Comprender el proceso biológico de envejecer para mejorar la salud

Junto a las seis áreas de trabajos habituales del ISPA (Biotecnología y Análisis Biomédico; Cáncer; Cardiología, respiratorio y renal; Inmunología, Microbiología e Infección; Metabolismo; Neurociencias y órganos de los sentidos; y Atención Primaria y Cuidados de salud), y en paralelo a la del Microbioma, el Comité Científico del instituto creó otra área transversal de investigación: la del Envejecimiento. Coordinada por José María Pérez Freije está integrada por 15 grupos de investigación de las distintas áreas, en algunos casos referentes mundiales en este campo.

Su constitución parte de una base muy sólida», con cientos de trabajos previos y numerosos proyectos de investigación en marcha financiados en «convocatorias competitivas». Proyectos que han dado lugar a trabajos recogidos en prestigiosas revistas científicas como 'The hallmaks of aging' de Carlos López-Otín y su equipo, uno de los artículos sobre envejecimiento más citado de todo el mundo desde su publicación en la revista Cell.

Pero ¿cual es el enfoque general? El que parte de que el envejecimiento implica «una pérdida progresiva de la integridad fisiológica y constituye el principal factor de riesgo para múltiples patologías relevantes, como el cáncer y las enfermedades metabólicas, cardiovasculares y neurodegenerativas». Un punto de partida que se une a dos premisas: el aumento de la esperanza de vida y que estamos en un país envejecido y, especialmente, en una comunidad autónoma que se alza con el liderazgo del envejecimiento (un 20% de la población supera los 70 años). Es por ello esencial que se pueda «generar conocimiento científico que facilite la comprensión de este proceso biológico y que pueda contribuir a mejorar la salud de la población de edad avanzada».

Trabajo por delante hay mucho: identificar factores genéticos o ambientales implicados en la fragilidad de las personas; describir mecanismos moleculares, celulares y fisiológicos responsables de los cambios; caracterizar las patologías más prevalentes asociadas a la edad (alteraciones óseas, enfermedades cerebrales y neurodegenerativas, cardiovasculares...); estudiar el envejecimiento en animales; y el abordaje integral del estudio de la fragilidad de los ancianos así como el diseño de iniciativas comunitarias de envejecimiento. Unos objetivos, por tanto, «muy amplios y muy ambiciosos».

Trasladar a la sociedad los resultados de investigación básica «rigurosa y de calidad» con una aplicación práctica también será trascendental, explica Pérez Freije. Y el hecho de que muchos investigadores del área son clínico «facilita la aplicación directa en el campo sanitario del conocimiento generado». Pero, además, habrá un traslado efectivo de esos resultados investigadores a los sectores industrial y sanitario. Algo que llegará de la manos de creación de empresas, contratos en ellas, desarrollo de patentes, o elaboración de guías clínicas.

José María Pérez Freije habla de una investigación biológica y biomédica con «herramientas inimaginables» que están permitiendo generar resultados «a un ritmo vertiginoso». Sin embargo, considera que la transferencia de esos avances a la atención sanitaria es «y debe ser muchos más lenta». «No podemos generar falsas expectativas a la sociedad porque generaríamos rechazo y frustración», señala. Y pone el ejemplo de las vacunas contra la covid desarrolladas en un año desde la aparición de la enfermedad «en un éxito sin precedentes por su rapidez» y con una investigación básica «que fue cuestión de semanas». «La aplicación de los resultados de investigación requiere una gran dosis de prudencia y de paciencia», añade.

¿Y podrá acceder todo el mundo a los mismos tratamientos? «Es injusto que la sociedad contribuya a mantener el sistema científico en funcionamiento y luego los avances no beneficien a todos por igual o que proporcionen un lucro desmesurado a determinados sectores económicos. Pero el conocimiento se está haciendo accesible a todo el mundo, de manera que prácticamente cualquiera con conexión a internet lo tiene a su disposición», apunta el investigador. Y añade: «Si tenemos un sistema científico sólido, no solo estaremos en condiciones de generar conocimiento, sino también de sacar partido del ya existente».

La lección que deja la crisis sanitaria es que «la investigación en envejecimiento es claramente importante ante una pandemia en la que la edad es el principal factor de riesgo y las bases biológicas de la especial vulnerabilidad de los ancianos frente a la misma son todavía desconocidas en gran medida», apunta el investigador.

Por último, también Pérez Freije tiene petición para la Administración: «Poder trabajar en paz. Que hagan todo lo posible por hacer más sencilla y amigable la gestión de la investigación y por agilizar los procedimientos. En muchos casos no es tanto cuestión de invertir gran cantidad de recursos económicos como de permitir que los existentes se puedan utilizar de forma óptima».