Byung-Chul Han: «Tengo la esperanza de que colapse el sistema neoliberal y además va a pasar pronto»
Alertó de los múltiples peligros que asolan a la democracia por la pérdida del respeto, el orden, los símbolos, los ideales y los modelos
Confesó Byung-Chul Han nada más iniciar este mediodía en Oviedo su encuentro con los periodistas que no le gustan las ruedas de prensa. De hecho, la que le sirvió para agradecer el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades era la primera que daba en su vida. Y se estrenó por la puerta grande: una hora y diez minutos y cuatro o cinco docenas mínimo de titulares posibles, todos ellos conducentes a dibujar un hoy de confusión y crisis del neoliberalismo, de pérdida del respeto, de los ideales, del orden vertical, de los modelos que alientan una sociedad mejor. Y un titular final demoledor: «El capitalismo es productivo pero no reproductivo, no se regenera a sí mismo, tenemos que inventar una forma de economía que se pueda regenerar a sí misma, lo que ahora hace es destrozar su propio fundamento. Ahí está mi esperanza, tengo la esperanza de que colapse el sistema y además va a pasar pronto».
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Claro que antes de llegar a ese final había que explicar por qué. Acaba de entregar a la imprenta un libro que lleva por título 'Sin respeto, una crisis social', y en él alerta de uno de los grandes temores que le acechan a él y deberían acecharnos a todos. «Vivimos en un universo en el que no nos respetamos mutuamente, nos mostramos agresivos unos contra los otros, si alguien defiende una opinión distinta, lo declaramos enemigo, sentimos odio y resentimiento hacia el otro, y el respeto es el pegamento de la sociedad y si no lo tenemos la democracia está en peligro», reflexionó.
Hay otro fenómeno que igualmente le ocupa y le preocupa: la adicción al consumo, al trabajo, a la información, a las redes sociales... «Pensamos que somos libres pero caemos de una adicción a otra, de una dependencia a otra». Esta temática es objeto de otro libro que cerrará la serie sobre la sociedad que abrió con 'La sociedad del cansancio'.
Hay más asuntos patológicos de nuestras sociedades sobre los que reflexiona mientras toca el piano y cuida de su jardín a las afueras de Berlín con todas las especies de hortensias presentes. Si hay uno que le inquieta profundamente y le tortura es la crisis del liberalismo occidental, la democracia liberal. «El liberalismo es algo bueno de entrada, pero su debilidad consiste en que no es capaz de generar aquellos contenidos que por sí mismos que permitan llenar los vacíos que tiene en general», señala. Esos vacíos son la falta de símbolos: «Una libertad sin significado es algo arbitrario». Anota que no «hay valores ni objetivos nobles» y eso no es buena cosa. «Nuestra sociedad ha perdido valores e ideales y por lo tanto no tiene objetivos, estamos desorientados como sociedad». Eso significa que estamos entrando en una fase sin sentido: «Y democracia y sin sentido son conceptos excluyentes». Nos lleva esto a territorios conocidos: a la autocracia y los populismos. «En cualquier lugar del mundo los autócratas alcanzan el poder y eso es algo que tiene que ver con la ausencia de valores y la desorientación. Y esa tendencia se va acentuar y tiene que ver con las redes sociales y el consumo, que no nos dan nada a lo que agarrarnos». Vivimos entre estímulos fugaces, en nuestra propia burbuja y sin generar comunidad. «La democracia sin comunidad colapsa, necesita un discurso, una narración y no podemos tener un discurso si declaramos al otro nuestro enemigo».
Cada uno vive en su propia cámara cerrada sin los hábitos de comunidad, respeto y confianza que son fundamentales, lo que conduce a que incluso las elecciones sean un ritual vacío. Mientras hay bienestar material, todo esto puede funcionar, pero cuando las desigualdades crecen, como es el caso, «el liberalismo entra en una grave crisis». Hay muchos perdedores víctimas del neoliberalismo, hay resentimiento y eso es desestabilización social. La injusticia económica también conduce al colapso de la democracia.
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Advierte el pensador alemán de origen coreano de cómo la digitalización nos está reeducando y nos está haciendo perder los rituales que sustentan el alma. No hay modelos, no hay sustento ni orientación. El orden vertical que propicia ejemplos a seguir da paso una sociedad de la información sin estructura, sin arquitectura. No hay jerarquía y ni autoridad. «Hemos renunciado a un ordenamiento jerarquizado por otro que promete más libertad pero es una ilusión, cada sociedad necesita en cierta medida objetivos, ideales, modelos, algo que emular, ya no los hay, hay influencers que venden productos», señala. Y el lugar al que conducen en el mismo: «El desconcierto hace que la gente acabe en manos de autócratas y populistas».
Dicho todo esto, y sin olvidar que somos una sociedad que no tolera el dolor, que ha perdido el gusto por utilizar las manos y eso es perder también la capacidad de pensar, y buscando la respuesta a la pregunta del millón sobre qué podemos hacer ahora, su conclusión es esta: «El neoliberalismo hace que el ser humano se convierta en ganado, y la diferencia entre el trabajador y el ganado es que este último no hace la revolución por mucho que lo oprimas. El ganado está estabulado, allí encuentra alimento, bienes de consumo, información, comunicación, nos acomodamos y no nos vamos a revelar. ¿Cómo podemos poner en tela de juicio al sistema? Mi única esperanza es que el sistema que tiene ya sus grietas se acabe destruyendo, que el capitalismo acabe destruyendo su propio fundamento».
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