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Alfonso de Borbón, en su visita a Asturias de 1925, en el asiento trasero derecho del vehículo descapotado.
Historias de Asturias | 1923. Hace 100 años

El príncipe que no fue rey

Llegó la noticia de que Alfonso de Borbón, heredero al trono que renunció en 1933, visitaría Asturias en su mayoría de edad

Sábado, 6 de mayo 2023, 01:05

Pudo haber habido un Alfonso XIV de España, pero no. Así, de todos modos, lo creíamos en 1923. Ese año, hace ahora un siglo, llegó ... a la redacción de EL COMERCIO la noticia de que Alfonso de Borbón y Battenberg, a la sazón príncipe de Asturias, visitaría nuestra tierra un par de veranos más tarde por su mayoría de edad. Sería, por ende, su primer viaje oficial como heredero al trono. Fue un cronista en Madrid quien lo supo, por medio de un «personaje palatino» anónimo que le había recibido tras ir el primero a indagar la verdad detrás del rumor «de que el viaje de los reyes a Bélgica tendría trascendencia nacional, por un convenido enlace del Príncipe de Asturias con una princesa extranjera».

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Nada debía saber sobre estas cuitas el informante, porque nada dijo; tampoco nunca se llegaron a materializar. Bien sabido es que Alfonso, el primogénito del rey homónimo, renunciaría diez años más tarde a sus derechos dinásticos para casarse con una extranjera, sí, pero que no tenía nada de princesa: la cubana Edelmira Sampedro. «Lo único que se puede decir respecto al Príncipe de Asturias», aseveró el informante, «es que tendrá este que actuar ya de un modo oficial en la vida de relación que forzosamente han de guardar los príncipes con el país donde podrán reinar». El imperativo era un dardo discreto, pero directo, del «personaje palatino» al principesco, ya que este, aquejado de una severa hemofilia, no solía dejarse caer por muchos actos públicos.

Tardaría dos años

Hasta ahora. «Su viaje a Asturias pudiera tener efecto el próximo verano», se dijo por entonces. «En varias ocasiones, EL COMERCIO advirtió la necesidad de ir preparando, ante la proximidad de la mayoría de edad del Príncipe de Asturias, aquellas cordiales e íntimas relaciones que nuestra provincia debía guardar con el heredero», dijimos en portada. No nos referíamos a un mero recibimiento, sino a la construcción de un palacio estival para «incorporar la vida del príncipe a la de su Principado». Pero, finalmente, nada: ni residencia, ni visita en 1924 (fue en el 25), ni rey. No lo querría ni el destino... ni la historia.

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