Chalecos, monteras y collares reconquistan Les Piragües
Colorido. Tritones, Selleros, Botijos, turistas, autoridades... y hasta la Santina: la fiesta se expandió por toda Arriondas al paso del multitudinario desfile
P. A. MARÍN ESTRADA
Domingo, 6 de agosto 2023, 01:28
Una multitudinaria riada humana rebosante de color y de ganas de pasárselo bien desbordó ayer el centro de Arriondas con el tradicional desfile previo a la salida de la prueba deportiva, que siguiendo la tendencia de ediciones anteriores volvía a recuperar y con mayor brío, el carácter cien por cien festivo, popular e intergeneracional que lo definía en sus orígenes. Encarnación del espíritu 'piragüeru' más genuino, la gran cabalgata parraguesa se llenaba de nuevo de chalecos, collares de papel Y monteras piconas para reconquistar su lugar en la mayor celebración festiva de Asturias.
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La comitiva arrancaba pasadas las 10 de la mañana, tras la llegada en tren de la expedición piloñesa de los Tritones, auténtica Guardia de Corps del buen rollo en el Sella, que lideraba la marcha con sus míticos tridentes en alto al mando de su capitán Kevi Menéndez. El recorrido por el centro de la villa, les serviría un año más como precalentamiento para su imprescindible misión final bajo el puente, despejando el río de posibles elementos extradeportivos y aprovechando de paso para darse un buen chapuzón, que en una mañana tan calurosa como la de ayer, muchos envidiaban.
Fieles a su cita, igualmente, otros clásicos del desfile, Los Botijos de Cangas de Onís, rendían homenaje a su recordado fundador y animador durante décadas, Pedro Fuente Olmo, el gran Mole, cuya imagen, ataviado con montera, chaleco y collar, encabezaba la carroza de su peña. Muy cerca, los Selleros de Arriondas se hacían notar como el grupo más numeroso en un desfile en el que vivía sus primeras Piragües la socia más joven, Carlota, que con apenas un año no quiso perdérselo, acompañada de sus padres.
Del otro lado del Sella, la peña Entaína Ribeseya, volvían a poner ritmo y juerga con su charanga y los tambores de su batucada, haciendo bailar a los mismísmos gigantes de Telva y Pinón, dos fijos del grupo riosellano, a los que se sumó su sobrino Pinín, como revoltoso cabezudo. Y de aguas arriba, las del Piloña, repetía participación El Roblón de Coya, reivindicando orgullosos en su pancarta su condición de 'Cuna del piragüismo asturiano'. Más apegados al presente, Los Rabiones de Siero, exponían en sus carteles su felicidad por la recuperación de la esencia festiva con un rotundo '¡Viva el vermú de les Piragües!'. Mientras, otra de las comitivas incorporadas en los últimos años, la de las gentes de Ponga, aprovechaban para hacer justa publicidad de las bellezas de su concejo.
Por el medio, el rey Carlos de Inglaterra se cruzaba imperturbable con los Reyes de Asturias y éstos no dudaban en acercarse a saludar al presidente Barbón en una tribuna, donde faltó Revilla, pero no la folixa contagiada por el ambiente en las calles. Se calcula que alrededor de 300.000 personas disfrutaron de una colorida y multitudinaria edición del Descenso del Sella.
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