El problema demográfico de Asturias no se circunscribe al medio rural, aunque es en el campo donde más agudizado se encuentra. Le ocurre a ... la región, en primer lugar, que su nivel de natalidad se ha desplomado hasta el entorno de los 4.700 nacimientos anuales (así ha sido los últimos tres años, tras una larga caída desde mediados de los años setenta del siglo XX, cuando los nacimientos doblaban las muertes en Asturias y se situaban por encima de los 17.000 al año) mientras que su índice de mortalidad se ubica entre los 13.000 y los 14.000 decesos anuales. Asturias, pues, viene a perder anualmente por esta vía de 8.000 a 9.000 habitantes. No hay reemplazo demográfico endógeno, y ello conlleva el segundo inconveniente: un envejecimiento galopante de la región.
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Pero en los últimos años, y con la espada de Damocles del simbólico y sintomático momento en el que la región pierda el nivel del millón de habitantes, el Gobierno del Principado ha venido reportando en reiteradas ocasiones que Asturias es receptora neta de emigrantes, tanto a nivel interno del país –el saldo de movimientos poblacionales entre regiones– como, sobre todo, en cuanto a la llegada de nuevos vecinos desde el extranjero, que en los últimos años se ha incrementado de forma notable.
Esto ha permitido, por ejemplo, que Asturias se mantenga oficialmente por encima del millón de habitantes. De hecho, las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2022 ya muestran en 2024 un notable descabalgamiento respecto a los datos observados realmente, en parte debido a esa entrada de inmigrantes por encima de lo esperado. El INE preveía hace apenas dos años que la población de Asturias habría bajado de la barrera del millón en el paso de 2023 a 2024, y las proyecciones incluso apuntaban a un aceleramiento de ese decrecimiento hasta llegar a 2037 con un nivel de población de unos 939.000 habitantes, con una diferencia entre sexos incluso superior a la actual, con unas 46.000 mujeres más que hombres. Es más, el INE tiene previsto presentar hoy mismo las proyecciones actualizadas, en las que se corregirán las desviaciones que se han venido experimentando en los últimos dos años sobre sus anteriores predicciones.
Valga esta introducción para señalar la relevancia que tiene el hecho de que los ciudadanos extranjeros en la región decidan adoptar la nacionalidad española, un procedimiento para el que, según su país de origen, tienen que haber pasado en territorio nacional entre uno y diez años. Es un síntoma de que se han asentado y adaptado a su nuevo hogar, y no deja de representar un compromiso con Asturias y con España. No son, evidentemente, las mismas las cifras de entrada de inmigrantes que las de aquellos que deciden dar el paso de nacionalizarse. En 2023 fueron en Asturias 2.562 los extranjeros que pudieron dar ese paso, con la particularidad de que las mujeres fueron muy mayoritarias (1.551, por 1.010 hombres). A nivel nacional, fueron 240.208 los procesos finalizados en 2023, de los que 131.720 fueron mujeres y 108.488, hombres, una diferencia proporcionalmente menor que la de Asturias.
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Y también hay que dejar claro que Asturias, por el momento, está muy por debajo de la media de las comunidades autónomas tanto en recepción de inmigrantes como en porcentaje de población extranjera (en torno al 9% del total de los asturianos han nacido fuera de España) y en nacionalizaciones. Pero, dicho esto, también es cierto que la cifra de adopciones de la nacionalidad de los últimos once años, del 1 de enero de 2013 al 31 de diciembre, es relevante. Son nada menos que 17.940 las personas que han dado el paso en ese periodo, con los dominicanos como el grupo más destacado a lo largo de todo este periodo, con un total de 2.367 procesos de adquisición de la nacionalidad, es decir, un 13,2% del total, seguidos a cierta distancia por Colombia (1.997 personas y un 11,13% ) y Marruecos (1.796 nuevos españoles y un 10,01% del total), en una lista que incluye 50 países de origen.
En el resto de España, la adopción de la nacionalidad presenta en Asturias algunas particularidades. La principal, que mientras que en el resto del país marcan una delantera muy clara los marroquís (nada menos que 374.428 originarios del vecino norteafricano se han nacionalizado españoles en los últimos once años, lo que se sitúa muy poco por debajo de los nacimientos de un año en todo el país), en Asturias los marroquís tienen por delante otros dos países de origen en el total del periodo y, mirando sólo a los resultados de 2023, aún bajan hasta el quinto puesto, superados por venezolanos, dominicananos, cubanos y colombianos.
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De hecho, si algo destaca en el caso de Asturias, un aspecto que comparte con Galicia, es que las nacionalizaciones de personas procedentes de Latinoamérica son porcentualmente más altas que en el resto del país, en parte debido a la especial vinculación de ambas regiones con la América española y portuguesa en los procesos de emigración desde España hacia lo que en su momento eran provincias del Reino al otro lado del océano. 12.905 de los 17.940 nacionalizados en Asturias en estos once años proceden de los países americanos situados al sur del río Bravo. De ellos, 1.120 son brasileños, y es llamativo que los dos países latinoamericanos con vinculaciones más intensas con Asturias, Argentina y México, no son, ni de lejos, los que registran más nacionalizaciones.
El caso de Venezuela
Las nacionalizaciones indican compromiso, queda dicho, pero también dan pistas interesantes sobre los movimientos migratorios. Un caso paradigmático es el de Venezuela, que en los últimos años ha registrado un incremento de las salidas de sus nacionales con destino a otros países. Y eso tiene su reflejo en la evolución de las nacionalizaciones de éstos en los países de destino. Así, en Asturias se nacionalizaron españoles 1.146 venezolanos en los últimos once años, sí, pero es que casi la mitad de ellos, 547, lo hicieron en 2023, mientras que en los años anteriores sólo el ejercicio de 2013 superó los 100 casos, con apenas 132.
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Este fenómeno no solo ocurrió en Asturias. A nivel estatal, en 2023 fueron 30.154 los ciudadanos procedentes de Venezuela que se nacionalizaron, mientras que en los diez años anteriores el mayor registro fue en 2022, con sólo 8.036 casos. Cierto es que en 2023, España concedió la nacionalidad a 242.342 extranjeros, el doble de los 121.891 que nacionalizó en 2022.
Pero a pesar de este aumento significativo en más de 100.000 concesiones respecto a 2022, las solicitudes apenas aumentaron en 20.000, pasando de 170.869 hace dos años a 194.753 durante el año pasado, lo que apunta a que las administraciones habrían dado un empujón a las tramitaciones pendientes. Hace falta gente, y en particular, hace falta que llegue en edad laboral.
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Y según las estadísticas que maneja la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), «más de la mitad de inmigraciones y emigraciones se producen entre los 20 y los 44 años». Y vienen con hijos, pues los menores de 20 años registran en Asturias el mayor saldo migratorio en términos relativos, pues los inmigrantes multiplican por 2,5 a los emigrantes. Estos grupos de edad son los únicos con más inmigrantes masculinos, en particular de entre 30 y 54 años, que mujeres, que tienden a emigrar y llegar a Asturias más jóvenes, entre los 20 y los 29. Esto implica que los movimientos migratorios conllevan, por un lado, la feminización y rejuvenecimiento de la población y, por otro, el incremento de la proporción de extranjeros.
2022, récord de llegadas
Todo lo anterior mantiene una relación directa con el saldo migratorio, que en Asturias tuvo su dato positivo más elevado ya cuantificado en 2022, cuando la región recibió 24.487 personas (11.020 de otras comunidades autónomas y 13.467 del extranjero), mientras que del Principado salieron 14.324 personas (9.986 hacia otras regiones y 4.338 hacia el extranjero), con lo que el saldo positivo de 2022, récord en el siglo XXI, fue de 10.163 vecinos más para el Principado. Y Sadei prevé que cuando a finales de este año se oficialicen las cifras correspondientes a 2023 se volverá a romper el récord positivo por unas mil personas más que en 2022.
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Por esta vía, Asturias ganó entre 2001 y 2011 casi 52.000 vecinos, con 2008 y 2009 como los mejores años. De 2012 y 2015 el saldo fue negativo, con una caída en esos cuatro años de 7.460 habitantes, con 2015 como el peor año, con un saldo negativo de 4.082 personas. De ahí en adelante el saldo siempre ha sido positivo (un acumulado desde 2016 a 2022 de 26.065 nuevos habitantes), al punto de que 2022 fue el primer año desde 2008 en que Asturias subió en población.
El ritmo de nacimientos hace prever un cuarto año seguido por debajo de los 4.800
Los correspondientes a la pandemia de la covid han sido años muy duros desde muchos puntos de vista, y no menos desde el de la demografía. Desde 2020, en cuyos últimos meses se percibió un notable descenso de la natalidad respecto a las cifras habituales, todos los años han acabado sumando menos de 4.800 nacimientos (4.771 en 2020; 4,785 en 2021; 4.744 en 2022, y el récord histórico negativo por el momento fue 2023, con apenas 4.552 nacimientos en una región en la que en 1976 nacieron 17.857 bebés, hoy cerca de la cincuentena).
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Y el ritmo de nacimientos del año en curso en la región prácticamente calca el de los cuatro anteriores. Si hasta el primero de mayo en 2020 habían nacido 1.637 niños y niñas (aún no se notaba el 'efecto covid'), en 2021 ya fueron 180 menos, 1.457; remontó un poco en 2022, con 1.543, y se volvió a desplomar en 2023 hasta los 1.439, la cifra más baja de acumulado hasta un primero de mayo. Las leyes de la estadística y de la sociología dictan que este tipo de fenómenos son muy difíciles de cambiar en su inercia, salvo que se introduzcan elementos disruptivos. El Gobierno regional ha activado una serie de ayudas a la natalidad que, por el momento, no están surtiendo ese efecto, y en el mismo periodo de 2024 los nacimientos siguen desplomados, en 1.470. Un 2,11% más que el año anterior, sí, pero aún así la tercer peor marca histórica en Asturias.
Y si difícil es romper la dinámica en los nacimientos, aún lo es más en las defunciones. Sólo un más que improbable éxodo de los mayores asturianos reduciría el nivel de mortalidad de una región que se sitúa como la más envejecida de España y en los puestos más altos del continente más envejecido, Europa.
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Hasta la vigésimosegunda semana de 2024, fueron 5.897 los asturianos que nos dijeron adiós para siempre. En el primer tercio del año, unos 1.000 decesos más que los nacimientos que se esperan para todo el ejercicio, repitiendo así la dinámica existente desde 2012, cuando se superaron por primera vez las 13.000 muertes en un año. Así las cosas, lo previsible es que el descabalgamiento entre fallecimientos y nacimientos depare de nuevo un saldo negativo de cerca de 9.000 personas al final de este año.
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