Un arranque a la altura de los objetivos
Hay que remontarse a la temporada 91-92 para encontrar un inicio de Liga que supere el del Oviedo de Jon Pérez Bolo
No se ha cumplido ni siquiera el primer mes de competición y solo se han jugado tres jornadas de liga. Sin embargo, si es cierta ... la máxima de que desde la tranquilidad que da ganar se puede construir más y mejor, el Real Oviedo de Jon Pérez Bolo ha cogido esa senda a la hora de dar forma a su equipo.
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Casi sin hacer ruido, y con una pretemporada y un inicio marcados por las lesiones de hombres clave, el conjunto carbayón ha logrado firmar el mejor arranque en el fútbol profesional del último cuarto de siglo. Hay que remontarse a la temporada 1996-1997 para encontrar un debut liguero igual de positivo que el que han amarrado ya los azules en esta campaña. Entonces también se logró mantener en el casillero oviedista seis de los nueve puntos posibles, aunque en aquella ocasión el Real Oviedo de Lillo competía en Primera División. Los oviedistas se estrenaron con el mismo mal pie que los de Bolo: en casa y con derrota, 2-4 ante el Barça.
Tras ese varapalo, más previsible que el pinchazo ante el Andorra, los azules vencieron en Valladolid por la mínima y ganaron en el viejo Tartiere al Athletic con goles de Oli y Paulo Bento. Lillo igualaba el arranque de la temporada anterior con esa derrota y las dos victorias posteriores y, aunque empezar perdiendo le impidió mejorar el del Oviedo que jugó la UEFA (1991-1992), en lacuarta jornada acabó lográndolo. Su Oviedo ganó 0-2 al Extremadura, pero luego se desinfló ante Madrid y Celta y se alejó de los registros de la campaña anterior y de la tan laureada temporada de competición europea.
Es a esa campaña, en 1991, a la que hay que remontarse para encontrar un inicio liguero mejor que el firmado por Bolo. La diferencia entre el conjunto entrenado por Javier Irureta y el que dirige ahora el vizcaíno, fue de un punto: el que cosechó el primero7 en su debut ante el Mallorca, partido que acabó en tablas y sin goles en el Carlos Tartiere. Un escenario que puede resultar familiar al de esta campaña, pero que impidió el gol en el añadido del Andorra en un partido llamado a quedar en tablas.
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Todo ello a pesar de que el escenario no ha sido fácil ya desde antes de empezar la competición. Con la llegada de Jon Pérez Bolo y su equipo de trabajo -formado por otras tres caras nuevas- se puso la primera piedra de una transición no siempre sencilla. Solo Sergio Segura, preparador de porteros, repetía en el cuerpo técnico tras casi tres años sin cambios. En plantilla quedaban quince jugadores de la campaña anterior, pero la renovación de Borja Sánchez se hizo esperar más de lo deseado, la baja de Jirka no pudo cerrarse hasta pocos días antes del inicio liguero y entonces comenzaron a sucederse las lesiones. Entre todos esos cambios fueron sucediéndose la llegada de refuerzos: hasta nueve y con el último de ellos, aterrizando en Oviedo solo unas horas antes del partido ante el Racing.
Dentro de esa marea de variables, ha intentado trabajar su estilo de juego un Jon Pérez Bolo que en fase ofensiva dista bastante del conjunto que había diseñado Cuco Ziganda desde su llegada, allá por 2020.
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El vizcaíno dio sus primeras pinceladas sin uno de los que estaban llamados a ser fijo en el once, David Costas. En cualquier otro escenario, perder al defensa que más minutos había disputado la campaña anterior habría sido un rompecabezas difícil de solucionar. Sin embargo, la pareja formada por Tarín y Dani Calvo ha hecho olvidar un problema que el conjunto azul arrastra desde la primera semana de pretemporada. Cuando ese handicap parecía solucionarse -llegó también Oier Luengo para repartir carga de minutos-, la pretemporada en sus últimos coletazos dejó dos damnificados más, también en defensa: primero Miguelón, que se lesionó en el último amistoso, y luego Pomares, con problemas físicos que le impidieron estar ya en la primera convocatoria de la temporada. De un plumazo, Bolo se quedaba sin dos de sus fichajes para una posición clave en su dibujo: los laterales.
Esa mala suerte, si es que se puede llamar así, se extendió solo unos días después al centro del campo azul: tras haber disputado un único partido de liga, cayeron Luismi y Viti. Borja Sánchez y Sergi Enrich volvieron a tener minutos en la victoria cosechada ante el Racing, pero ninguno pudo ayudar al equipo en el triunfo ante el Leganés. El primero por un golpe, y el segundo por sanción, también se cayeron de un esquema en el que debían tener peso desde un principio dado el esfuerzo que ha hecho el club para afianzarlos en su proyecto.
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Dos días de descanso como premio para la plantilla carbayona
Tras la victoria en El Sardinero, el primer equipo carbayón tendrá dos días de descanso. Al disfrutado durante la jornada de hoy se sumará uno más, el del martes, en una semana especialmente larga al jugarse la próxima jornada de lunes. Los oviedistas reciben al Levante dentro de siete días, por lo que a pesar de la doble jornada de descanso, tendrán aún por delante cinco sesiones de trabajo para preparar el choque ante uno de los llamados a liderar la categoría. El conjunto granota, recién desdecendido de Primera División, tiene en sus filas además a dos ex oviedistas que dejaron el club -en diferentes circunstancias- este mismo verano: Joan Femenías y Joni Montiel. El primero, tras no llegar a un acuerdo para renovar, y el segundo después de tener prácticamente cerrada una nueva cesión en la capital asturiana. Decisión que, en última instancia, tumbó el club al que pertenece el madrileño, el Ra yo Vallecano. Mientras que el portero todavía no ha debutado, por lo que parece complicado que pueda enfrentarse el lunes a su ex compañero y amigo Tomeu Nadal, el centrocampista ya se ha hecho un hueco en el esquema de Nafti. El conjunto valencianista tiene por delante una semana más larga aún tras haber estrenado su casillero de victorias el pasado sábado ante el Tenerife.
Bolo respondió con soluciones -el debut de Bretones, o la apuesta por Marcelo como pareja de Bastón- a los problemas, y el equipo ha ido ganando tiempo y puntos desde entonces. En total ya son 20 los futbolistas utilizados por el técnico azul en solo tres partidos. Braat es el único efectivo del primer equipo que aún no ha tenido minutos por decisión técnica; los otros tres son los lesionados Costas, Miguelón y Pomares. Aunque Bolo es un entrenador acostumbrado a exprimir a sus plantillas -ya lo advirtió a su llegada, al matizar que para él no hay titulares y reservas-, en su aventura en la capital del Principado ha tenido que aplicar esa filosofía casi desde el principio y muchas veces por causa de fuerza mayor.
El último en sumarse a esa lista fue también el último en llegar: Koba Koindredi. El francés tomó la alternativa en El Sardinero después de tan solo dos sesiones de trabajo con el grupo, y también en su caso, por el convencimiento manifiesto de su nuevo entrenador de cambiar lo que no funciona. En este caso, la manija de la medular ante el Racing. «Nos estaban superando, y las soluciones se buscan independientemente del minuto que sea. Hay mucho mejorar, porque hay momentos en los que nos equivocamos: el equipo defiende bien su área pero, como el resto de equipos, estamos en construcción, y nos sigue faltando fluidez con balón, sobre todo en ataque», aseveró tras el choque un Bolo cuyo equipo en construcción suma desde el punto de penalti, pero lo hace ya de tres en tres.
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