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Adaro y Antuña aplauden al conde de Latores.
1998. Hace 25 años.

Los erizos de Sabino

Fernández Campo, ex jefe de la Casa del Rey, habló en Gijón de la monarquía, Jovellanos, Schopenhauer y la constitución

El ovetense llegó «tan discreto como siempre, pero más distendido que nunca». Hace 25 años, Sabino Fernández Campo tenía 80 y llevaba cinco ajeno a sus históricas responsabilidades como jefe de la Casa del Rey. Llegó a Gijón invitado por el Foro Jovellanos, que le nombró miembro de honor y le dio espacio para pronunciar una charla «sobre el ilustrado gijonés, la monarquía y la constitución». Fernández Campo «mentó al prócer para asegurar que 'el patriotismo es buscar la suerte de todos los ciudadanos sin localismos' y animó a quien quiera escucharle a 'trabajar unidos sin que lo personal prevalezca', como en su siglo hiciera Jovellanos».

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«'No lo digo yo, lo decía él, y ustedes, que son muy inteligentes, sabrán entender a qué y a quiénes me refiero', respondió al recibir la invitación de poner nombres concretos a la reflexión jovellanista». La crisis asturiana, de la que habló «sin nombres propios y sin culpables definidos (aunque no era difícil deducir a quién iba dirigido el mensaje)» sirvió a Campo para mentar a Schopenhauer, que en su día había elaborado la siguiente parábola: en una noche muy fría, había unos erizos que, congelados, trataban de darse calor acercándose, «pero las púas les dañaban y obligaban a la separación. Después de horas de elegir primero el frío, luego el daño y repetir la operación de aproximación y lejanía varias veces en la que se hacía tan mala la baja temperatura como los pinchazos, lograron encontrar una posición de determinada distancia en la que había calor sin dolor».

Eso, en definitiva, era lo que había que hacer en Asturias, sumida en las rencillas del PP y lo que ya parecía una crisis endémica: la de la reconversión industrial. «Hay que cortar de raíz las púas de la ambición, el orgullo y el egoísmo», dijo Fernández Campo, con el procuro de «no querer indisponerse con nadie. No juzgo, porque no sé de parte de quién ponerme. Nadie sabe de quién es la razón, porque nadie ha dado alguna». Además de lanzar elegantes dardos a los políticos, el ex jefe de la Casa del Rey habló de la necesidad de controlar los movimientos del joven príncipe, Felipe, y del consenso de la constitución. De todo un poco.

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