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Trabajos del soterramiento de Langreo.

Soterramiento al ralentí en Langreo

Los «continuos parones» llevan a los vecinos a cuestionar que las obras acaben en 2017

María Gancedo

Martes, 10 de mayo 2016, 17:01

Pocos pudieron imaginarse, allá por noviembre de 2009, cuando comenzaron las obras para soterrar el trazado ferroviario a su paso por Langreo, que los trabajos todavía seguirían en marcha a día de hoy. Y que todavía seguirían notando las inconveniencias de tener la zona completamente abierta, con una cicatriz que está tardando demasiado en cerrarse. Ya se sabía desde el principio que soterrar los aproximadamente tres kilómetros de tendido férreo en Langreo no iba a ser tarea sencilla, pero tampoco era de prever que cuatro años después de la fecha inicialmente fijada para el final de los trabajos 2012 las obras seguirían en marcha. De hecho, se estima que están realizadas a algo más del 75%.

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En los últimos seis meses, además, al día entre obras se sumó el corte ferroviario estaciones las de Tuilla y Pola de Laviana para poder avanzar con los trabajos; un servicio que se ha suplido con autobuses durante este periodo.

Esta semana los trenes volverán a pasar en superficie, pero solo para llevar a cabo las pruebas que precederán a la recuperación del tráfico ferroviario; la Consejería de Infraestructuras aseguraba que todavía no tienen cerrada la fecha en la que volverán a pasar los trenes. Su sonido será un indicativo de que las obras avanzan. Aunque, eso sí, no tanto como les gustaría a los vecinos afectados por las mismas; muchos de ellos dudan de que se pueda dar el último plazo fijado por Infraestructuras, en el último trimestre de 2017, para acabar el túnel. Después, Adif tendría que encargarse de equiparlo, aunque no hay compromiso en firme de que vaya a ser así.

De momento, al menos, podrán volver a coger el tren. Algo que hará muy feliz a Vera González, de dos años y medio. «Todos los días nos pregunta por él», explica su madre, la felguerina Liliana Antolínez, quien duda incluso de que las obras vayan a acabarse algún día.

«Vivimos en Langreo Centro desde hace nueve años, así que estamos viviendo día a día la evolución del trabajo y la verdad es que tenemos ganas de verlo terminado, pero me parece que el final de las obras no lo verá ni Vera», dijo Antolínez, quien justificó así su respuesta: «Ha habido parones constantemente a lo largo de estos años y seguro que cuando estén a punto de terminar las obras se quedan sin fondos y no se puede seguir».

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Su marido, José Antonio González, piensa exactamente igual. «Da la sensación de que lo están haciendo todo a la carrera. Tienen unos horarios muy raros, trabajan los sábados y los domingos, a veces hasta muy tarde y esto parece un campo de fútbol a causa de los focos que utilizan. Se comenta incluso que han puesto la capa superior sin hacer el agujero subterráneo», apunta este samense.

Ocho años viviendo en La Felguera son los que lleva Vanesa Martínez, quien coincide con este matrimonio langreano. «Parece que están a punto de acabar, luego paran y retoman donde lo dejaron. No sé si terminarán en 2017».

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Todavía se acuerda de cuando comenzaron las obras, con un zumbido continuo de las taladradoras. «Los ruidos eran horribles y lo peor es que trabajaban incluso de noche». Eso sí, a pesar de su proximidad a las obras, reside en la calle La Unión, los ruidos no fueron un problema para el descanso de sus tres hijos. «Ellos dormían igualmente a pierna suelta. A nosotros nos costaba algo más, pero a todo te acostumbras», aseguró esta langreana madre de tres niños.

La cicatriz ferroviaria que divide Langreo en dos y que se extiende a lo largo de los tres kilómetros que unen la estación de Los Llerones con La Vega sigue abierta y estas dos familias no son las únicas que cuestionan que las obras puedan finalizar en 2917.

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«Esto no se acabará nunca». Son palabras de José María Cepedal, quien ha vivido en su casa del barrio del Marqués de Urquijo las consecuencias del soterramiento. «Tengo una grieta en todo el techo del salón provocada por las obras».

Además se lamentó del ruido, puesto que «a veces comienzan antes de las ocho de la mañana», y del polvo que «en días de viento entra en las casas y se acumula sobre los coches». También habla de caos circulatorio. «Por las mañanas viene un camión con agua que lo único que hace es embarrar toda la zona haciendo que los coches patinen», comenta Cepedal.

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De la situación del tráfico también se quejó Juan García, nacido en Les Pieces y vecino de El Pontico desde hace 62 años. Si bien su casa está algo más alejada del trasiego de la maquinaria y del polvo, reconoce que las obras de soterramiento le han afectado igualmente. «Desde que nos cerraron el paso a nivel en el barrio tengo que rodear por Ciaño para ir a La Felguera porque tardo mucho menos», explicó.

Aún así considera que la obra es necesaria. «Antes teníamos cinco pasos a nivel, lo que suponía una situación de peligro constante», indicó, siendo el de El Pontico uno de los más conflictivos. Considera que las condiciones de vida en la localidad van a mejorar a todos los niveles y aunque le encantaría pasear por la nueva avenida, el fin de las obras se presenta muy incierto y lejano. «No creo que llegue a verlo terminado».

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En la misma línea se expresó Jose da Silva. «Prometer se promete mucho. Dicen que para dentro de un año estará terminado y lo cierto es que en los últimos meses han avanzado mucho, pero no podemos fiarnos», aseguró Da Silva, quien desde hace quince años regenta un bar en la planta baja de su casa situada a pie de carretera y de obra en la zona de El Puente (a 1,5 kilómetros de la nueva estación).

«Lo que más nos ha perjudicado es el cierre del paso a nivel, que teníamos aquí al lado. Ahora pasan más coches, pero paran menos», aseguró este hostelero lagreano.

Sobre los ruidos y el polvo se mostró comprensivo. «No nos podemos quejar. Son los normales de una obra de este tipo, van implícitos en el trabajo. Si los hay es que las labores están avanzando y eso es lo que necesitamos, que se terminen lo antes posible», planteó.

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«Si después de soterrar las vías dejan la zona como dicen, transformada en un gran bulevar con árboles, jardines y un carril-bici, la espera habrá merecido la pena», defendió.

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