«En Grado siempre compramos algo, hay productos muy buenos y de cercanía»
El Mercadón de Otoño llenó la villa moscona de compradores, que agotaron el género en buena parte de los 44 puestos de venta
Día soleado, buena temperatura y Mercadón de Otoño en Grado. La conjunción perfecta para que centenares de asturianos llenaran ayer la villa moscona. La gran ... afluencia de público a la cita con los productos del otoño hacia casi imposible, primero encontrar aparcamiento, y segundo poder adquirir los productos, sobre todo para aquellos que eligieron las últimas horas del mercado para intentar comprar.
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Las ventas en las primeras horas fueron flojas, pero el buen tiempo y la incesante llegada de un público con ganas de adquirir productos de cercanía posibilitó que las existencias en varios de los 44 puestos ubicados en el parque de Manuel Pedregal se terminasen antes de dar por finalizada la cita. Setas de los montes cercanos, tomates y pimientos de las huertas mosconas y les fabes fueron los productos favoritos a la hora de aflojar las carteras.
Así lo hicieron los ovetenses Marino Pérez y Marisa Grande. «Somos asiduos a los grandes mercados de Grado, solemos venir a los tres y siempre compramos algo porque son productos de calidad y como muy de casa, de cercanía», explicaba Grande, mientras su marido abonaba varios tipos de quesos. «Ya va aflojando la cartera. Primero fabes, miel... y ahora quesos», decía sonriente.
Las ventas se animaban, y eso que no las tenía todas consigo, en el puesto de Roberto Suárez, de Quinta Martínez, que llenó su estand con fabes 'de manteca', esas que no tienen piel y que ayer el kilo rondaba los 13 euros en la verde y los 16 en curada. Antes de finalizar la mañana no había existencias tampoco de los tomates de su huerta, lo último en vender fueron unos apetitosos pimientos. Suárez temía que «entre la humedad, las orugas y el atraso que hay este año se resienta la producción y tengamos que subir algo el precio». Lo que tiene claro es que «la calidad de la faba nueva es excelente como cada año».
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Y para acompañar en la elaboración de una buena fabada, y en general de guisos y otros productos como desde hace treinta años, allí estaba el material de Fernando Jiménez, con su pimientos artesanales de cosecha propia, La Ristra. Jiménez acude a los tres mercadones de Grado. Y lo hace desde Cáceres. Las setas vendidas por Sandra Tronco a granel fueron otros de los productos que encandilaron al respetable a la hora de elegir qué comprar. «Vistas y no vistas», se lamentaba Arturo Martínez, que había llegado desde Trubia, y tras dar varios paseos y tomar algo fue a comprarlas y, decía, «casi no hay ya»..
Martínez va se había aprovisionado también de anchoas de Santoña. «Son exquisitas, no para comerlas todos los días, pero es que no tienen ni un pelo», explicaba contento de la compra realizada.
Más abundante era la oferta de miel: de eucalipto, de castaño, mil flores, brezo, roble entre otras muchas variedades. A la villa moscona llegaron productores oriundos, pero también de otras partes de Asturias, con buenas cosechas, lo que facilitó el poder elegir a los compradores.
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Las distintas variedades de quesos asturianos son otro valor añadido para este tipo de mercados que apuestan por la calidad y el producto de cercanía. Al igual que panes y dulces, como los elaborados por Panduru repostería circular que desde Gijón llevaron a Grado sus dulces elaboraciones realizadas con base de pan duro, «hechas con mucho cariño y aprovechando ese pan duro que hay en muchas casas», apuntaba Ana Marcos.
Entre compra y compra por el parque de Arriba, los visitantes también pudieron disfrutar de la música tradicional del taller de pandereta y baile de Grado.
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