Hasta un año de tratamiento para recuperarse «en todas las facetas de su vida»
Es una unidad sanitaria y, como tal, se centra en su objetivo asistencial, en la valoración, diagnóstico e intervención, en la recuperación de la salud, en este caso mental, de las mujeres. Pero una víctima de violencia de género tiene muchas más facetas que reconstruir. Toda una vida, en realidad. Por eso, uno de los pilares de la Unidad de Atención Psicosocial a la Mujer es el trabajo en equipo y la coordinación con todos los servicios, profesionales y administraciones que deben intervenir en esa reconstrucción. No en vano, la unidad nació de un convenio entre el Sespa y el Instituto Asturiano de la Mujer.
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En la unidad solo hay psicólogas clínicas, no hay médicos, ni psiquiatras, ni enfermeros, ni trabajadores sociales... pero con todos ellos están acostumbrados a trabajar. Con una coordinación en la que es básico evitar la «revictimización» de las mujeres, es decir, «que no tengan que volver a explicar una y otra vez su caso». Entre todos abordan «la recuperación integral de la mujer», porque hay que reparar los daños psicológicos de la violencia de género, pero también su vida «social y laboral». Hay que acabar con el «aislamiento social y familiar», hay que «empoderar» a la mujer.
«No perder el vínculo»
Pero también hay que aceptar que, «en algunos casos, nos toca acompañar a quienes no van a separarse. A mujeres de más de 70 años que no van a abandonar la relación». Aunque la mayoría de quienes llegan al servicio han logrado salir de la relación violenta, no siempre es así. «Pero no podemos presionar porque no podemos perder el vínculo con ellas».
La experiencia le dice a María Fernández que las mujeres están en el servicio aproximadamente un año, aunque las hay que a los seis meses pueden ser dadas de alta. Otras necesitarán acompañamiento toda su vida.
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Sea como fuere, «las mujeres están my contentas con el programa», dice la psicóloga clínica. «¡Son tan agradecidas. Porque les damos un espacio. Porque quizás aquí es la primera vez que hablan de los abusos que sufrieron. Porque han pasado por situaciones en las que las han juzgado, no las han creído...»
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Hay otras dos cuestiones que María Fernández destaca. La primera, la especial atención que hay que tener hacia los menores, hijos que viven en estas situaciones en las que pueden estar desprotegidos. Y, la segunda, es una llamada de atención: «Olviden los perfiles».
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