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Panorámica de El Molinón en la actualidad, que el Grupo Orlegi pretende reconstruir desplazando el terreno de juego de su histórica ubicación. ARNALDO GARCÍA
El Molinón

Un estadio en continua evolución

El Molinón que Orlegi quiere reconstruir ha pasado de ser un césped cerrado por una soga a ser un campo de Primera y sede de un Mundial

Carlos Amado

Gijón

Domingo, 16 de octubre 2022

Desde que todo comenzó en un 'prau' delimitado por una gruesa maroma hace 114 años, el estadio de El Molinón ha sido sometido a ... numerosos cambios y remodelaciones. Construcción de tribunas, gradas y mejoras ya situaban a principios del siglo pasado al campo gijonés entre los más destacados del fútbol nacional, un deporte que empezaba a despertar grandes pasiones. Desde entonces, el estadio ha ido adaptándose tanto a las necesidades de un Sporting que vivió su primer ascenso a Primera en 1944, como a las exigencias normativas, como la necesaria ampliación para el Mundial de 1982.

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Pero si algo no ha cambiado aún es el rectángulo de césped sobre el que se lleva jugando al fútbol desde entonces y el Sporting desde 1914, cuando lo hizo por primera vez como local. Esto podría cambiar si prosperan los planes que el Grupo Orlegi que contempla una reconstrucción que implicaría desplazar la zona de juego y, según los historiadores de este deporte, que El Molinón dejara de ser el campo más antiguo del fútbol profesional español.

Un repaso a la evolución del estadio gijonés sitúa en 1917 las primeras mejoras de un escenario que, hasta entonces, tenía en las porterías su único elemento fijo y que había sustituido la maroma por una vallas de madera. Enclavado en una zona de marisma habitualmente inundada por el río Piles, el terreno de juego fue sometido ese año a obras de desagüe y nivelación. También se construyó su primera grada de preferencia, descubierta, para 1.000 personas en su lateral oeste, además de gradas de general, una puerta de acceso y una caseta de vestuario.

Convertido así en una estadio al uso, El Molinón acogió el que fue su primer gran espectáculo al aire libre, promovido por la Asociación Gijonesa de Caridad, con la representación de la ópera 'Maruxa'. Por entonces, el campo estaba en manos privadas. Dionisio Cifuentes (1859-1951), filántropo gijonés, era el propietario y arrendador del terreno y en 1920 planteó una opción de compra al Sporting. La operación se concretó en 1925, cuando el club se hizo con la propiedad por 40.000 pesetas de la época.

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Con una capacidad para 6.000 espectadores, el campo gijonés estrenó en 1927 marcador y puerta monumental y ya destacaba por la calidad de su césped. Con estas bondades, el estadio acogió en 1928 su primer partido internacional, un España-Italia (1-1) para el que se inauguró una nueva tribuna de preferencia, construida en 21 días. Tres años más tarde, tras un Sporting-Racing, el fuego destruyó esa tribuna en pocos minutos.

Ese incendio fue el preludio de otro desastre para el Sporting, como fue la pérdida de la propiedad del estadio. En 1935, al no poder hacer frente a la hipoteca, el club tuvo que recurrir al Ayuntamiento, que compró El Molinón por 223.000 pesetas y que lo revendió a la franquista Fundación José Antonio Girón por nueve millones de pesetas y el compromiso de terminar la construcción de todas las gradas, que no se cumplió. El Ayuntamiento lo recompró en 1966.

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Pero antes, en 1942 se construyó una grada de hormigón armado en el fondo norte del estadio y con el primer ascenso a la máxima categoría, en la temporada 1943-44, se levantó una nueva tribuna en el fondo este, también de hormigón y con capacidad para 8.000 espectadores. En 1946 se renovaron los palcos y en 1951, tras un nuevo ascenso a Primera del equipo, se afronta una nueva ampliación. Las remodelación supuso cubrir el fondo norte, mientras que en el fondo sur se levantó una torre marcador, se mejoraron los accesos y se habilitó un aparcamiento para un parque automovilístico local en expansión.

En 1968 se realizaron cambios estructurales y algunas reformas necesarias, entre ellas, un nuevo cerramiento. En esa misma época la ya conocida popularmente como 'tribunona' y sus bajos acogieron un par de ediciones de la Feria de Muestras, que aún no tenía su propio espacio. A principios de 1967, se empezó a construir la pasarela que uniría la 'tribunona' con la otra parte expositiva, en la orilla contraria del Piles y que fue derribada en la primavera de 1999.

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En 1969 se cubrieron todas las gradas, lo que convertía a El Molinón en el primer estadio del país en tener todas sus localidades a cubierto. El Sporting volvió a Primera en 1970, circunstancia que obligó a aumentar el aforo del campo y plantear la construcción de una nueva tribuna de preferencia para más de 7.700 personas. Un año después se derriba la vieja tribuna y se aprobó un proyecto que costó 24 millones de la época. Tres años más tarde, se instalaron cabinas de radio y tornos en los accesos.

La siguiente gran reforma llegó con el Mundial de 1982. El Molinón tuvo que ampliar su aforo en 7.855 localidades para llegar a las 45.000, que se redujeron a 38.000 tras la cita mundialista por seguridad. Se recrecieron las gradas este y sur, al tiempo que se mejoraron algunos servicios. Pero no se tocó la grada más antigua, la norte, al tiempo que se rompió con la armonía exterior que presentaba el edificio. En la temporada 1997-98, la UEFA obligó a sentar al público y El Molinón redujo su aforo a 26.000 espectadores.

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Y, salvo reparaciones de urgencia y poco más, el estadio tuvo que esperar un cuarto de siglo para afrontar la que hasta ahora ha sido su última transformación, no exenta de problemas burocráticos, pero que supuso un cambio radical estrenado en 2010. Se saneó estructuralmente todo el edificio, se transformó la 'tribunona' con una nueva grada con voladizo, se adecuaron bajos, taquillas, accesos, palcos, vestuarios, sala de prensa y, lo más destacado, las fachadas diseñadas por el artista Joaquín Vaquero Turcios que cambiaron su imagen exterior. Doce años después los planes del Grupo Orlegi contemplan un nuevo Molinón.

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