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José Manuel Naredo, José Luis González, José Manuel Marrón y Miguel Ángel Moreno. :: LUIS SEVILLA
ECONOMÍA

«Nos pasamos la vida al servicio de Coca-Cola»

Jubilados de la planta de Siero recuerdan los tiempos en los que la embotelladora «era una gran familia» e instan a la multinacional a intervenir

AIDA COLLADO

Domingo, 26 de enero 2014, 11:30

Desde hace unos años, el bar La Piscina cierra los sábados por descanso. Antes cerraba los domingos. En aquel entonces, el pequeño local de Colloto en el que muchos empleados de Asturbega se reúnen al salir del trabajo, encargaba 35 cajas de Coca-Cola en cada pedido. «Luego, nosotros nos bebíamos unas 30. Los mismos que se las vendíamos, se las comprábamos al acabar la jornada», recuerdan entre sonrisas de medio lado cuatro jubilados de la planta. Es sábado, así que se encuentran ante una puerta cerrada a cal y canto y la nostalgia amenaza con aparecer. Pero no hay tiempo para batallas. Quieren defender su legado, dar la cara «por los jóvenes de los que nos sentimos orgullosos». No pueden dejarse llevar por el desánimo. «Hala, vamos pa'l Nora», zanjan.

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Allí, ante un caldo y algún descafeinado de máquina, repasan los que para ellos fueron los mejores años de la embotelladora: «Cuando éramos una familia, jugábamos la partida con los jefes y todos, todos, éramos Coca-Cola: la muyer, los fíos, los amigos... a nadie se le ocurría beber otra cosa, vender otra cosa». No es que la relación de los trabajadores con Asturbega haya cambiado. «Siempre trataron a los obreros como nadie en Asturias», reconocen. «Este año, los jubilados y las viudas volvimos a recibir nuestra cesta de Navidad», argumentan a modo de prueba. «¿Quién hace eso hoy en día?». Irrefutable.

Pero el sentimiento de agradecimiento hacia Asturbega se torna en resentimiento al hablar de Iberian Partners, la firma que desde el verano agrupa a las siete embotelladoras españolas que trabajan en exclusiva para Coca-Cola. La firma que ha decidido cerrar la planta asturiana. La firma «que debe estar mal de la cabeza, porque esto ye rentable y lo que están haciendo ye un atropellu, un atraco a mano armada».

Por eso, creen que aunque la empresa responsable de la decisión es 100% española, «la marca Coca-Cola, la sede española de la multinacional, debería intervenir». Hacia ella dirigen sus quejas. ¿Por qué? «Porque nos pasamos la vida a su servicio, siguiendo sus principios». Porque en Asturias, al margen de esquemas accionariales, al margen de que trabajen para la propia marca o para su embotelladora oficial, ellos son la imagen de Coca-Cola.

José Luis González lo es desde un 2 de enero de hace más de cincuenta años. Desde el primer día que comenzó a trabajar en la planta y salió a vender como ayudante del señor Cortina. «Era uno de los grandes». El vendedor era también quien conducía el camión, quien repartía la mercancía y quien se responsabilizaba de las cuentas. «Y Cortina estrenaba todos los camiones nuevos que llegaban a la fábrica. Lo que decía: uno de los grandes». Ese primer día de trabajo, fueron a El Entrego. «Había caído una nevada impresionante y nos quedamos tirados. Al parecer, el día de Año Nuevo nadie le había echado gasoil al camión», cuenta aún sorprendido. «Tuvimos que repartir todas las coca-colas con una carretilla entre la nieve... Horas más tarde, conseguimos cinco litros de gasoil que nos dieron para volver, pero al final tuvimos que dejar caer el camión en punto muerto hasta que entró en la planta». Fue la primera de muchas más aventuras «en las que siempre defendimos el nombre de Coca-Cola».

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A su lado se sienta el presidente de la Asociación de Jubilados de Asturbega, Miguel Ángel Moreno, quien trabajó 40 años para la empresa desde el momento en que recibió los dos pantalones, las dos camisas, la única chaqueta y la corbata del uniforme. Vivió los años en los que la factoría contaba con delegaciones en Ribadesella, Navia, Ponferrada, León y Gijón... Hoy solo cuenta con 135 empleados en Siero y 9 en una pequeña oficina de León. 144 en total, de los que de cumplirse los planes de Iberian Partners solo 16 conservarán su puesto. «Nadie se esperaba esto después de que invirtieran casi seis millones de euros en modernizar la maquinaria», apunta.

Le da la razón José Manuel Naredo. Él pasó la mayoría de los 38 años que trabajó para Asturbega sin salir de la planta: «Fui vendedor y luego me pasaron a Alimentación. Eso fue antes de ser pre-ventista, de los que hacen los pedidos... Y cuando empezaron a abrir las grandes superficies empecé en merchandising, donde me jubilé». Ha hecho casi de todo. «¡Hasta enseñar a conducir a Marrón!».

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El aludido, José Manuel Fernández Marrón, entró a la empresa con 19 años «y hasta los 21 no se podía sacar el carné de segunda, así que enseñáronme a conducir los compañeros, cuando les carreteres no eren lo que son y para maniobrar aquellos camiones, que no pasaben de 40 kilómetros por hora, teníes que haber 'desayunao' bien», explica. Al estar prejubilado con un contrato relevo, es el único sentado a la mesa del Nora que pudo acudir a la asamblea de trabajadores del viernes. «Los chavales tienen que protestar, no se pueden quedar quietos», anima.

Las tazas están vacías y las historias se amontonan, dando forma a una sola. Se dirigen a la plantilla, «a los chavales», para repetir lo mismo hasta la saciedad. «Que no tengan miedo. Siempre tendrán nuestro apoyo. No están solos. Haremos lo que haga falta». Hasta empezar a pedir «solo sidra» en los bares, comprometen con pena. Y ahora sí. La nostalgia.

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