FSA), que este miércoles cumple 120 años, está marcada por momentos muy duros, pero también salpicada de grandes victorias y logros. Históricos dirigentes y destacados militantes repasan su paso por la agrupación con más solera de Asturias.
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Avelino Pérez Fernández Boal, 1932
«Me persiguieron a tiros, pero con 29 años corrí más que las balas»
Avelino Pérez Fernández puede presumir de ser el asturiano con más años de militancia en el partido, desde 1953. Trabajando desde los 14 años en la mina en condiciones infrahumanas, y mano a mano con presos políticos, se empapó casi sin darse cuenta de su ideología. «Aquello era muy duro, entrabas a la mina en alpargatas y la silicosis abrasaba», rememora. Por eso cuando en 1958 detuvieron a la dirección veterana del PSOE asturiano, en clandestinidad, no dudó en asumir responsabilidades orgánicas. Por aquella actividad fue detenido en 1960 cuando se disponía a cruzar la frontera hacia Francia para participar en cursos formativos del partido y pasó 15 meses en la cárcel. Ni la prisión ni las torturas le amilanaron para seguir luchando por un salario decente y mayor seguridad en el trabajo durante la huelga minera de 1962. Nuevamente detenido en mayo de aquel año, consiguió escapar mientras era perseguido a tiros. «Pero con 29 años corrí más que las balas», bromea. Tras semanas huido en el monte se exilió en Francia hasta la Navidad de 1975. «Nada más morir Franco me vine con mi mujer y mis hijos, sin documentación», recuerda. ¿Mereció la pena tanto sufrimiento? «La situación fue dura y yo estoy aquí para contarla, otros quedaron por el camino. Pero la realidad es que la sociedad española ha demostrado que sabe convivir sin que nadie la someta a torturas. Yo creo que sí, que todo el sufrimiento mereció la pena».
La historia le tendría reservado otro susto ya como diputado nacional el 23-F de 1981 en el Congreso. «Prefiero que me maten estos que volver a Francia», le confesó a su compañero de escaño. Porque, aunque en el país vecino descubrió la libertad y fue acogido con los brazos abiertos, «dolía mucho escucharles decir que teníamos lo que merecíamos».
Pablo García San Martín del Rey Aurelio, 1934
«Mi padre murió enfermo en las cárceles franquistas por defender la República»
Pablo García, quien fuera alcalde de Laviana tras las primeras elecciones municipales, senador y hoy presidente de honor de la FSA, además de mentor político del actual secretario general, Adrián Barbón, lleva el socialismo en las venas. Aún recuerda la huida al monte de su padre, militante socialista, una vez finalizada la contienda, su detención y su paso por penales diversos hasta que acabó falleciendo. «En 1943, al volver a mi casa, vi a una vecina llorar. '¿Por qué llora, Herminia?', le pregunté. 'Porque acaba de morir tu padre, Pablín', me contestó. Mi padre había enfermado en las cárceles franquistas por el 'delito' de defender la República», relata.
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Aquel episodio marcaría su vida y con el tiempo fue tomando contacto directo con el partido hasta el punto de que, la trastienda de su zapatería, en Barredos, se convirtió durante el franquismo en centro neurálgico del socialismo de la zona y lugar para consultar prensa y libros en clandestinidad. En 1969, se incorporó como vicesecretario al Comité Provincial de la FSA que se encargaría de reflotar el socialismo regional.
En aquella época viajaba por diferentes puntos de España para contactar con líderes del partido y también a Francia para ser enlace de dirigentes exiliados, hasta formar parte de la ejecutiva de la UGT surgida en el exilio en 1973. Ya en la Transición, en 1979, recuerda con especial cariño el día en el que se recuperó la Casa del Pueblo de Laviana, «usurpada por el franquismo» y que hoy lleva su nombre. Su paso por la FSA, reconoce, está lleno de «satisfacciones y disgustos, no todo salió bien. Pero aquí estamos». Asiste ahora al 120 aniversario de una federación que se convirtió para él en un «estímulo para ser útil a la sociedad» y que, entiende, sigue dando pasos gracias a una «militancia fiel a sus ideas» y a su capacidad para «adaptarse a los tiempos».
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María Luisa Carcedo San Martín del Rey Aurelio, 1953
«Militábamos por convicción y porque queríamos una sociedad más libre»
Corría ya 1975 cuando María Luisa Carcedo tomaba contacto con la FSA desde Juventudes Socialistas. «Aunque me siento socialista desde mucho antes. Mi padre y el entorno en el que me movía era el del socialismo en la clandestinidad», apunta la exministra de Sanidad y ahora diputada nacional. En aquellos momentos ni a ella ni a ninguno de sus compañeros se les pasaba por la cabeza aspirar a un cargo «de concejal, y mucho menos llegar a ministra. Militábamos por convicción y porque queríamos una sociedad más libre», explica. Por eso asegura que sintió «mucho orgullo» cuando representó por primera vez al partido en una candidatura y luego comenzó a ocupar diferentes cargos políticos e institucionales, hasta llegar a ministra «y tener capacidad para eliminar desigualdades». Por contra, aún recuerda la frustración que vivió tras las derrotas electorales que, según su relato, supusieron retrocesos en las libertades. «Con todo lo que cuesta avanzar, poco a poco, ver que un real decreto te lleva de un plumazo el trabajo de tantos años es muy doloroso», comenta. Para Carcedo, el secreto de la solera de la FSA está en que, «aunque los valores del socialismo permanecen en el tiempo, la federación evoluciona con la sociedad», pero también en que la sociedad asturiana «comparte y tiene muy arraigados los valores que tenemos los socialistas, como son la solidaridad, la justicia social y el sentido de la libertad».
Adolfo Fernández León, 1943
«La FSAestá muy viva tras la renovación y muy fuerte por los cimientos del pasado»
Aunque Adolfo Fernández Pérez milita desde principios de los años ochenta en León por sus orígenes, lleva décadas vinculado a la FSA a través de la Fundación Barreiro, que dirige desde 2017, y con la que entró en contacto por su profesión de historiador. Buen conocedor de todo el camino vivido por esta federación hasta llegar a los tiempos actuales, asegura que la ve «muy viva» y reforzada tras la renovación generacional de los últimos años. Pero también «fuerte» gracias a los cimientos fijados en el «pasado histórico y también el más reciente de la organización, que también es historia». «Se ve en la manera de afrontar los problemas económicos e incluso sanitarios, donde tiene mucho que ver en los éxitos obtenidos en el control de la pandemia la adecuada actuación del Gobierno de Adrián Barbón, pero también el impulso que Asturias recibió desde el punto de vista sanitario por parte de los anteriores gobiernos socialistas».
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