El Natahoyo, tierra sin ley
EL COMERCIO criticó el estado del barrio, abandonado por el Ayuntamiento, y la deficiente seguridad que sufría
Domingo, 10 de septiembre 2023, 01:51
«El Natahoyo, ¿pertenece a Gijón?». Hoy ya no sabemos si fue licencia poética para concienciar sobre los males, que eran muchos, del barrio, o verdad. Pero el caso es que había quien aseguraba que se oía a muchos forasteros hacer esa pregunta cuando, «por necesidad o por distraerse», acababan descubriendo «aquel populoso barrio». Ocurría, según contábamos hace hoy 125 años, que El Natahoyo estaba habitado, «en su inmensa mayoría, por gente que viene de las aldeas, o de lugares donde no se observan las reglas de policía urbana. Desconocen estas por completo, y, como por aquellos contornos no aparece en el año un solo guardia que siquiera las haga conocer castigando luego las reincidencias en falta, de ahí que se convierta la vía pública en un verdadero basurero, imposible de atravesar muchas veces a pies enjutos». Probablemente la pobreza, y la desatención municipal al barrio, también tuvieran mucho que ver.
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De una u otra forma, la sobrepoblación de El Natahoyo era una realidad, y también que por sus calles pululaba un «enjambre de chiquillos» sin mucho control. Gozaban, decíamos, «de libertad omnímoda para todas las fechorías, y de no ponerles coto, hasta es posible que el próximo invierno sufra la circulación de tranvías, pues los conductores tienen que ir continuamente delante de los carruajes sacando piedras de los rieles que, después de todo, tampoco se ven, por carecer de alumbrado desde la capilla de San Esteban hasta el término de la vía».
Háganse cargo de que no había televisión... Ni tampoco nada que se le pareciera. Pero sí industrias. Muchas. Tantas que podía considerarse El Natahoyo como el pulmón económico de Gijón, o al menos uno de ellos, en tanto que las empresas allí asentadas «contribuyen a sostener las cargas del municipio». Había, en torno a ellas, aceras y agua -procedente del manantial de Llantones-, pero no luz. «Nada explica la falta de faroles», criticábamos. «Cuajado de fábricas, muy poblado de obreros, [El Natahoyo] tiene derecho como el que más a que el Ayuntamiento le atienda como se merece». Pero sus vecinos seguían esperando.
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