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Campuzano celebra con Otero el gol que dio la victoria al Sporting ante el Eibar. Damián Arienza

Campuzano rescata al Sporting a lo rey Pelayo

Un gol del catalán, a falta de siete minutos para el final, da tres puntos de oro al Sporting que luchará por el 'play off' en la última jornada

Andrés Maese

Gijón

Domingo, 26 de mayo 2024, 20:55

Un gol de corazón de Campuzano, homenaje deportivo a la resistencia numantina del rey Pelayo, propiciará una última jornada en llamas. Un 'last-dance' en el que es posible el remonte hacia el 'play off' si se gana al Eldense. Dependerá del Eibar-Oviedo y del Villarreal B-Racing. Pero el tanto de Campuzano, héroe sin capa y en pantalones cortos, después de cuatro meses atrapado en un túnel, abre la puerta a todo.

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Sporting:

Yáñez; Rosas, Pablo Insua, Diego Sánchez, Cote; Hassan (Villalba, m. 56), Rivera (Nacho Martín, m. 66), Róber Pier (Queipo, m. 78), Gaspar Campos (Campuzano, m. 78); Juan Otero y Mario González (Djuka, m. 56).

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Eibar:

Luca Zidane; Róber Correa (Quique González, m. 77), Arbilla, Berrocal, Cristian (Ríos Reina, m. 70); Aketxe, Matheus Pereira (Sergio León, m. 85), Mario Soriano, Nolaskoain, Corpas (Alday, m. 77) y Stoichkov.

  • Goles: 1-0: m. 83, Campuzano.

  • Árbitro: Moreno Aragón. Amonestó en el Sporting a Insua, Villalba; y en el Eibar a Mario Soriano, Arbilla.

  • Incidencias: partido disputado en El Molinón ante 24.816 espectadores.

Fue un partido espídico. Embalado. El Eibar tuvo sensaciones y el Sporting, ocasiones. Antes del gol, un zurriagazo al larguero de Gaspar y un 'voleón' de Djuka que salvó Luca Zidane con la parada más impresionante del día. Pero el balón se resistió hasta el emboque del catalán. Premio a una segunda mitad en la que el Sporting espigó a base de cambios. Sobre todo con Villalba y Nacho Martín.

Desde el bocinazo final, el ambiente fue intimidante. Tensionó algo el partido, con el Sporting asomando con su clásico 4-4-2. Ramírez metió de nuevo mano para alistar a Gaspar, Insua y Christian Rivera, compinche de Róber Pier. Un mediocentro posicional y estático. Poco vuelo. Demasiada contención. El Eibar se desplegó como un oponente duro de roer. Un señor candidato al ascenso. Acampó alto, conocedor de los problemas que tenía el Sporting para encender su juego. Y le obligó una y otra vez a volver sobre sus pasos. A buscar a los centrales y a Yáñez. No fue un despertar florido del equipo, exigido por un equipo que compareció mandón, tratando de enfriar a El Molinón y de empujar hacia la portería de casa. Con el pequeño y descarado Mario Soriano, propiedad del Dépor, despelotando a los gijoneses en alguna arrancada desde segunda línea.

Insua y Diego

El partido fue una guerra de guerrillas todo el rato. A mordiscos, pulgada a pulgada. Al Sporting le sobraba corazón y le faltaba fútbol. Jugaba demasiado a la heroica, estirado, echando en falta calidad interior para superar líneas. Sobre todo cerca del rancho de Luca Zidane, donde no tenía luz. Los centros al área de Cote y Gaspar, la principal vía de escape, se encontraban con un bosque de piernas bien engrasado para el rebote. Solo hubo un punto de fuga en una zancada de Rivera, asociado con Mario, pero al delantero le ahogaron.

Sin estirar el pescuezo por completo en el partido el Sporting, que coqueteaba con la tragedia en cada contra forastera y en el que sobresalían Insua y Diego Sánchez, Gaspar reventó contra el larguero la mejor ocasión de todo el primer acto. Una aventura individual del canterano, que le mangó un balón al exrojiblanco Berrocal y salió a la contra con la corneta en la boca. Cerca de la frontal soltó un zurdazo que dejó tiritando el travesaño y salió fuera.

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El encuentro regresó de la caseta algo más pendular. Con el Sporting menos desajustado, pero sin terminar de dar con el hijo de Zidane. Ramírez indultó a Djuka y metió también a Villalba en juego cerca de la hora. Los cambios inflamaron al equipo y a El Molinón. Ya se jugaba a tumba abierta, con riesgo. El equipo empezó también a pelotear en largo, persiguiendo la velocidad al espacio de Djuka, y por una vía intermedia: la calidad por dentro del valenciano. Los dos, el '8' de palanca, levantaron de sus asientos a los aficionados con una plástica maniobra que mereció el 1-0. Pero Luca negó el gol con un paradón a la volea de Djuka.

Ramírez ventiló piernas un pestañeo después. Nacho Martín, también clave, por Rivera. Gaspar intentó un gol desde el centro del campo unos minutos antes de ser sustituido. Se fue en el último cartucho del técnico: Campuzano, de vuelta, y Dani Queipo. Todos los cambios aportaron en una segunda parte de vértigo. Como la canción de U2. Y a falta de siete minutos para el final, el Sporting descorchó. De ahí al final, sufrimiento. Resistencia. Y el grito de guerra del final.

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