El Centro Asturiano se muda

La necesidad de abandonar las instalaciones que venía ocupando en la calle de Emile Robín les llevó a adquirir el edificio que, desde entonces, se convirtió en su sede.

La operación no fue sencilla, ya que era necesario hacer una inversión para comprar el inmueble y reformarlo. De esa manera, se creó la figura denominada «socio patrimonial», que debía aportar 10.000 pesetas de la época que, entonces, era una cantidad respetable. El dinero, además, no eximía de pagar la cuota mensual de las familias. Si el asociado no disponía de esos recursos, el Centro Asturiano concertó con una entidad financiera una línea de crédito que permitía al socio pagar 318,80 pesetas al mes para responder a ese compromiso. De momento, doscientos socios ya habían dado el paso y se esperaba que los trescientos restantes diesen el paso en breve tiempo.

La reforma permitiría dejar la primera planta para cafetería, salón de juego, sala de televisión y conserjería; en la segunda se dedicará a la sala de lectura y la sala de billar que, aún hoy, se considera de las mejores de Asturias. Además habría despachos para el presidente y la secretaría y un salón social y de reuniones.

La tercera planta acogería actividades de la entidad mientras durasen las obras, que debían terminar en febrero de 1974. En el futuro, se pensaba reservar ese espacio para una sección juvenil, donde tuviesen cabida los hijos de los socios y jóvenes que se quisieran incorporar a la sociedad. Gozaría de autonomía para que sus integrantes disfrutasen de un espacio de «reunión y diversión», respondiendo a sus inquietudes, pudiendo organizar actividades teatrales, por ejemplo.

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