Los Jardines de la Reina.

'Banina' se fue a pique

Una vapora pixueta que volvía del bonito fue abordada y hundida por un remolcador en aguas gijonesas. No hubo víctimas

Miércoles, 30 de agosto 2023, 00:15

Pintaron bastos y olió a desastre en el antepuerto gijonés cuando, hace hoy cien años y un día (pero lo contamos hace justo cien), la «vapora» de pesca 'Banina' fue hundida por el abordaje del remolcador 'Pirat'. Fue involuntario, a pesar de la historia y del desafortunado nombre del navío 'agresor'; un accidente, pero relativamente grave, eso sí, cuyos daños se calcularon en 800 pesetas. Que, para la época, era una buena cantidad. Había andado las horas previas la 'Banina' a la captura del bonito, apurando la costera. La cosa se dio bien: traía a bordo 70 piezas, con destino en la rula gijonesa. Para descargarlas en su desembarcadero, el 'Banina' se acercó al antepuerto, pero no fue posible. Reinaba ya un fuerte vendaval.

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De modo que la 'Banina' se fue a refugiar a la antigua dársena, entre que terminaba y no el mal tiempo. Quiso la mala suerte de que, al mismo tiempo de que la pequeña vapora remontaba «la cabeza del muelle de madera, salía el remolcador 'Pirat', que abordó a la citada embarcación pesquera por el primer tercio de proa, del costado de babor». El golpe fue tremendo. Tan violento, contaríamos al día siguiente, «que al buque abordado se le abrió una gran brecha que lo inundó enseguida, mientras la tripulación, ante el peligro, pedía auxilio».

Once tripulantes

Se iba a pique la vapora 'Banina' y, con ella, todos sus hombres. Hubo la buena fortuna, eso sí, de que acertase a pasar por allí «otra vapora de pesca, llamada 'Angelita'», que acudió en socorro de la 'Banina', «recogiendo a los tripulantes» y remolcando la barca siniestrada «hasta la alineación de los llamados Jardines de la Reina, donde se sumergió totalmente». Solo pudo salvarse gracias a la bajamar posterior, momento en el cual fueron taponadas las averías y la embarcación consiguió ponerse a flote. Eso lo anunciamos al día siguiente. Lo importante, de cualquier modo, ya estaba resuelto: salvar las vidas humanas. Eran once en total, incluyendo al patrón, Rufo Carbajal. Todos «se presentaron momentos después en la Comandancia de Marina, formulando la correspondiente protesta». Había sido solo un susto, pero que no volviera a ocurrir.

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