Arcelor reconoce el éxito del paro

Seguimiento total y ausencia de incidentes. Así resumieron ayer los sindicatos de ArcelorMittal la primera huelga general que los siderúrgicos españoles convocan en la multinacional que preside Lakhsmi Mittal. En Asturias, el paro de 24 horas comenzó a las seis de la mañana, coincidiendo con el cambio de turno, en las factorías de Gijón y Avilés, en cuyas puertas se concentraron grupos de trabajadores que levantaron barricadas de neumáticos. Solo el personal que presentó cartas de servicios mínimos tuvo acceso a las plantas. Los sindicatos se mostraron satisfechos por la «asistencia masiva» a la huelga y señalaron que se sienten «reforzados» para reanudar las negociaciones, si la empresa retira «el chantaje» de aplicar la reforma laboral.

Fuentes próximas a la empresa confirmaron que la producción quedó paralizada en las dos factorías asturianas. Los sindicatos criticaron, sin embargo, la aplicación de unos servicios mínimos, considerados «abusivos», que habían sido pactados en un acuerdo del año 2005 para un conflicto de las empresas auxiliares. De 6.100 operarios con que cuentan las plantas, ayer trabajaron 800 como servicios mínimos.

Los sindicatos se mostraron muy satisfechos al final de la jornada con el resultado de la primera huelga general en todas las plantas españolas que tiene lugar en la compañía desde que fue adquirida por Mittal. «Vamos a por todas», dijo el presidente del comité de empresa en la factoría de Gijón, Ángel Álvarez Novo. Según explicó, las movilizaciones continuarán a partir de ahora y aseguró que «se harán más contundentes» porque «el órdago de la empresa es muy grande, nos ha sorprendido a todos y ha roto el diálogo social y la negociación, que históricamente siempre hubo». También dejó claro que «tras la segunda jornada de huelga del día 29 habrá movilizaciones más intensas».

En Gijón, tras varias horas de concentración ante las tres porterías de la factoría, los trabajadores cortaron el tráfico en la carretera AS-19, que une Gijón y Avilés. En manifestación se dirigieron, a las nueve de la mañana y a las dos de la tarde, desde la entrada de la fábrica en Veriña hasta la rotonda de la AS-19 y cortaron el tráfico de vehículos.

En Trasona, los trabajadores se empezaron a agolpar delante de la puerta de Arcelor sobre las 5.30 de la mañana, justo antes de que la entrada del turno de las 6, sin incidentes. Para el turno de las 8 había unos 100 trabajadores en la puerta y también se encendió una barricada. Sobre las 9.30 hubo un pequeño corte de la carretera que va de Trasona a Avilés, aunque no hubo incidentes porque la Guardia Civil había desviado los accesos con anterioridad.

Un portavoz de la empresa confirmó que los servicios mínimos funcionaron «al cien por cien» y dijo que con ello «se aseguró la conservación de las instalaciones esenciales de nuestro proceso productivo». También señaló que trabajadores de empresas auxiliares habían accedido a las factorías como parte de los servicios mínimos.

Más protestas

El secretario general de CC OO en Arcelor, Ángel Díaz, también cree que habrá nuevas movilizaciones. «La huelga -dijo- es un punto de partida y el inicio de una posición de fuerza para que la empresa acepte negociar sin imponernos la reforma laboral». Según Díaz, «nosotros siempre hemos estado al otro lado de la mesa para negociar y ahora nos hemos encontrado con que una cultura social de décadas se ha roto y por eso mantendremos nuestra postura de fuerza con movilizaciones hasta que la empresa deje de chantajearnos». El responsable de CC OO habló de «paro masivo» y «gran participación de los trabajadores», para referirse a esta primera huelga.

Pedro Cancio, responsable de la Unión Sindical Obrera (USO), valoró muy positivamente la importante participación en la jornada de huelga, así como la ausencia de incidentes.

También habló sobre el conflicto de ArcelorMittal el secretario general de CC OO en Asturias, Antonio Pino. Considera que la dirección de la empresa debería sentarse a negociar. Pino señaló que la multinacional se va a encontrar a partir de ahora con un proceso de movilizaciones que «no vamos a hacer de manera suicida ni poco inteligente y por el que la empresa debería de tomar nota».