Furosemida: ¿cuáles son los efectos secundarios del diurético más extendido?
Es un medicamento frente a la retención de líquidos que debe utilizarse siempre bajo supervisión facultativa
La furosemida, que debe usarse siempre bajo supervisión médica, es uno de los medicamentos más extendidos para tratar la retención de líquidos, ya que aumenta la eliminación de orina y reduce, al tiempo, la presión arterial. Pero al igual que la mayoría de los tratamientos farmacológicos, tiene efectos secundarios, algunos de gravedad.
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Entre los más frecuentes se encuentran las alteraciones de electrolitos o la deshidratación y descenso del volumen de sangre. Estos efectos suelen aparecer en pacientes de edad avanzada o en aquellos que tienen un nivel elevado de creatinina y de triglicéridos en sangre.
La disminución de los niveles de sodio, de cloro y de potasio también son consecuencias adversas comunes en los pacientes tratados con furosemida, al igual que el aumento del volumen de orina, de los niveles de colesterol y de ácido úrico en sangre o de la viscosidad de la sangre, además de ataques de gota. En ocasiones, pueden aparecer alteraciones mentales (encefalopatía hepática) en pacientes con problemas hepáticos.
La alteración de la tolerancia a la glucosa, náuseas, disminución del nivel de glóbulos blancos y trastornos auditivos de carácter transitorio (que pueden derivar en sordera irreversible) son efectos algo menos frecuentes, se registran en uno de cada cien pacientes, al igual que alteraciones en la piel como picores, sarpullidos, erupciones, ampollas y algunas reacciones más graves como eritemas, algunos tipos de dermatitis o incluso fotosensibilidad.
Los efectos secundarios raros, que afectan a uno de cada mil pacientes, pueden aparecer en forma de inflamación de los vasos sanguíneos, reacción renal de tipo alérgico, vómitos, diarrea, sensación de tintineo o reacciones alérgicas graves que derivan en shock. También puede producir hormigueo, disminución de globulos blancos y fiebre.
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En la lista de los efectos considerados muy raros (aparecen en uno de cada 10.000 pacientes) están la inflamación del páncreas, problemas del hígado o la disminución de glóbulos blancos y rojos. Tampoco son habituales, pero no imposibles, la disminución de los niveles de calcio y de magnesio o el aumento del nivel de urea en sangre, además del síndrome de pseudo Bartter por uso indebido prolongado de furosemida.
La furosemida también puede producir trombosis, aumento del nivel de sodio y cloro en la orina y retención de esta misma, pudiendo llegar hasta el fallo renal. Las alteraciones graves en la piel, la activación del lupus erimatoso sistémico, la pustulosis exantemática generalizada aguda o la hipersensibilidad a medicamentos con eosinofilia también pueden manifestarse en casos extremadamente raros.
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