La escritora Leticia Sánchez cambia la pluma por el cubo y el rastrillo. XUAN CUETO

«Voy a la playa con mucha fe, solo pido que no llueva»

Leticia Sánchez pasa su verano en Berbes, el pueblo al que sigue fiel desde una infancia que era «una cuadra que olía a manzanas y a mar»

PABLO A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Miércoles, 18 de agosto 2021, 03:15

La escritora Leticia Sánchez (Oviedo, 1980) pasa el verano en su casa de Berbes, el pueblo de sus abuelos, próximo a la playa de Vega, ... un lugar del que asegura no se moverá hasta su regreso a Oviedo en unas semanas. «Llevo aquí desde junio, las únicas escapadas han sido a Gijón para firmar en la Semana Negra y en la Feria de Muestras, y dos días que huimos a Zamora para ver el sol», desvela. En su retiro riosellano, «sigo mi rutina habitual, me levanto a las cinco de la mañana para escribir hasta las diez y el único cambio es que entonces me voy a la playa... con mucha fe. Que no llueva es lo único que me propongo (risas). Y allí estamos, tomamos cervezas o helados aunque estemos tiritando. La verdad es que me estoy haciendo un poco loca con el tiempo, porque esto ni es verano ni nada», afirma.

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El Cantábrico que ve a diario acercarse al arenal de Vega se parece bastante en estos días de agosto raro al título de su novela 'Cuando es invierno en el mar del norte'. Es una compañía cercana que conoce Sánchez de toda la vida y homenajeando a Machado revela que «mi infancia fue una cuadra que olía a manzanas y el ruido de la mar batiendo por la noche. Acababa el colegio el 21 de junio al mediodía y a las cinco de la tarde ya me estaba viniendo con mis abuelos para Berbes. Íbamos en un Seat 124 con la baca a reventar, nos quedábamos aquí tres meses. Cuando volvía a la ciudad ya no sabía ni cruzar en los semáforos, estaba totalmente asilvestrada», evoca entre risas. En el pueblo, meteorología aparte, se siente a gusto aunque echa de menos este año no poder airear las maletas: «Viajar me fascina, pero lo que más me gusta de todo son los hoteles, como Anais Nin, me siento en ellos más en mi hogar que en mi propia casa. Me encanta sentarme en el hall y ver pasar la gente, y los bares nocturnos de hotel, que son sitios llenos de misterios y donde bullen muchas historias», apunta.

Sus destinos favoritos no necesariamente buscan la lejanía, ya que defiende: «El camino a China sale delante de tu casa: das un paso y ya estás avanzando hacia allí», por eso entre los que recuerda memorables están los del verano que pasó recorriendo Castilla «y descubrí un mundo mágico» o haciendo la ruta del Quijote por La Mancha: «Un viaje alucinante». Lo puede ser cualquiera que se emprenda con la mirada abierta: «A mí me encanta salir aunque sea a Tineo para descubrir el misterio de un lugar». En esos trayectos admite que «a la escritora no la puedo dejar nunca en casa, aunque le diga: 'te quedas ahí, yo me voy de vacaciones', ella se me cuela en el bolso. Viajar es escribir también», defiende. Mira al cielo, sonríe: «No pierdo la fe. Seguro que viene un noviembre tropical».

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