Futuro

La sociedad asturiana debe decidir si está dispuesta a apretarse el cinturón en otras cosas para aumentar los recursos en I+D

Viernes, 23 de diciembre 2022, 16:47

Si habéis llegado hasta aquí, habéis logrado experimentar a través del más de medio centenar de páginas el vaivén de emociones que supone innovar en una región periférica. Es algo así como un todo o nada. Porque los números no acompañan, pero la ilusión está prácticamente intacta. Se sufren bajones, pero no se pierde el optimismo. Porque en eso consiste este juego: en saber dónde estamos, de dónde partimos y tener claro hacia dónde vamos. Solo así Asturias ganará credibilidad. Ni es momento de autocomplacencia, ni de euforias irreales. No somos los mejores, está claro. Pero tenemos suficientes mimbres para enderezar el rumbo.

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Según el último informe de la Comisión Europea, España es un país moderadamente innovador, lo que significa que está por debajo de la media de la Unión Europea. Dentro del país, el Principado también tiene un nivel 'moderado negativo': o sea, está por debajo de esa media española. Nuestra región está superada por el País Vasco, Galicia, Navarra, La Rioja, Aragón, Madrid, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia. Y lo peor no es tanto la posición como la tendencia, ya que entre 2014 y 2021 fue la comunidad que menos mejoró, con excepción de La Rioja.

La parte ciertamente positiva es que vamos mejor que esa media europea en el número de personas con educación superior, competencias digitales o personas empleadas en empresas del ámbito TIC. Es decir, tenemos mucho talento y del bueno. Y es ahí donde radica la auténtica eficiencia de nuestras inversiones en I+D+I. Claro que el gasto, como bien ha quedado reflejado en el arranque de este anuario, es uno de nuestros puntos más débiles, pese a ser uno de los grandes pilares de la innovación.

«No somos los mejores, pero hay mimbres»

CRISTINA TUERO

Coordinadora de AsturiasInnova+

Mejorar, por tanto, no es un éxito. Hay que mejorar mucho más rápidamente que los demás. Y necesitamos para ello generar verdadera ilusión por el futuro de Asturias. Dependemos de nosotros mismos. Ni siquiera la Agencia Española para la Supervisión de la Inteligencia Artificial recalará en la región, lo que quizás hubiera servido para superar alguno de nuestros complejos. Pero no fue una pugna en vano. Sirvió para mostrar las ansias de salir adelante de nuestra sociedad civil.

Las páginas de EL COMERCIO sirvieron de altavoz para la comunidad científica y empresarial, que se mostró, se reivindicó, miró de tú a tú al resto de España, y, aún tras el tropiezo, mantuvo la cabeza bien alta para exigir ese posicionamiento regional capaz de aprovechar un potencial y unas sinergias que siempre han estado ahí, pero que parece que ahora acabamos de descubrir. ¡Aprovechémoslo!

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Hagamos también un buen uso de la Agencia de Ciencia, Competitividad Empresarial e Innovación, que nace con la intención de tener un instrumento que permita una gestión más eficiente. Lo que seguro que será mucho más positivo, pero no esperemos milagros si, al final, los recursos que se gestionan son básicamente los mismos.

Con agencia o sin ella, lo que importa es poner financiación, tanto pública como privada. Que nadie escurra el bulto. Existe una corresponsabilidad a todos los niveles. Apoyar a la agencia tiene que ser dar un real y decidido respaldo a multiplicar el presupuesto que va a comenzar gestionando. Y, como sociedad, debemos decidir si estamos dispuestos o no a apretarnos el cinturón en otras cosas para este fin.

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Ha llegado el momento. Nos hemos creído lo que somos y lo que tenemos. Lo hemos unido. Lo hemos vendido. Y el ahora es futuro. Y nos reclama trabajo, disciplina y actitud. Somos Asturias. Que se note.

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