El Museo del Calamar y el dique de Cudillero, arrasados
La fuerza de las olas arrasa varios negocios en Luanco y causa graves destrozos en Candás, Tapia y Tazones, donde la rula quedó anegada
A. VILLACORTA
Lunes, 3 de febrero 2014, 09:33
Millones de euros fueron arrastrados por la fuerza de la mar y los embates de las olas que llegaron a superar los nueve metros con la pleamar de las seis de la mañana de ayer. El temporal marítimo que azotó el litoral Cantábrico de madrugada, cuando la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)había decretado la alerta roja por fenómenos costeros, provocó que Asturias se despertase con una grave resaca de daños en toda su costa, del Oriente al Occidente, y un panorama desolador en las localidades más importantes. Con hosteleros intentando recomponer sus negocios anegados y propietarios de embarcaciones tratando de amarrarlas a duras penas.
La viva imagen de la desesperación eran las lágrimas del presidente de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marina, Luis Laria, tras comprobar que las instalaciones del Museo del Calamar Gigante, en Luarca y gestionado por Cepesma, se encontraban «completamente destrozadas» en sus dos primeras plantas, además de que las piezas expuestas habían desaparecido mar adentro.
Laria explicó que los daños en la infraestructura son muy cuantiosos y cifró en dos millones de euros el valor de contenidos museísticos «únicos», dado que esta instalación, que Laria da por «muerta», albergaba una de las mejores colecciones de calamares del mundo.
En cuanto al resto de la villa, el puerto se llevó una de las peores partes, con daños importantes en el dique pequeño y vehículos arrastrados contra la barandilla del paseo.
El oleaje también arrancó de cuajo muchas de las barandillas de seguridad de las zonas próximas al puerto. Y, en el espigón de la Marchica, en la zona del club náutico, «descalzó el dique y movió piedras, abriendo un socavón en el hormigón», explicó el concejal de Obras del concejo, Balbino Suárez. Además, hay multitud de establecimientos hosteleros dañados.
En los arenales, la zona de duchas y el edificio de los baños de la Playa de Salinas (Playa Tercera) quedaron totalmente destrozados, con muros de piedra que se vinieron abajo. Las tres playas de la capital valdesana perdieron gran cantidad de arena y quedaron cubiertas de piedras.
Otro de los puntos azotados con crudeza por los embates de las olas fue el espaldón de Cudillero, donde la incontestable furia de las olas provocó que entre 60 y 70 metros del dique se vinieran abajo.
La presidenta de la comisión gestora del Ayuntamiento, Olga Fernández, señaló, demás, que «es justo el dique que mira hacia el norte, con lo cual entra todo el oleaje y el puerto ha quedado totalmente desprotegido».
La galerna también hundió cuatro botes en el puerto, donde dejó farolas y losas arrancadas y vehículos que chocaron entre sí, mientras que, en la playa de la Concha de Artedo, arrancó partes del paseo y hay tres casas afectadas, con paredones caídos y sótanos inundados.
Críticas a las autoridades
En el municipio, las críticas no se hicieron esperar, porque tanto la presidenta de la gestora como el patrón de la cofradía de pescadores pixuetos, Salvador Fernández Marqués, achacaron la destrucción del dique a «la falta de mantenimiento», que llevan reclamando «años».
Y, en Tapia de Casariego, las acometidas de las olas rompieron parte del muelle del Rocín, «tirando unos 50 metros de la mureta de arriba», explicó el alcalde, Enrique Fernández. El agua se coló, asimismo, en la rula, rompiendo las puertas y causando destrozos a su paso. También numerosos establecimientos hosteleros del entorno del muelle resultaron seriamente perjudicados, así como los locales de Salvamento Marítimo y la Cofradía de Pescadores. El campo de fútbol del Real Tapia, La Xungueira está totalmente arrasado, con vigas que han sido desplazadas hasta la mitad del césped y parte de las gradas inutilizadas.
Entre tanto, en la costa del Cabo Peñas, el temporal se cebó en el puerto de Candás y en la fachada marítima de Luanco, arrasando parte de la flota amarrada en el muelle candasino, donde hundió 14 embarcaciones deportivas las pesqueras habían tenido la precaución de resguardarse en Gijón, ya que la corriente del interior de la dársena del puerto causó especial impacto en los barcos de menor eslora atracados en la zona de pantalanes.
El oleaje provocó primero el hundimiento y después la rotura de los amarres arrastrando algunas embarcaciones hasta los arenales del entorno portuario. Porque, según explicaron a ELCOMERCIO algunos testigos, la altura del mar y las fuertes corrientes que se generaron en el interior del puerto por su falta de calado fueron las principales causas del desastre entre los barcos más pequeños, hechos añicos en pocos minutos por la marejada pese a los esfuerzos de sus armadores, lo que obligó a efectivos del Principado a prestar ayuda para subir a tierra algunas de las lanchas de recreo que todavía permanecían en las zonas de atraque tras la furia marina.
Herido e intento de robo
Mientras tanto, en la vecina villa marinera de Luanco, en plenas Fiestas del Socorro y donde el mar entró cien metros tierra adentro, el temporal se cebó especialmente en la fachada marítima de la playa de La Ribera. En esa zona, afectó a seis establecimientos de hostelería, una casa y la pasarela del arenal.
Algunos testigos presenciales explicaron que, alrededor de las seis y media de la mañana, como si se tratase de un tsunami, la marejada superó la pared que bordea el arenal internándose varias calles en el interior del casco urbano.
Pero el momento culminante se produjo una hora más tarde, cuando una ola impactó «como un trueno» en el frente costero rompiendo puertas y cristales de los locales, en los que todavía permanecían muchas personas. Los mismos testigos relataron cómo el temporal arrastró a personas y muebles del interior de los bares y que clientes y propietarios se refugiaron bajo las mesas. Una situación que calificaron de «dantesca» que dejó un herido por la rotura de varios cristales.
En uno de estos establecimientos, pese a los avisos de los vecinos de que desalojaran el local, que en ese momento estaba lleno, «no hicieron el menor caso», con lo que el impacto del oleaje arrastró las máquinas tragaperras y, como anécdota, uno los clientes aprovechó el momento para intentar robar la recaudación de una de ellas.
Pero la inquietud sigue, ya que está prevista la llegada de un nuevo temporal. Y, durante toda la mañana de ayer, tanto las brigadas de Bomberos de Asturias como operarios municipales se afanaron en sellar los locales para impedir que las mareas puedan causar más destrozos en sus patrimonios.
En cuanto a la flota local, no sufrió daño alguno con excepción de una embarcación atracada en el muelle viejo que quedó a en el lugar donde se encontraba atracada. Y tampoco se salvaron otras zonas del concejo de Gozón, donde la pleamar afectó también a algunos establecimientos situados en la margen derecha de la ría de Avilés en el núcleo de San Balandrán.
Allí, los mayores del lugar juraban que nunca habían visto algo parecido y los hosteleros aseguran que las perdidas serán notables, ya que además, tenían muchas reservas que se van a perder.
Tazones fue otra de las localidades que se llevó la parte, con embarcaciones rotas, negocios destrozados y la rula anegada, hasta el punto de dejar inservibles cámaras frigoríficas y equipos informáticos.