Menores sicarios: el asesinato como ascensor social
Fenómeno emergente ·
Europa estudia con inquietud el aumento de adolescentes reclutados y utilizados por el crimen organizado para cometer ajustes de cuentas y aprovecharse de la laxitud de la legislaciónViven en guetos en barrios suburbiales de ciudades de los países nórdicos. Sus referentes no son los que se pueden imaginar en un adolescente. Siguen ... a capos y a grandes criminales que disfrutan de una vida de lujo y del dinero sucio. Sin esfuerzo y sin pisar una universidad, aunque jugándose el pellejo en cada esquina. Su meta es llegar a ser uno de ellos. Y sólo ven el asesinato como un forma de ascensor social en el único mundo que conocen desde niños.
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Europa mira con preocupación el fenómeno emergente de los menores sicarios, que se ha convertido en una auténtica 'ola' dentro del continente. Responsables policiales reconocen su incapacidad para frenar esta moda que, advierten, ha venido para quedarse salvo que se lleven a cabo reformas legislativas «profundas y disuasorias» que permitan ponerle freno a este situación. El motivo es bien simple: «El crimen organizado -argumenta un investigador- se está aprovechando de la laxitud de la ley del menor para cometer sus ajustes de cuentas».
El asunto ha adquirido tal dimensión que en los últimos meses se han celebrado reuniones de coordinación entre Europol -organismo de cooperación policial- y Eurojust -para la judicatura- con el objetivo de intercambiar información e impulsar los cambios necesarios para combatir esta tendencia, que se detectó por primera vez hace cuatro años, pero que en los dos últimos ejercicios se ha multiplicado de manera exponencial. Empezó en Suecia, y de allí se ha ido irradiando a los países más próximos.
Hace justamente un año, la localidad malagueña de Fuengirola fue escenario del primer asesinato consumado en España presuntamente por un menor sicario. Un joven holandés fue acribillado a balazos con un fusil de asalto -como el que se utiliza en el Ejército norteamericano- cuando trataba de escapar de un club de cannabis. El presunto autor fue detenido el pasado verano. Resultó ser un adolescente belga de 17 años.
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Lejos de ser un caso aislado, la Policía Nacional ha detenido al menos a dos menores más en los últimos meses que han sido interceptados en la Costa del Sol horas antes de perpetrar el crimen que les había sido encomendado. Y en la zona del Levante se desmanteló un clan familiar en el que un padre y su hijo -también en edad adolescente- actuaban supuestamente como 'brokers' del crimen organizado: recibían un encargo de una banda y buscaban al mejor candidato disponible para cometer el asesinato.
20.000 euros
cobran, según estiman fuentes policiales, los sicarios menores frente a los 60.000 que las mafias deberían desembolsar a un profesional.
Un agente especializado en la materia resume la situación: «En España, un menor de 17 años podría ser condenado como máximo a nueve años de internamiento por un homicidio agravado, lo que significa que, en el peor de los casos, va a pasar entre cinco y seis privado de libertad. Si cumple los 18, la diferencia [de reclusión] son 15 años. Y en una cárcel, que no es equiparable a un centro de menores».
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Esta es la razón por la que el crimen organizado ha puesto sus ojos en los adolescentes. Son más influenciables, los encargos resultan más baratos y además tendrán menos castigo si la Policía les pilla. Y ellos también lo saben. Tanto, que incluso llegan a ofrecerse a las mafias cuando les quedan meses para alcanzar la mayoría de edad. «Quieren cometer su asesinato antes de cumplir los 18 años porque consideran que es su última oportunidad de escalar posiciones en la estructura y convertirse en criminales de renombre», comenta otro agente especializado en el seguimiento a bandas criminales. Pero algunos empiezan mucho antes. De hecho, ha habido casos tan precoces que, con la legislación española, ni siquiera serían imputables porque tenían menos de 14 años.
Sin embargo, detrás de esa esperanza de ascensor social hay un engaño. «No van a subir en la organización, en ningún caso va a ser así. Los van a utilizar y luego los van a abandonar por completo, sobre todo si fallan en su objetivo o si llegamos a detenerlos», añade el agente, quien asegura que, si el encargo no sale bien, «el menor y su familia van a recibir presiones y hasta amenazas de muerte para que devuelvan el dinero que han invertido en él para viajar y cometer el asesinato; en ocasiones llegan, incluso, a ponerles bombas o a lanzar granadas contra su domicilio».
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Armas de guerra
En los países nórdicos el narcoterrorismo está causando estragos y los ajustes de cuentas se suceden prácticamente a diario. Hay armas de guerra en circulación, muchas de las cuales salen al mercado negro procedentes de conflictos bélicos, principalmente subfusiles, granadas y explosivos. Para eliminar a un único objetivo, han llegado a matar a varias personas ajenas al conflicto en una ráfaga de Kalashnikov o con una bomba.
Esta tendencia empezó en Suecia, y de allí se ha ido irradiando a los países más próximos en los últimos años
Según la Inteligencia policial, los menores sicarios son reclutados en aplicaciones de mensajería instantánea sin que nadie llegue a contactar físicamente con ellos. La más frecuente es Telegram, donde utilizan canales cerrados a los que solamente se puede acceder con invitación. Ahí, el 'broker' (intermediario) o un miembro de la organización ofrece un trabajo e inicia las conversaciones en privado con los candidatos para seleccionar al más idóneo.
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En los chats descubiertos por la policía no figuran nombres. Sólo aparecen nicks (apodos) escogidos en el mundo de la mafia -de la realidad o la ficción- para enmascarar la verdadera identidad. Scarface (Al Capone), El Padrino (Vito Corleone) o Pablo Escobar son sólo algunos de los pseudónimos que se han encontrado los agentes en sus investigaciones.
Los menores sicarios son reclutados en aplicaciones de mensajería instantánea sin que nadie contacte físicamente con ellos
En esas conversaciones, los menores reciben todos los detalles del encargo: los billetes de avión hasta la ciudad donde llevarán a cabo el asesinato, los lugares en los que se alojarán durante su estancia en el país, fotografías del objetivo… También les proporcionarán el arma y el medio de huida, por lo general una bicicleta o un simple patinete. Y el precio: alrededor de 20.000 euros -según estiman fuentes policiales- frente a los 60.000 euros que las mafias deberían desembolsar a un sicario profesional.
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Para la mayoría de estos adolescentes, se trata de su primer delito grave. Ni siquiera están duchos en el manejo de las armas. De ahí que algunos sw los atentados que han perpetradado hayan acabado con varios muertos o con el objetivo equivocado.
Un agente recuerda un ajuste de cuentas llevado a cabo en Suecia donde los encargados del caso irrumpieron en un gimnasio y acabaron matando a un inocente. Y eso es lo que se sospecha que pudo ocurrir hace un año en Fuengirola. Los investigadores interceptaron una conversación entre dos hombres sobre un ajuste de cuentas en Amsterdam (Holanda). Al hacerle el encargo, el organizador supuestamente le dijo a su interlocutor: «No cometas el mismo error que en España».
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