«Ingreso más de 100.000 euros al mes»
Isra Bravo, el 'copywriter' más cotizado de habla hispana, «gijonés de adopción y rico», desvela en un libro las claves para vender cualquier cosa
De encadenar trabajos precarios como descargar camiones y llegar a duras penas a mileurista a convertirse en el 'copywriter' más cotizado de habla hispana. Esa es la fascinante historia de Isra Bravo (Madrid, 1977), que pasó de ser «el disléxico del cole y estar en la ruina» a facturar miles de euros por redactar textos para empresas de todo el mundo. Hoy, este «gijonés de adopción» -su hija es asturiana- se dedica a trasmitir sus conocimientos sobre escritura persuasiva a multinacionales, profesionales, pymes, autónomos... y acaba de publicar un libro que ya va por su sexta edición: 'Escribo porque me gusta ganar dinero' (Planeta).
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-¿Cómo descubrió que poseía esta «extraña habilidad»?
-Tenía un amigo con una empresa de mudanzas que mandaba a sus escasos clientes mails que parecían telegramas. Entonces me dije: «Podríamos contarles una historia». Porque todos odiamos las mudanzas. Así que les mandamos un mensaje que, más o menos, era: «Tú solo vas a tener que abrir la puerta de una casa y cerrar la puerta de la otra». Pues bien: funcionó y vi que era un negocio impresionantemente rentable. Es una habilidad que necesita cualquier empresa y que sirve hasta para vender el triciclo de tu hija. Lo venderás más rápido si sabes hacerlo persuasivo.
-Porque usted sostiene que todo en la vida es venta...
-Estoy convencido. Desde que nacemos, vendemos. Ya sea para llamar la atención de nuestros padres, de la profe, cuando tratamos de ligar... Todos somos una marca personal andante.
-Vayamos a lo práctico: ¿qué nos aconseja para facturar más?
-Hay dos consejos fundamentales. El primero es que hay que estar presente en la mente de la gente. Siempre. Y, para eso, la mejor vía son los mails. No podemos aparecer solo de vez en cuando porque recibimos 3.000 impactos de publicidad diarios.
-¿Y el segundo?
-No mostrar necesidad. La mayor parte de las empresas van detrás del cliente y eso repele. Se les nota la desesperación por vender, cuando hay que mostrar autoridad, decir: «Soy yo quien elige a los clientes». Yo, por ejemplo, trato muy bien a mis clientes cuando me pagan. Pero, hasta entonces, soy indiferente. Les ignoro. Y es algo buscado. La necesidad no es atractiva. Pasa en cualquier faceta de la vida. Por ejemplo, si conoces a alguien y te manda dieciocho WhatsApps, piensas: «Voy a bloquear a este loco, porque está desesperado».
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-¿Más errores comunes?
-Lanzar un mensaje superplano, de marca blanca, políticamente correcto, para agradar a todo el mundo. Eso no llega a ningún sitio porque lo has leído mil veces. Ves una web de abogados que pone «Bufete fundado en 1960. Tu caso en buenas manos. Equipo multidisciplinar» y eso no toca ninguna emoción. Aburre. Lo que hay que entender es que, en internet, gustar mucho a unos pocos puede ser un negocio muy bueno. Querer llegar a todo el mundo es la mejor forma de no llegar a nadie. Si vas a decir lo mismo, mejor prepara unas oposiciones.
-¿Puedo contratarle?
-Soy incontratable. Da igual lo que me pagues. Solo cojo algún caso que me interese para poner como ejemplo en mis cursos, porque ingreso más de 100.000 euros al mes trabajando desde casa. Me he hecho rico y hablo con naturalidad de ello igual que antes ganaba mil euros y tampoco me sentía avergonzado. No escupo alto. Soy muy de barrio, de una familia humilde y con un punto macarra que me viene bien. El dinero me da tiempo y tranquilidad, que es lo que más valoro. Por ejemplo, no me pierdo ninguna obra de teatro de mi hija. Allí veo a abuelos y a alguna mamá, pero padres... a ninguno.
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-Y todo, sin redes sociales.
-No hacen falta. Lo que hay que hacer es llevar al cliente a tu negocio. He trabajado con influencers con 200.000 seguidores y no les sirve de nada. Tienes que llevarles a tu web y, desde ahí, empezar a vender. Nuestro negocio es nuestra casa: no Twitter, ni Facebook, ni Instagram.
-¿Le llueven los 'haters'?
-Me dan muchísimos palos, pero los aprovecho. Que pongan el foco sobre ti siempre es bueno. Dicen: «Este tío es un soberbio, un sobrado, un gilipollas, un vendehúmos». Y, si a alguien le interesa ese mensaje, aunque sea malo, va a ir a mi web. Y ahí voy a poder atraparlo. El problema, en España, es que se ve la venta como algo negativo. La gente piensa: «Uy, este gana mucho. Algo malo estará haciendo». Se juzga a quien tiene éxito en su profesión. Se sospecha en lugar de ponerle como ejemplo para los críos. Incluso mis padres preguntaron si no estaría en algún lío (Ríe). Y así nos va.
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