«Editar genes no es ciencia ficción ni es el futuro, es el presente»
El Congreso Mundial de Bioética comenzó su duodécima edición dedicada a los aspectos morales y jurídicos de la modificación genética
Todavía recordaba ayer Marcelo Palacios, el presidente de honor del Comité Científico de la Sociedad Internacional de Bioética, aquella primera edición del Congreso Mundial de Bioética, en la que todo el mundo le preguntaba si aquello iba de cuestiones de botica o de robótica. Nadie entendía nada de lo que hacía reunido ese grupo extraño de científicos y ahora, sin embargo, en su duodécima edición, nadie tiene ninguna duda de los aspectos que se tratan en estas jornadas que dieron comienzo ayer y que terminarán el miércoles.
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Este año, tal y como explicaba la presidenta del Comité Científico de la Sibi, Isolina Riaño, todas las actividades versarán alrededor de «los aspectos bioéticos y jurídicos del CRISPR». Esas siglas –desconocidas lejos del ámbito científico– dan nombre a una técnica de edición genética revolucionaria que permite «reparar los genes mutados causantes de enfermedades». Y, aunque esto parezca más bien propio de una película, ella hacía hincapié en que «no es ciencia ficción ni es el futuro, es el presente».
Ante ese panorama inabarcable, «surgen nuevas preguntas y nuevos desafíos que requieren la reflexión ética», decía. «Para abordar este tema, tendremos tres bloques: uno de reflexión, otro sobre los aspectos jurídicos y un tercero sobre la repercusión social de la edición genética». Para lanzarse a analizar estos aspectos, durante estas jornadas, pasarán por el Recinto Ferial Luis Adaro «expertos nacionales e internacionales que, a través de conferencias y de mesas redondas, invitarán a pensar sobre las oportunidades y desafíos de esta tecnología».
Y allí mismo el presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, Félix Baragaño, estaba convencido ayer de la utilidad de este congreso porque «el enfoque ético influirá en la vida que dejaremos a nuestros hijos y nietos». En su misma línea tomó la palabra Roger Campione, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Oviedo, quien defendió que «el conocimiento científico, la técnica y el progreso parecen cada vez más incontrolables y aumentan la necesidad de reflexionar a través de los valores». Porque, precisamente, la manera de mirar a la ciencia es a través de la ética porque, con ella por bandera, «debemos incorporar todo lo nuevo que nos llega».
Con él coincidía también la concejala de Servicios Sociales, Ángeles Fernández-Ahúja, quien recordó que «desde el primer momento la Sibi representa una especie de sosiego, de parón y de reflexión sobre unos avances científicos imparables». A veces van tan rápido que hasta asustan, pero ella recordaba que «en este mundo de avances tecnológicos incesantes, la bioética es un reto y nos debe hacer a todos reflexionar porque plantea múltiples interrogantes».
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El último en tomar la palabra en la inauguración fue el consejero de Ciencia del Principado, Borja Sánchez, quien destacaba que todos estos adelantos tecnológicos son «muy necesarios, pero en las manos equivocadas nos pueden llevar a distopías». Así que hay que tener mucha precaución y analizar todos los detalles de esta tecnología, que va a cambiar la manera de afrontar la salud.
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