1.900 entradas agotadas en cinco horas
Viaje a Lugo. La 'Mareona' vuelve con fuerza casi dos años después y acaba el primer día con el papel en una jornada que empezó a las 5.30 de la madrugada
JAVIER BARRIO
Martes, 26 de octubre 2021, 02:00
A las 5.30 de la madrugada, con un frío que congelaba y los alrededores de El Molinón iluminados únicamente por la tenue luz de las farolas callejeras, Mónica Lorences Collado se parapetaba cerca de una esquina. Y se armaba de paciencia, sabiéndose la primera de una cola imaginaria en un momento en el que toda la ciudad dormía. Cuatro horas y media después, la persiana de la taquilla de El Molinón se levantaba. Mónica ya no estaba sola. Detrás de ella serpenteaba una larga hilera de personas. Una multitud. Una cola de las de antes de la pandemia, de las que confirman la grandeza de una afición, con cerca de doscientos seguidores que se estiraban hasta más allá de la mitad de la Grada Sur. ¿El objetivo? Adquirir una de las 1.500 localidades -unas 400 fueron para las peñas- que el Sporting puso ayer a la venta y que, cuatro horas y media de horario de oficinas después, se agotaron. Visto y no visto.
«Ya había venido por si acaso a las diez de la noche del domingo, pero no había nadie esperando. Entonces, me fui a casa y volví sobre las 5.30 horas. Y viendo la cola, creo que mereció la pena», relataba a primera hora esta gijonesa, con ojos cansados, ya con la entrada de su marido a buen recaudo. La guinda para rentabilizar al máximo un fin de semana para el que tenían reservado y pagado desde hacía tiempo un hotel en Lugo. Sin apenas compañía en la madrugada, salvo los sonidos del Gijón durmiente, la pantalla de su móvil hizo más llevaderas las casi cuatro horas y media que esperó. Casualidades, el mismo tiempo que duraron las entradas en taquilla: «Vi tres películas en el móvil, una de Navidad y dos de detectives. Así, todo se lleva mejor», explicaba.
El reclamo del proyecto que capitanea David Gallego, el atractivo del viaje a Lugo y el inicio del fin de la pandemia dispararon la euforia en el ambiente, en el que apenas se percibían secuelas de la derrota frente al Valladolid. Casi dos años después del desplazamiento a El Toralín, la 'Mareona' estaba en marcha otra vez. «Vengo a por dos entradas. Son para el fondo Sur del Anxo Carro, ¿no?», preguntaba otro aficionado en su turno. La demanda, con localidades a 25 euros y prioridad para los socios, estaba disparada. «Nosotros necesitaríamos nueve», anticipaba otro grupo de aficionados. Justo al lado, se escuchaba la mitad de una conversación telefónica sintomática. «¿Pero cuántas entradas quieres? ¿Sabes cuánta gente hay ahora en El Molinón? Te vas a quedar sin ellas», alertaba la voz sobre el terreno.
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La luz de la mañana hacía la espera más llevadera en una cola que, al menos en la primera media hora de actividad en las taquillas, nunca bajó de los dos centenares de personas. Era un interminable bucle de llegadas y salidas. Una terminal. El vacío de los que se marchaban con su entrada lo ocupaban al segundo otros en la cola del pelotón. Por ejemplo, Jaime Vela, que llegaba a El Molinón unos cinco minutos después de la apertura de las taquillas desde Trubia. «Trabajo por la tarde y vine pronto. Ya me esperaba una cola así porque, con lo que hemos pasado con la pandemia, la gente tenía ganas de viajar, había mono de un desplazamiento así. Y la afición del Sporting siempre da la talla. Hacía mucho que no podíamos acompañar al equipo y estamos con muchas ganas», apuntillaba, ilusionado con lo que oteaban sus ojos en el verde: «Hay que apoyar hasta el final a este equipo, pese al resultado del sábado. Creo que vamos a estar arriba al final».
El relevo al último de la fila lo tomaba José Fernández Cáceres, gijonés con muchos años de militancia: «Tan temprano, tanta gente, es alucinante. En mi caso, voy a viajar con mi hermano. Tenemos muchas ganas de ver al Sporting fuera de Gijón. Y con este ambiente, hay que ganar al Lugo sí o sí». Djurdjevic y Villalba acaparaban conversaciones con Pulido Santana y Roque Mesa. Había todavía cierto malhumor, acompañado por orgullo, por lo sucedido el sábado en el interior de El Molinón. Mientras, en la ventanilla, seguía la actividad. Andrea Malnero, que salió de su domicilio de El Coto antes de las siete de la mañana, también había sido de las más madrugadoras. «Hay ganas de volver a la normalidad en lo que se pueda y echábamos de menos esto», repetía.
400 para las peñas
Era el inicio de una jornada frenética en las oficinas del estadio. Antes de las 18 horas ya se había colgado en El Molinón el cartel de no hay entradas para disgusto de un grupo de aficionados. Todos se encontraban con el anuncio, colgado hacía unos minutos, disuasorio. En total, se vendieron directamente en taquilla esas 1.500 localidades. Las casi 400 restantes se repartieron entre la Federación de Peñas y Unipes. Y todavía falta por saber la cifra de los sportinguistas que han conseguido la suya por algún contacto en Lugo. Con todo esto, la cifra final podría acercarse a los 3.000.
A esas alturas, otros seguidores, como José Antonio Fernández, con más de treinta años de abonado, confirmaba lo provechoso de su madrugón. «Ya intuía que iba a haber mucha demanda. Ahora, con toda esta afición el sábado en Lugo, tienen que ganar el partido como sea. Veo al equipo muy bien, me gusta», apostillaba de camino al coche. Casi dos años después, la 'Mareona' vuelve a la carretera.