Contaminación al alza en el aire

En 2007 se contabilizaban en Langreo hasta 23 empresas contaminantes. Eran otros tiempos. Desde entonces, algunas de esas compañías han desaparecido arrastradas por la crisis económica, otras han visto descender de manera significativa su producción y se han reestructurado. Todo ello había contribuido a mejorar la calidad del aire en la comarca. Sin embargo, en los últimos meses se ha detectado un repunte en la contaminación atmosférica.

La semana pasada la Unión Europea daba un ultimátum al Gobierno español y le urgía a tomar medidas en varias áreas, entre ellas Gijón, donde se han registrados niveles excesivos de partículas suspendidas en el aire de un diámetro inferior a 10 micras. Esto ha reavivado un debate al que los vecinos de las Cuencas nunca han sido ajenos.

Las partículas en suspensión son un elemento habitual, por ejemplo, en los bares de Ciaño. Allí las mesas y las sillas que se colocan en el exterior no acostumbran a permanecer demasiado limpias mucho tiempo. «Aquí parece que hay cocinas de carbón encendidas y la gente se queja de que las mesas están sucias cuando hace media hora que las acabo de limpiar», se lamenta Roberto León, quien regenta desde hace un año un establecimiento en la carretera general, a pocos metros de la entrada de Química del Nalón, una de las empresas más problemáticas de la zona, en opinión de los vecinos.

La carboquímica langreana formaba parte de aquellas 23 entidades de 2007 y uno de los motivos por el que se había constituido una Plataforma contra la Contaminación del Valle del Nalón hace ahora ya una década.

Uno de sus miembros más activos, Ismael Garrido, denuncia que «los olores y las partículas son habituales». Y, remarca, no hay más que mirar a los tejados y a los suelos en la zona de Ciaño para comprobar el efecto de la actividad industrial en la zona. Un polvillo negro se acumula en todos los rincones y superficies, lo mismo en las cunetas que en los alféizares o en los techos y capós de los vehículos.

«Te pica la garganta»

«Yo aparco en la calle y el coche está siempre sucio», asegura al respecto el joven Adrián Fernández. Lo mismo le ocurre a sus vecinos o a los alumnos del instituto de La Quintana, un centro que linda con Química del Nalón. Desde allí se puede apreciar perfectamente ese polvillo que acaba posándose donde puede después de llegar flotando por el aire. «No sé explicarlo, pero hay veces que no ves nada y, sin embargo, te pica la garganta y tienes un carraspeo», asegura León.

En la citada plataforma van aún más allá y hablan de enfermedades como fibromialgia, daños en la glándula tiroidea o afecciones al sistema nervioso, aunque por ahora ningún médico ha corroborado que estas dolencias se deban, efectivamente, a las emisiones de Química del Nalón, de Bayer o de la térmica de Lada, las empresas más activas del área.

Los ecologistas llevan ya varios meses denunciando un deterioro de la calidad del aire, después de varios años de significativa mejora en estos parámetros.

La Coordinadora Ecologista de Asturias, liderada por Fructuoso Pontigo, ha detectado que en el último trimestre subieron los valores de dióxido de azufre en la estación de medición situada en Lada, mientras que en el trimestre anterior, el que va del mes de abril a junio, se habrían registrado, además, incrementos de óxido de nitrógeno en ese mismo punto de este territorio.

Pero Langreo no es una excepción dentro de las Cuencas. También Mieres, San Martín del Rey Aurelio o Morcín son víctimas de un aire que vuelve a estar más contaminado, con más partículas, más óxido de nitrógeno y más dióxido de azufre.

La Coordinadora Ecologista dio la voz de alarma a finales de octubre. Entonces hubo una semana negra en la que consideran que «era peligroso respirar en las Cuencas». El buen tiempo y la ausencia de lluvias fueron el detonante de que en la estación de Meriñán, en Langreo, se superasen las 250 microgramos por metro cúbico de partículas de menos de 10 micras, en Sama los 89, en Mieres los 83, en San Emiliano los 77 y en San Martín del Rey Aurelio los 67, cuando la Organización Mundial de la Salud establece un valor límite de 20 µg/m3 de promedio anual. Ese valor se superó de forma «alarmante» en esos días.

Los valores límite siguen superándose en algunos momentos. Según la Coordinadora Ecologista, todas las estaciones de las Cuencas (cinco de la red del Principado y otras siete propiedad de distintas empresas) superaron el valor de 20 µg/m3 para partículas PM10, especialmente en Mieres y Meriñán, mientras que el límite de óxido de nitrógeno, establecido en 40 µg/m3 se superó en Sama en 33 ocasiones y en Riaño en otras 13. Mieres ySama también registraron cifras de dióxido de azufre superiores a lo permitido 33 y 12 veces respectivamente.

La Coordinadora Ecologista pide a Principado y ayuntamientos que tomen medidas para «reducir la contaminación y prevenir y evitar afecciones a la salud de la población».

Es casi lo mismo que pide la Plataforma contra la Contaminación del Valle del Nalón, aunque ellos miran directamente hacia las empresas. «No pretendemos cerrar nada ni somos ecologistas explica Garrido. Solo queremos que se tomen las medidas adecuadas».

En los últimos años se han instalado algunos filtros que han reducido las emisiones a la atmósfera, pero Garrido cree que no todas las compañías han actuado de la misma manera ni eso ha sido suficiente. «A veces parece que llueve, pero no, es el polvillo que cae del cielo», cuenta Juan Manuel Calleja, otra víctima de la contaminación.

Comités de control

Ahora, el Gobierno del Principado, tras la regañina de la UniónEuropea, ha creado esta misma semana unos comités de coordinación y seguimiento para los planes de mejora de la calidad del aire en la zona central asturiana, que estarán encargados de proponer actuaciones de mejora, coordinar a los implicados en su desarrollo y evaluar el avance de las acciones que se desarrollen.

Ahí estarán representadas las administraciones afectadas, pero también las empresas y organizaciones vecinales.

Si estos órganos sirven para poner fin a un problema enquistado, o al menos para mitigarlo, aún está por ver.