«Se abre una nueva vía para entender el Universo»

Los físicos asturianos Miguel Ángel Ramos Osorio, Enrique Fernández y Luigi Toffolatti, ilusionados con la detección de las ondas gravitacionales

LUCÍA RAMOS

Sábado, 13 de febrero 2016, 00:48

Un acontecimiento equiparable a la introducción del telescopio en la astronomía. Así se refirió ayer, en conversación con EL COMERCIO, el astrofísico y profesor en la Universidad de Oviedo Luigi Toffolatti a la detección de ondas gravitacionales por parte de la colaboración científica LIGO el 14 de septiembre de 2015, hecha pública el jueves. Se trata, agregó su colega, el profesor de Física Teórica de la Universidad de Oviedo Miguel Ángel Ramos Osorio, «de la apertura de una nueva vía para entender el Universo».

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Si hasta el momento podíamos conocer el cosmos mediante la recepción de señales electromagnéticas, se abre ahora ante los investigadores todo un campo de posibilidades. Se podría decir, señalaron varios expertos el mismo día de la presentación de los resultados, que antes 'veíamos' una parte del universo y gracias a las ondas gravitacionales será posible 'oír' los ecos de acontecimientos ocurridos a miles de millones de años luz de nuestra galaxia. «Vamos a poder conocer el Universo más violento. Aquel en el que entran en juego grandes masas y aceleraciones muy elevadas», explicó Toffolatti, e indicó que, en un futuro y tras más investigaciones, «podrían incluso detectarse ondas procedentes del universo primigenio», lo que conllevaría un mayor y más exhaustivo conocimiento acerca de su origen.

«Ahora tiene mucho más sentido y base que se terminen otros proyectos similares puestos en marcha en otros puntos del planeta, como el VIRGO de Italia o el que están construyendo en Japón, pues cabe esperar que se sucedan más detecciones como esta», señaló Osorio, quien reconoció sentirse sorprendido ante la rapidez con la que los investigadores detectaron estas ondas. «Eso puede significar dos cosas: que tuvieron mucha suerte, o que el fenómeno de dos agujeros negros que se unen provocando esas distorsiones en el tejido del espacio-tiempo es más frecuente de lo que creíamos», agregó. Porque este tipo de ondas, al igual que sucede con las que se producen a veces en la superficie de un estanque, sólo pasan una vez. Es esta una comparación que no termina de convencer a los científicos, pues nada tiene que ver la superficie del agua con el tejido espacio-tiempo, pero permite hacerse una idea del fenómeno. «En realidad, estas ondas gravitacionales serían más semejantes a una cresta que avanza en solitario, como la aleta dorsal de un tiburón, pero en todas direcciones», describió Osorio. Estas crestas, añadió Toffolatti, provocan que las distancias existentes entre dos objetos se estiren y se contraigan, que es precisamente lo que registraron los dos interferómetros que el LIGO tiene en los estados de Luisiana y Washington.

Nada de viajes en el tiempo

Para el maliayo Enrique Fernández, catedrático de Física de Partículas de la Universidad Autónoma de Barcelona, la nueva ventana de la que todos hablan es sólo la consecuencia más inmediata, junto con «la constatación, una vez más, de que la Teoría de la Relatividad General que Einstein formuló hace un siglo sigue siendo válida». En un futuro, aseguró Fernández, se descubrirán nuevas aplicaciones para este fenómeno. «La mayoría de la gente no es consciente, por ejemplo, de que ya se están utilizando aspectos de la teoría de Einstein en nuestro día a día, como es el hecho de que el tiempo, como el espacio, se puede dilatar o contraer en función del sistema de referencia. Es decir, si tuviésemos dos gemelos, uno viviendo en la Tierra y otro en una órbita a 500 kilómetros de la misma, al cabo de ciertos años sus edades serían ligeramente diferentes», explica, e indica que estas minúsculas variaciones son las que permiten que nuestros sistemas GPS funcionen de forma correcta.

Todos ellos fueron unánimes al echar por tierra el sueño de más de un aficionado a la ciencia ficción que quizás se hizo ilusiones, tras conocer la noticia, con la posibilidad de viajes en el tiempo o naves capaces de desplazarse a la velocidad de la luz. Que las ondas gravitacionales puedan deformar el tejido espacio-tiempo «no tiene nada que ver» con estos viajes de película, aseguraron. «La velocidad de la luz es un límite insuperable en lo que se refiere a transmisión de señales, información y cuerpos», señaló Toffolatti.

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Sólo queda esperar y ver qué otras cosas nos cuentan las ondas gravitacionales acerca del Universo y de su historia.

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