José Antonio García Quintana
El sacerdote jesuíta asturiano José Antonio García Quintana, director de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal, afirma que el Papa «ha cumplido una gran etapa de renovación de la Iglesia que espero que el siguiente Santo Padre afiance»
Jesuita con el propio Papa Francisco, el sacerdote llanisco José Antonio García Quintana es desde hace casi exactamente un año el director de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española. Su labor le hace recorrer todos los centros penitenciarios del país (estuvo al frente de la capellanía de Villabona durante años) en un trabajo de guía personal y espiritual para las personas privadas de libertad que así lo deseen o necesiten.
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Esta mañana, desde Madrid (su trabajo está basado en San Sebastián, pero una semana al mes tiene que pasarla en la capital), el padre García Quintana ha indicado a EL COMERCIO que «es un día muy triste, aunque estaba muy malín y la verdad es que se esperaba un desenlace así. Francisco ha cumplido una gran etapa de renovación de la Iglesia que espero que el próximo Santo Padre afiance».
Porque este sacerdote jesuita considera que, pese a posibles reticencias por parte de los menos progresistas en el seno de la Iglesia, «el legado de Francisco tiene una inercia que imposibilita la vuelta atrás. Incluso en España ha habido una importante renovación y un cambio en el episcopado, y en la Iglesia Católica en general hay una nueva sensibilidad hacia los valores del Evangelio que es muy difícil que se deshaga, porque sería disfuncional para la propia Iglesia».
Estima el responsable nacional de Pastoral Penitenciaria que «Francisco ha sabido escuchar lo que el mundo y la sociedad le pedían, y ha actuado en consecuencia», y pone de ejemplo la propia actitud del Papa «hacia las personas privadas de libertad. Fíjate que ni siquiera en su estado de la última semana, dejó de ir a la prisión italiana de Regina Coeli (el jueves pasado), en lo que fue su última salida de Santa Marta, porque tiene -dijo García Quintana, usando el presente- una sensibilidad muy especial hacia las personas que viven privadas de libertad, porque cree en ellas y en su rehabilitación».
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