Lucho Flores | Exfutbolista del Sporting, autor del último gol ante el Racing en Copa
«Cuando ganamos 0-4 al Barcelona en el Camp Nou, en Gijón hicieron una fiesta»«La afición rojiblanca es muy forofa. En un partido fuera bajamos a almorzar y estaban ya a las puertas del hotel haciendo ruido. Me espanté»
Lucho Flores (Ciudad de México, 1961) fue uno de los refuerzos del ataque del Sporting en el verano de 1986. El futbolista mexicano vivió ... entonces su primera experiencia fuera de su país y en Gijón cayó de pie. Un equipo con mucha gente de casa que le acogió con los brazos abiertos, un grupo sólido que convivía más allá del terreno de juego y una ciudad volcada con su club fueron condiciones suficientes para que firmase una brillante temporada, con quince goles anotados. Uno de ellos fue el que le hizo al Racing de Santander en el último choque de Copa del Rey que protagonizaron ambos conjuntos aquella temporada. Alejado ya del fútbol e inmerso en el negocio de la construcción, atiende la llamada de EL COMERCIO.
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–¿Cómo recuerda su año en Gijón?
–De lo más bonito que me pasó en mi vida futbolística. Fue la primera vez que salí de Ciudad de México, tuve que adaptarme a un clima, una ciudad y un país diferente. Me fue muy bien, di un paso adelante. Me encontré a un grupo de compañeros súper, muy buenas personas. Recuerdo mucho a los Joaquín, Jiménez, Ablanedo, Cundi, Mesa, Esteban, Tati, Zurdi, Eloy, al gran 'El Brujo', que me dio su playera (camiseta) un día... Imagina tener de suplente a Quini, que era su año de despedida. Sentí el cariño de los asturianos para con los mexicanos.
«Paco Ignacio Taibo II influyó en mi fichaje, dio buenos informes sobre mí al presidente»
–¿Le gustó la ciudad?
–Es muy bonita. Me gustaría volver a pisar la playa de San Lorenzo. Nunca había vivido al nivel del mar y pensaba que iba a ser como Acapulco, Cancún (ríe). Una gran experiencia, recuerdo los centollos, los oricios, ir a la virgen de Guadalupe... Los fines de semana íbamos a hacer la fabada en el campo, lo disfrutamos mucho tanto yo como mi familia. La gente me hizo sentir como en casa. Imagine, mencioné en una radio que no tenía coche y una persona me prestó el suyo todo el año. Se me pone la piel de gallina.
–Imagino que el salto del fútbol mexicano al español no fue sencillo.
–Cuando te encuentras buenos compañeros y una base de jugadores del club es más fácil, sobre todo si conoces el mismo idioma, que es jugar la pelota. Y yo lo encontré. Me adapté muy rápido a lo que tenían Joaquín, Eloy, Zurdi... El que menos jugaba era Marcelino (García Toral), que ahora lo veo de seguido. Recuerdo que Luis Enrique estaba en sus inicios. José Manuel Díaz Novoa nos acomodó rápido. Aquí presumo mucho de que estuve el único año que el Sporting ganó al Barcelona en el Nou Camp.
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–Un 0-4 en el que usted anotó el primero.
–Me sorprendió mucho llegar a Gijón y que estuvieran haciendo fiesta.
–¿Cómo llegó al Sporting?
–Fue el Mundial 86. Había un directivo de Pumas que tenía parientes en Oviedo. Hubo contactos y ofreció a todos los jugadores del club que habían estado en el Mundial. En esa época no había representantes en la entidad, era el club el que nos llevaba. Luego apareció Fernando Torcal para hacer la operación, un préstamo con opción a compra. El fútbol ha cambiado mucho. Creo que tuvo algo que ver Paco Ignacio Taibo II, que dio buenos informes míos al presidente del Sporting.
–¿Por qué no se ejecutó la opción de compra?
–El Sporting hizo el máximo esfuerzo, estaba dispuesto a pagar los 500.000 dólares del pase. De ese dinero, me correspondía el 30% por derechos de formación. Pumas no me quería pagar esa cantidad, pretendían que lo pagase el Sporting. Tuve que negociar con el club mexicano y estar un año más con ellos para conseguir mi pase y venderlo al Valencia. Fue muy triste darme cuenta de cómo funcionaba México.
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–¿Qué le pareció la afición del Sporting?
–Me parecieron muy forofos (ríe). En un partido fuera de casa salimos a almorzar y de repente ¡pam, pam, pam! fuera del hotel. Me espanté, pero era toda la banda del Sporting anunciando que ya estaban allí y que iban a ir al estadio.
–¿Recuerda el partido de Copa contra el Racing de Santander?
–No lo recuerdo, pero sí me acuerdo de que anoté muchos goles esa temporada. De hecho, los tengo grabados. Espero que tengan mucha suerte en el próximo partido.
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–¿Qué representaba Joaquín en aquel vestuario?
–Lo primero, mandarle un fuerte abrazo y desearle una pronta recuperación. Era el líder. Él, 'El Brujo' y Jiménez. No era mucho de hablar fuera, pero en la cancha sí. Era fácil seguirle, entenderte con gente que sabe de fútbol. El grupo era agradable, hacíamos muchas convivencias fuera. Lo menciono porque cada vez, al menos en México, hay menos grupos fuertes. Llegan jugadores y se van en un año, no hay futbolistas hechos en la cantera. Estamos en una liga venida a menos, todo ha sido negocio para los clubes y la parte deportiva la han dejado de lado. Por eso tenemos un nivel futbolístico muy por debajo de lo que había. En lo futbolístico seguiremos así, aunque el negocio crece.
–Luego estuvo en Valencia.
–Fue un gran año como equipo. Jugué 32 partidos e hice tres goles. Mi suplente hizo cinco o seis en unos siete partidos. Me dije, algo anda mal. La gente me empezó a pitar en casa en los últimos encuentros, algo que nunca había vivido. Tras una entrevista, Víctor Espárrago me dijo que si no estaba a gusto me podía ir, y me fui.
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–Volvió entonces a México. ¿Cuánto ha cambiado ese fútbol?
–¿Comercialmente o futbolísticamente?
–En los dos ámbitos. Empecemos por el deportivo.
–Ha cambiado muchísimo para mal. Tu primera referencia de competencia internacional es tu área, Concacaf. En mi época teníamos de hijos a EE UU y Canadá. Ahora ellos nos tienen de hijos a nosotros. Del Mundial ni hablemos.
–¿Y el negocio?
–A nivel comercial ha sido un cambio muy grande. Las televisiones tienen mucha competencia y son las que mueven el fútbol. El mercado de EE UU es muy favorable para la Selección. Han hecho un gran negocio, pero no veo partidos en la actualidad, me molesta, me encabrono. Ahora viene el vasco Aguirre (Javier) y le deseo lo mejor porque es amigo, pero no tiene material humano. Y si viene Guardiola, lo mismo. Mientras el fútbol siga siendo negocio para los dueños, qué más da el juego. Pero algo tiene que pasar muy pronto porque es insostenible este nivel de fútbol. Traen siete, ocho, nueve extranjeros porque les sale más barato que formarlos, no hay ascenso ni descenso... Los últimos tres o cuatro partidos de la Selección en EE UU la gente no ha ido, no le dan nada al espectador. Habrá algo fuerte próximamente.
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–¿Como dejar de ir a los campos?
–Exactamente. Pero los clubes no viven de la gente que va a los campos, sino de la televisión. Como negocio es un tema padre, pero en lo deportivo no es tan agradable. El entretenimiento es mínimo.
–¿Qué opinión le merece el Grupo Orlegi, propietario de Santos, Atlas y Sporting?
–No lo conozco, pero no creo que cambie mucho su idea, al final es negocio. Si invirtieron en Gijón es que ven negocio. Ojalá predomine más, que creo que sí porque la exigencia es mayor, la parte deportiva. Estaría muy atento a cuánto se va al negocio y cuánto a lo deportivo.
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–¿Y Pachuca, dueños del Real Oviedo, el León y el propio Pachuca?
–Es muy parecido a Orlegi aunque es más longevo. Jesús Martínez lleva muchos años.
–No parece muy contento con estos grupos.
–No, por lo que veo futbolísticamente. Sobre todo en la Selección.
–A usted le tocó defender la camiseta mexicana en el Mundial de su país.
–Tengo la bendición de haber participado en las dos selecciones que han conseguido los mejores logros internacionales, el quinto lugar en México 86 y el segundo en la Copa América de 1993, que perdimos la final con Argentina. Teníamos un equipo bastante competitivo, con varios jugadores que habían estado fuera del país. Estás acostumbrado a ese nivel de competencia y de repente lo que ves no es normal. Haber anotado un gol en un Mundial con tu gente en tu estadio fue un sueño.
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