José Andrés: el gran sueño americano
El chef asturiano se ha convertido con los años en un símbolo para los latinos: un emigrante triunfador que tiene un gran tirón mediático
M. GALLEGO / M. ROJO
WASHINGTON / GIJÓN.
Viernes, 2 de julio 2021, 02:12
No se sabe qué es más difícil, si triunfar en EE UU o ser profeta en tu tierra, pero con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia anunciado este miércoles, el chef asturiano José Andrés puede decir que ha logrado las dos cosas. World Central Kitchen, la ONG que fundó en 2010, tras el terremoto de Haití para alimentar a los que más lo necesitan cuando más lo necesitan, ha crecido hasta hacerse un lugar en el mundo, que ahora ha sido reconocido por la Fundación Princesa.
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Ya entonces se lanzó a esa tierra inhóspita llena de muertos vivientes con sus cocinas solares. Con el proyecto de esperanza solar que bautizó como 'Solar for Hope' no solo dio peces, sino cañas de pescar para poder seguir alimentándose, allí donde no quedaba más que sufrimiento y piedra sobre piedra. En lugar de venirse abajo con todas las dificultades que encontró en el país más pobre del hemisferio occidental, decidió llevar sus acciones de buen samaritano al país más rico de la tierra, donde sacó a la luz el hambre y la pobreza. En 2004 repartía comidas entre los supervivientes del huracán 'Katrina', en su Estados Unidos adoptivo, y poco a poco descubrió que cuanto más multiplicaba los panes, más crecían las tragedias y los damnificados. Su labor no ha hecho más que empezar.
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La primera década de la organización ha sido solo «un aprendizaje» que le ha puesto en las pantallas de televisión de EE UU y en las cocinas sociales del planeta. Desde sus restaurantes de Washington (Minibar y Jaleo, fueron las puntas de lanza), que ha expandido a ciudades como Nueva York, Las vegas, Miami o Los Ángeles, el chef español de 51 años, entrenado en El Bulli, ha organizado periódicamente a los restaurantes de EEUU para responder «a emergencias cada vez más grandes», siempre al unísono y bajo su batuta. Tan pronto estaba cocinando en Puerto Rico con el huracán María, como en las inundaciones de Iota en Honduras.
Pero es que este quijote de Mieres no solo batalla contra tragedias naturales, sino que no tiene miedo de enfrentarse contra las que fabrica el hombre, incluso cuando se trata de hombres tan poderosos como Donald Trump. Cuando le oyó llamar a los mexicanos «delincuentes, traficantes y violadores» durante el anuncio de su primera campaña electoral, decidió de inmediato que no podía tenerle como socio en el restaurante del Hotel Trump International que el magnate estaba ultimando en Washington. Rompió el contrato y aguantó la tormenta legal con la que contraatacó el magante convertido en presidente, acompañó a Hillary Clinton en los mítines y alimentó gratis a los empleados federales que se quedaron sin sueldo cuando el presidente cerró el gobierno por un órdago presupuestario con el Congreso.
Trump ha desaparecido de Washington, mientras que él sigue ganando reconocimientos por el mundo y ensanchando su figura. Hasta se ha convertido en todo un símbolo para los latinos, que ven en él a un referente de éxito. Un emigrante, como el mismo se define, que ha triunfado en la tierra de los sueños. No solo en lo empresarial, que también, sino como representante de una comunidad latina, solidaria, moderna que cala, que gusta al sector menos conservador. Es por ello que lo mismo hace el saque de honor en el estadio de los Nationals en las series mundiales que presenta una candidatura en los Premios Oscar, que cierra la bolsa de Nueva York... Su personalidad arrolladora que le hace protagonista en los más importantes shows televisivos, le ha convertido en toda una estrella. ¿Lo mejor de todo? El usa esa fama para ayudar a quien más lo necesita. Chapó.
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