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Campoviejo, tomándose uno de sus minihelados, en su restaurante. NOSTI

«Si viese entrar por la puerta del Corral a Sánchez o Feijóo me pillaría un disgusto»

El multipremiado chef pasa el verano en Arriondas entre fogones y con la mente puesta en los viajes que inspiran su cocina

P. A. MARÍN ESTRADA

ARRIONDAS.

Sábado, 5 de agosto 2023, 01:42

El chef Jose Antonio Campoviejo (Cangas de Onís, 1969) vive la temporada estival a tope entre los fogones de El Corral del Indianu. Con la fecha del Descenso del Sella que llenará las calles de Arriondas marcada en rojo en el calendario, nos cuenta cómo lo lleva.

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-¿Qué tal está siendo su verano?

-Lo pasamos en la cocina tiznados de carbón y encantados. Los profesionales de este sector somos como el planeta: ahora en Argentina es invierno, se trata de poner el cerebro a funcionar como si estuvieses en el hemisferio sur. Mientras los demás disfrutan, uno trabaja y ya está. Por lo demás genial, tenemos lleno todos los días y eso es una maravilla.

-¿Por qué viene todo el mundo para acá?

-Somos un destino necesario, la gente del sur y de Levante vienen horrorizados del calor y buscan poder dormir con la mantina aunque sea una semana o dos. Vienen a Asturias a hacerse una cura de esas temperaturas imposibles.

-Si en ese aluvión le llegasen al Corral, Sánchez y Feijóo ¿qué plato de su carta les recomendaría para entenderse?

-Sinceramente no me apetecería darles de comer ni a uno ni a otro. Me gustaría tener clientes más clarividentes. Los dos nos están llevando a la deriva. Obviamente este es un establecimiento público y si vienen les trataríamos como a cualquier otro cliente. Pero si les viese entrar por la puerta, me pillaría un disgusto. Y he dado de comer a muchísimos políticos.

-¿El mayor elogio de su cocina que le hicieron?

-El que más se repite cuando están pagando es el de que ya tienen ganas de volver, eso es magia.

-¿De todas sus creaciones cuál ha sido la más exitosa?

-El bombón de chocolate con Cabrales. Se volvió icónico porque no deja indiferente a nadie. De cada mil personas, novecientas noventa y nueva exclaman: '¡Uah!'.

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-¿El cachopu es fast food?

-El fervor cachopístico no lo entiendo demasiado porque el emblema de Asturias que nos identifica y nos diferencia en el mundo es la fabada, algo que nadie más tiene los elementos necesarios para elaborar. El cachopo al final son dos filetes rebozados con queso y jamón, algo que hay en todo el mundo y si está bueno yo lo como, es generoso, de compartir. Pero me da pena la gente que venga creyendo que es lo propio de aquí.

-Tiene fama de viajero ¿cuándo se va por placer, es capaz de dejar al chef en Arriondas?

-No nunca, somos dos personajes indivisibles. No me separo de él ni cuando voy a la cama, como el soldado con el arma. Y los viajes son muy inspiradores. A mí me encanta el arte, visitar museos, ciudades, y ahí es donde a veces se te despiertan las cosquillas, una idea que estás buscando.

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-¿La primera escapada a dónde será?

-Seguramente a Egipto, con mi hija. Quiero ver la dimensión de la gran pirámide de Gizeh, algo que tiene más de 5.000 años y hoy no se podría replicar. Me obsesiona.

-Y aquí, siendo de Cangas ¿es más de poza o de playa?

-Fui siempre de secano, porque no sé nadar. De crío, en Cangas me pasé la vida en el río, pero a mojar como mucho el tobillo. Los amigos se tiraban a la poza en el Puente Romano y yo me lo pasaba en grande viéndolos, porque el río me encanta, como me fascina el mar. Ahora para darme un chapuzón, en la bañerina de casa se está muy a gusto y suficiente.

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