Por la izquierda, Juan Ramón Tejedor (investigador postdoctoral Juan de la Cierva), Mario Fernández Fraga y Agustín Frenández (investigador Miguel Servet). ÁLEX PIÑA

«Este test permitiría un cribado a escala masiva en una hipotética segunda oleada»

Mario Fernández Fraga, investigador del CINN-CSIC, lidera, junto con Juan Ramón Tejedor y Agustín Fernández, un proyecto nacional que busca un test más rápido y eficaz con balizas moleculares

Martes, 2 de junio 2020, 01:35

«Una respuesta desesperada por aportar nuestro granito de arena a la situación que se estaba viniendo encima». De esta manera surgió el proyecto que lidera el investigador del CINN-CSIC Mario Fernández Fraga, junto a Juan Ramón Tejedor y con la participación de Agustín Fernández. El peso del trabajo recae en el laboratorio de Epigenética del Cáncer y Nanomedicina que Fernández Fraga coordina simultáneamente desde el CINN-CSIC, ISPA, IUOPA y el Centro de Investigación en Red de Enfermedades Raras (CIBERER). Un amasijo de siglas que pone aún más de relieve la trascendencia de la colaboración científica.

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¿Y qué se busca? Un test que, a través de balizas moleculares, permitirá la identificación rápida y eficaz de ARN de SARS-CoV-2 en las muestras de pacientes. El proyecto que financia el Instituto de Salud Carlos III plantea optimizar pasos respecto a las conocidas PCR. ¿Cómo? Por un lado, empleando nanopartículas magnéticas para la captura de las moléculas de ácido ribonucleico (ARNs), con lo que «se espera enriquecer las muestras con moléculas de ARN del virus –en el caso de que lo haya– para facilitar su posterior detección mediante otras técnicas de diagnóstico, ya sean PCR u otras», explica Fernández Fraga.

Por otro lado, está la auténtica base del proyecto: ese ensayo mediado por balizas moleculares fluorescentes como método alternativo a las PCRs. «Estas balizas actúan como 'chivatos'. Es decir: en condiciones normales no emiten ninguna señal, pero en presencia de la molécula diana adquieren un cambio en su conformación y emiten fluorescencia, lo que nos indica la presencia o ausencia de partículas virales en la muestra». Su propuesta parte de la premisa de «poder detectar la molécula de ARN de manera directa y en ausencia de amplificación de ácidos nucleicos» y, para ello, explica muy gráficamente, están «implementando en la reacción una serie de sistemas de retroalimentación de la señal que funcionan de manera semejante a cuando se rocía de combustible una hoguera, con el fin de mejorar el límite de detección de la técnica en varios órdenes de magnitud».

El desabastecimiento a nivel internacional de algunos reactivos está ralentizando el avance de la investigación, que ahora se centra en la puesta a punto «de la reacción de detección del RNA vital mediante balizas» y del «sistema de captura de ARNs». Y los primeros resultados, a la espera de su comprobación en laboratorio, están siendo satisfactorios.

«La mayor virtud de esta técnica sería su elevando potencial de escalabilidad y su bajo coste. Se podrían realizar muchos más test por menos dinero», explica el investigador. También añade que sería «complementaria» con la PCR, ya que «permitiría un cribado a escala masiva en el hipotético caso de una segunda oleada de la enfermedad o bien facilitaría un escaneo exhaustivo del personal sanitario en una ventana de tiempo más corta».

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Más inversión

¿Qué ha supuesto la pandemia desde el punto de vista científico? Mario Fernández Fraga lo tiene claro: «Un reto sin precedentes en la historia moderna». Ellos, por ejemplo, han visto cómo se paralizaban investigaciones «de vital importancia» en materias como cáncer y enfermedades raras por culpa del cierre de laboratorios. «La parte experimental ha quedado ineludiblemente tocada y llevará tiempo arrancar de nuevo», lamenta. Por ello, junto a retomar pronto esas investigaciones, lo que Fernández Fraga pide es un aumento en la inversión en I+D, mejorar la estabilidad laboral para el personal investigador, y simplificar una burocracia que ralentiza el propio proceso investigador. «El avance y la prosperidad llegan a través de la ciencia. Los beneficios que la inversión en ciencia se reportan a la sociedad, en forma de nuevos medicamentos o nuevas herramientas de diagnóstico, son de un valor incalculable», afirma.

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