El Tren Fluvial, una gran romería sobre raíles
Mirador. «¡Jandro, Jandro!», animaba desde la ventanilla Bárbara Álvarez a Alejandro Piélagos, que volvió a bajar el Sella después de 23 años
MARINA G. VALLÍN
Domingo, 6 de agosto 2023, 01:28
Hay un dicho popular que ayer a mediodía se pudo escuchar en la salida de Arriondas. «No hay un ríu más guapu ni en los cielos ni en la tierra, ni nada que pueda igualase al gran Descensu del Sella». Tenía cierta gracia, ya que también pareció ser un pitido de salida para los espectadores tras el cañonazo inicial. De un segundo a otro muchos tuvieron que echar a correr para no perder el tren que acompaña a las piraguas hacia Ribadesella.
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Tras el carrerón, más de uno agradecía el bollu de chorizu y la cerveza que se ofrecía a todos los pasajeros. «Menos mal, anda, yo en un día como hoy no puedo tar más de media hora sin beber», bromeaba Pablo Vallina. Álvaro García-Zaragoza, natural de Cádiz y de padre riosellano, no se pierde Les Piragües «ni un solo año» y esta vez se trajo a la familia al completo. «Quería celebrarlo de una forma más especial», contaba, porque era la primera vez que su hija pequeña se sumaba a la fiesta. «Hemos bajado el Sella por diversión, en competición.. Nos encanta Asturias y sobre todo esta fiesta», concluía.
Todo el que conoce el Sella quiere que los demás lo hagan también. Como una gijonesa que se sentaba junto a sus dos amigos mallorquines, Miquel Mogullosa y Javier Llui, que era la primera vez que venían al Descenso y, como bien decían, «no defrauda». Marta Germán y Javier Domenech, de Ciudad Real, querían «huir un poco del calor que está haciendo en el sur y en el centro». Además este año tenían en mente visitar Asturias, con tanta suerte que les coincidió con esta gran romería sobre raíles. «El peque lo está disfrutando el que más, se lo está pasando muy bien», comentaba Javier sobre uno de sus dos hijos.
De la Asociación de Festejos los Cuquiellos de Santa Marina, en Pola de Siero, venían unos cuantos amigos. «Es todo, el ambiente, el tren, cómo es el tren, yo lo veo barato y todo», comentaban entre risas Cristina Álvarez y Águeda Pedregal.
Desde Londres, aunque con raíces españolas, Antai León, junto con su hermana Iyari León y su amigo Sean Beltrán, disfrutaban de su primer Descenso. «El ambiente anoche muy guay y el tren es muy cómodo para poder verlo bien, sobre todo si es la primera vez y no sabes muy bien cómo va esto del Sella», opinaba Antai.
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En un pequeño rincón del convoy se vivía la emoción más que en ningún otro. «¡Jandro, Jandro!», retumbaba el vagón. «Después de 23 años se ha vuelto a animar a bajar con su compañero en K2 y estamos muy ilusionados», contaba entre grito y grito de ánimo Bárbara Álvarez, mujer de Alejandro Piélagos, que participaba en el descenso con el dorsal 52.
Sí bien es cierto que algún pasajero que se esperaba mejores vistas: «Esto se disfruta de una manera especial y nos lo están frustrando. Pagar lo que hemos pagado para no ver nada...», comentaba disgustado Emilio Pérez al principio del trayecto. Pero poco después el tren se paró durante unos diez minutos en un punto en el que las vistas hacia el río y la carrera quedaban completamente despejadas. Y es que, según dicen los que saben, después de la piragua, el mejos sitio en el que vivir el Descenso está en los vagones del tren fluvial que recorre el Sella.
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