«No mostró ni un signo de arrepentimiento»
Yago Troncoso, acusado de diez delitos, incluida la muerte del guardia civil Dámaso Guillén, alega trastorno mental y exige en los calabozos ropa limpia y un zumo menos ácido
María Agra
Pravia
Miércoles, 5 de abril 2023, 03:47
El detenido por acabar con la vida de Dámaso Guillén ya se encuentra en el Centro Penitenciario de Asturias. Así lo dictó ayer la jueza sustituta que se encuentra estos días a cargo del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Pravia. De acuerdo con el Ministerio Fiscal en todos sus argumentos y calificación de delitos, la magistrada decretó un auto de prisión provisional, comunicada y sin fianza, para Yago Troncoso Labrador, el hombre de 27 años detenido por la agresión con un hacha a otro hombre y el atropello mortal del guardia civil en la localidad de Beifar (Pravia) el pasado sábado.
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La jueza motivó su auto de prisión en la reiteración delictiva, la falta de arraigo y la posible destrucción de pruebas. Al acusado se le atribuyen un total de diez delitos, siendo considerado presunto responsable de homicidio por imprudencia grave, homicidio en grado de tentativa, lesiones leves, atentado, conducción temeraria, hurto de uso de vehículo de motor, abandono del lugar del accidente y omisión del deber de socorro, conducción de vehículo a motor sin poseer permiso ni haberlo obtenido nunca y dos delitos de daños.
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«Ese día nos dijo que tenía un mal presentimiento»
Desde que se personó en el juzgado a las 9.54 horas -tras pasar tres días en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil en Oviedo-, el detenido mantuvo en todo momento una actitud altiva y chulesca. Durante la comparecencia se acogió a su derecho de no declarar y no reconoció ninguno de los delitos que se le atribuyen. No obstante, el abogado de la acusación particular, Carlos Hernández, afirmó que «existen indicios más que suficientes de la comisión de los mismos».
Tampoco mostró arrepentimiento en ningún momento. «Tiene una mirada perturbada, de mala persona, y creo que no es consciente de la gravedad de lo que ha hecho. No solo ha segado la vida de una persona, sino también la de su familia y amigos», apuntó Hernández. También desveló que, durante su estancia en calabozos, el detenido «exigía constantemente ropa limpia» y se dedicaba a tirar el zumo porque «estaba ácido».
Por su parte, la letrada defensora, Laura Moro -del turno de oficio-, se amparó de manera única y exclusivamente verbal al alegato de que su cliente padece un trastorno mental. «Si bien se podría alegar este caso en papeles, entendemos que no tendría cabida ninguna porque los propios agentes de la Guardia Civil, desde el minuto uno del atestado, indican y dejan recogido que el detenido era plenamente consciente de lo que estaba cometiendo y de los hechos que realizó en todo momento, con un relato breve y conciso de lo que hizo», detalló el abogado de la acusación.
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«No me gratifica nada»
Carlos Hernández era amigo íntimo del fallecido. «Para mí, estar aquí hoy (por ayer) me supone un trago bastante difícil por todos estos días que llevo tanto en el tanatorio como luego en la misa funeral. No he podido bajar a Bailén por estar aquí y ver la cara a este sinvergüenza», lamentó. Había estado con Dámaso Guillén en la mañana del mismo día que falleció.
Sobre su entrada en prisión, Hernández reconoció que «es un momento de alegría, pero conociendo como es el estado de prisión a mí no me gratifica nada. El resultado que yo hubiese querido habría sido otro. Gente así estorba en la sociedad» sentenció.
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