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Ruth Miranda, en el gijonés paseo de Begoña. JORGE PETEIRO

«Tenemos que educar para la vida y que cada niño desarrolle el amor por el aprendizaje»

Ruth Miranda Experta en educación y derechos de la infanciaEl Ateneo Jovellanos acoge el miércoles la presentación de 'La inteligencia emocional al servicio de la revolución educativa' con el Aula de Cultura de EL COMERCIO

ANA RANERA

gijón.

Lunes, 24 de febrero 2020, 02:28

Ruth Miranda (Gijón, 1976) está convencida de que el sistema educativo necesita un cambio, una «revolución». Para ella, mientras el mundo ha ido evolucionando, dentro de las aulas poco o nada ha variado desde hace demasiados años. Las materias son las mismas y los métodos se repiten, curso tras curso, a veces con poco entusiasmo. El miércoles (19.30 horas), la abogada y experta en educación hablará de estos asuntos en el Ateneo Jovellanos, en la Antigua Escuela de Comercio de Gijón, para presentar el Proyecto Mira, una programa para poner 'La inteligencia emocional al servicio de la revolución educativa'. El acto cuenta con la colaboración del Aula de Cultura de este periódico.

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-¿Tan poco ha cambiado la educación que reciben los niños?

-Más bien poco, sí. Estamos bastante anclados en un sistema educativo que viene de la revolución industrial. Se han cambiado cosas en cuanto a la forma de vestirlo, pero la realidad del día a día sigue siendo la misma que entonces. No estamos yendo a mirar las necesidades que tendremos en el futuro.

-¿Hacia dónde debería ir el sistema educativo?

-A día de hoy falta saber cuál es el objetivo del sistema, porque el fin ya no puede ser inculcar conocimientos sin más. La información está a golpe de 'click', así que el objetivo tiene que ser educar para la vida y que cada niño sepa desarrollar ese amor por el aprendizaje que parece que los adultos nos empeñamos de destruir. Tendría, además, que cambiar la figura del maestro. Es la profesión más importante de una sociedad y hay que formarlos para ello, para que tengan la motivación que deben. Debería ser una profesión mucho más vocacional y que la educación fuera entendida como una labor social.

-¿Por eso nació el Proyecto Mira?

-Mira es un instrumento para llevar a cabo este cambio. Es un proyecto ambicioso y es resultado de esta reflexión. Es un por qué y un para qué.

-¿Por dónde hay que empezar a trabajar?

-Habría que crear escuelas donde se pudieran tener en cuenta otras prioridades, pero, para eso, antes hay que formar a los profesionales de la educación y también a los padres y a las madres. Parece que la educación solo es responsabilidad de la escuela, y eso no es así. Todos debemos mirar hacia la infancia, formar e informar a padres y educadores. Y hay otro brazo que, de momento, está menos desarrollado, que habla de la responsabilidad social y del entorno. Los adolescentes, por ejemplo, tienen que formar parte de muchas decisiones. Tendría que haber consejos de infancia, donde ellos pudieran aportar su propia visión. También habría que tener más en cuenta el cuidado del entorno. Y los derechos de la infancia, que se vienen pisoteado día a día.

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-¿Su idea de la educación se parece a la del método Montessori?

-Hace unos años fundé una escuela que seguía el método Montessori y, aunque me siento identificada con esa filosofía, creo que se puede ir más allá. El método Montessori está de moda ahora, pero ya tiene más de un siglo de vida. Desde que se desarrolló ha habido numerosas aportaciones, especialmente científicas, que deberían añadirse. Es vital, por ejemplo, conocer las bases neurológicas del aprendizaje.

-¿Y cuál es el método ideal?

-La base debe ser la educación emocional. Hay que enseñar desde la visión del que aprende. Unos niños aprenden mejor con unas técnicas y otros, con otras. Por eso es tan importante adaptarse a la evolución de cada alumno. No todos los niños están preparados, ni dispuestos, ni motivados para aprender a leer cuando cumplen seis años, tal y como sucede ahora. Cada uno tiene que hacer las cosas a su ritmo.

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