Íñigo Manso: «El futuro de Asturias no es inevitable, es 'inventable'»
«Esta región debería buscar su diferencial competitivo respecto a otros mercados, poner el foco en innovar y ser los mejores en eso», afirma el socio global de Transformación Cultural en Indra (Minsait)
Lamenta no haber «tenido la suerte de ser asturiano», pero se confiesa enamorado de esta tierra. Aunque Íñigo Manso (Madrid, 1965) lleva esa pasión en la sangre porque su abuelo fue la decimotercera persona que escaló el Naranjo de Bulnes, una hazaña que este «optimista digital y 'changemaker'» repitió años después. Manso estará a final de mes en Oviedo, en la Cámara de Comercio, explicando a los CEOs de empresas relevantes de la región la necesidad de un cambio de liderazgo para ofrecer un entorno favorable para que «fluya la innovación».
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-Se define o le definen como apasionado de las personas y de la innovación. ¿A partes iguales?
-La segunda sin la primera no se concebiría. Las personas son el eje que nos vertebra y mueve absolutamente todo. Por eso son ellas las que más me apasionan, pero si tengo que cuantificarlo, al 50%.
-¿Se nace innovador o nos hacemos innovadores?
-Para nada se nace innovador. Es una leyenda urbana. Nacemos con muy pocas cosas innatas y la mayor parte de ellas las adquirimos a base de trabajo y esfuerzo. Todos tenemos capacidad de innovar porque todos tenemos capacidad de entrenarla, pero no todo el mundo lo trabaja. La innovación requiere una nueva forma de pensar y plantearlo todo porque no vamos a poder aportar valor si no miramos de una manera diferente.
-¿Qué rasgos caracterizan a una persona innovadora?
-El principal, la curiosidad. Un estudio de Harvard relaciona la calidad de vida de las personas más longevas del mundo, además de a los hábitos saludables, a la curiosidad. Yo lo experimento en primera persona porque tengo un padre, arquitecto, que en un par de meses cumple 97 años, está fenomenal y mantiene intacto su espíritu de curiosidad: sigue leyendo, yendo a exposiciones, a museos... Y ese espíritu curioso nos lo ha trasladado a los cinco hermanos. No nacimos siendo innovadores, pero él ha generado un entorno propicio para ello. Lo único que nos ha dicho siempre nuestro padre es «hacer lo que queráis, pero intentar ser los mejores». Hay que trabajar duro, la cultura del esfuerzo. La innovación hay que entrenarla.
-¿Por dónde empezamos la transformación cultural: por personas, organizaciones o empresas?
-Me lo ha puesto muy fácil. La transformación digital de la que tanto se habla no va de tecnología, va de personas. Lo que marca la diferencia ahora es la velocidad del cambio. Alrededor de nosotros cambia absolutamente todo y nosotros, las personas, somos los que menos lo hacemos. Por eso en el entorno corporativo es tan importante la transformación cultural, cambiar la mentalidad para cambiar los comportamientos de esas personas antes de digitalizar o variar procesos. Hay personas que tienen la capacidad de ser 'changemakers', impulsores del cambio, de sensibilizar a la gente. Y eso es lo que tenemos que generar, muchos 'changemakers', para que cambiemos la sociedad que se nos está yendo de la mano.
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-¿Y quienes necesitan cambiar más, los directivos, los mandos intermedios o los operarios?
-Nosotros en Indra hacemos la transformación cultural empezando por los comités de dirección porque son las personas que más impacto tienen, son responsables de más personas, y porque el liderazgo TIC es un liderazgo transformador y tiene que ser ejemplificante.
-¿Y cómo tiene que ser ese líder?
-Honesto, humilde, humano y con humor. ¿A que nos iríamos con un líder con esas características? Son las que nos hacen más humanos. Lo que necesitamos es generar un entorno idóneo porque la innovación florece mucho más donde existe motivación. Y está claro que el positivismo, el optimismo y ese entorno motivador la hace fluir.
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-¿Hay un excesiva jerarquización en las empresas?
-Así es. ¿Somos jefes de qué? En mi casa se hace lo que obedezco yo. A mí me gusta el modelo de redarquía, que coge lo mejor del de jerarquía y lo mejor del modelo en red, de las 'startups'. El que toma la decisión lo que tiene que hacer es escuchar la diversidad para dar la respuesta idónea. Y esa respuesta está en la suma de capacidades de la gente. Lo que tiene que hacer un líder es rodearse de gente diferente de él, y si puede ser, que sea mucho más inteligente que él.
Desaprender y reconvertirse
-Hablemos de Asturias, región en pleno proceso de transformación, más por obligación que por convencimiento. ¿Algún consejo al tejido empresarial asturiano para impulsar ese cambio de mentalidad?
-Lo que está ocurriendo en Asturias es un movimiento de transformación reactivo y no proactivo. Lo ideal sería habernos adelantado a lo que está ocurriendo (cierre de minas, etc.). Lo segundo más importante es entender que necesitamos un proceso de transformación personal. Asturias tiene una ventaja extraordinaria: su tamaño. Lo que le diría a los consejeros de Asturias es: mirad fuera de vosotros mismos, pensad en el medio y largo plazo, en un modo aprendizaje y no de protección, viendo las cosas de forma diferente. Hay ejemplos extraordinarios en el mundo para mirar. Por ejemplo, Corea del Sur, que saliendo de una guerra ha innovado lo que no está escrito, o Israel, sin recursos naturales, que ha generado un entorno que siempre está en situación de reto y no en zona de confort. Además, Asturias tiene el mejor ejemplo de emprendimiento: los emigrantes, que son grandes emprendedores.
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-¿Alguna sugerencia de perspectiva de enfoque?
-Hay que elegir poner el foco en dos, tres o cuatro áreas en las que se pueda ser diferenciador. Asturias debería buscar su diferencial competitivo respecto a otros mercados y poner el foco en innovar y ser los mejores en eso. Por ejemplo, creo que la región tiene una característica de la que España perdió el tren su momento: el turismo de calidad. Tiene paisaje, cultura, gastronomía y gente amable. Pondría el foco en tener esa oferta turística diferenciadora de calidad.
-Pero somos una región eminentemente industrial y queremos seguir siéndolo, aunque adaptándonos a los tiempos.
-Pues otro ejemplo: Asturias tiene algo que no tienen otros sitios: el agua, que es uno de los ejes que van a vertebrar todos los temas geopolíticos y económicos en los próximos años porque va a ser el recurso más necesario. Todo lo que es innovación enfocada al agua tiene mucho futuro. Lo ideal es buscar visiones alternativas a las que hemos tenido, salir de la región y coger perspectiva. Al final lo que tienes que crear es un producto que te compren los demás. Otro posible eje clave para el Principado está en la alimentación personalizada con mercados totalmente diferentes.
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-¿Y qué les diría a los asturianos de a pie?
-El cambio es una puerta que se abre desde dentro. Tienes que tener el punto de valentía para desaprender y reconvertirte. Cada uno de nosotros es clave.
-Es decir, que nos creamos que el cambio es posible y nos atrevamos a hacerlo.
-El futuro de Asturias no es inevitable, es 'inventable'. Los asturianos son gente emprendedora y valiente, y tienen que dar un paso más largo a ese lugar no tan conocido, como lo hicieron los que emigraron. Hay que inventar el futuro.
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