Dermatitis atópica y salud mental: ¿cómo le afecta?

Con el objetivo de visibilizar y concienciar a la población sobre el impacto que tiene en la vida de las personas que la sufren, este 14 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Dermatitis Atópica.

Esta dolencia se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel cuya principal consecuencia es un picor intenso y que se puede asociar con lesiones cutáneas y heridas.

Es más frecuente en niños pero se puede presentar a cualquier edad y en los últimos años. De hecho no para de aumentar el número de personas que la padecen. En las últimas tres décadas los casos de dermatitis atópica en menores han aumentado un 20%, según Celia Pinto Fernández, alergóloga pediátrica en el Hospital Ruber Internacional de Madrid y fundadora del 'Proyecto Alpedia' especializado en el diagnóstico y tratamiento de la alergia alimentaria infantil.

En España tiene una prevalencia de entre el 5 y el 20%, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología, esto quiere decir que más de dos millones de españoles tienen que convivir con esta enfermedad que afecta, y mucho, a la vida social, laboral y afectiva de los que la padecen.

Preocupa que en los últimos 30 años la incidencia de la dermatitis atópica se ha duplicado hasta convertirse en la segunda causa más frecuente de visita al dermatólogo. Pero más allá de los síntomas propios de esta patología, hay que tener en cuenta que condiciona mucho la calidad de los pacientes y en muchos casos conlleva un elevado riesgo de comorbilidades psicológicas.

Esta patología es una de las enfermedades de la piel que más condiciona la vida de las personas que la padecen, este es uno de los motivos por los que aumenta hasta en un 60% el riesgo de sufrir depresión.

Se ha llegado a esta relación entre la dermatitis atópica y la salud mental a través de veinte estudios relevantes en los que se vieron involucrados casi 142.000 pacientes con esta dolencia. Tras analizar toda la información se llegó a la conclusión de que las personas que sufren esta patología tienen un riesgo 1,60 veces mayor de padecer depresión.

Todavía no se ha establecido la razón de esta asociación tan directa pero, las vías hormonales o inmunológicas podrían ser una posible explicación. Otros factores que pueden influir son el aislamiento social y la ansiedad derivados de esta patología.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las patologías de la piel son la tercera causa más frecuente de enfermedad y está entre las diez primeras de discapacidad en todo el mundo.

De momento, no existe un tratamiento que cure la dermatitis atópica, pero si hay algunas medidas que se pueden poner en práctica y que ayuden a atenuar los efectos de esta enfermedad para que afecte lo menos posible a los pacientes en su día a día.

- Hidratar la piel a diario: Imprescindible para tratar de controlar la atopía y espaciar los brotes lo máximo posible es mantener la piel hidratada. Echarse una crema de calidad y especial para este tipo de pieles a diario es muy importante.

- Elegir un buen gel: De la misma manera que la crema hidratante debe ser indicada para estos pacientes, también hay que prestar atención al gel que se utiliza en el baño. Lo ideal es utilizar productos que no contengan jabón, hipoalergénicos y sin perfumes.

- Secar la piel con cuidado: Las toallas pueden dañar este tipo de pieles, optar por toallas de algodón y no frotar a la hora de secarse evitará dañar o irritar las zonas afectadas.

- Elegir bien la ropa: Se debe apostar por prendas que no aumenten la sensación de picor. Lo más importante es que no aprieten, que queden más bien holgadas, pero el material del que están hechas también es importante. Escoger ropa ligera y de algodón o lino evitando en la medida de lo posible las fibras y la lana.

- Retirar las etiquetas: Otra cosa que suele tener un efecto muy irritante sobre la piel atópica son las etiquetas, por eso es importante quitarlas siempre antes de ponerse una prenda.

- Cuidado con el sudor: Los pacientes con dermatitis atópica toleran mal el calor y al sudar aumentan la sensación de picor, por ello, hay que tener cuidado con abrigarse demasiado, evitar los ambientes demasiado calurosos o excesivamente secos y ser comedidos con el ejercicio.

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