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Rubén Oliveira Rubia, el ovetense que vivía en una tienda de campaña a la espera de una vivienda para poder recuperar a sus hijos. JUAN CARLOS ROMÁN

Fallece el ovetense que fue a Gijón para estar cerca de sus hijos pese a tener que vivir en la calle

Rubén Oliveira Rubia participó en un reportaje de EL COMERCIO sobre personas sin hogar y murió sin lograr la vivienda que solicitaba

Chelo Tuya

Gijón

Jueves, 6 de junio 2024, 02:00

«¿Cómo veo el futuro? Teniendo mi vivienda, a mis hijos, mi lavadora, mi microondas, mis camas, las llaves de mi piso. Ese es el futuro que yo quiero. Pero eso no va a llegar». Las palabras que pronunció en noviembre pasado Rubén Oliveira Rubia resultan tan tristes como proféticas. Esta semana apareció muerto en su habitación. Pero no en la de la vivienda que reclamaba para poder recuperar a sus hijos. Esa no la logró.

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Su cuerpo sin vida fue encontrado en la habitación de un piso compartido al que pudo acceder tras participar en un reportaje de EL COMERCIO sobre las personas sin hogar. En aquel momento, optó por mantener sus apellidos ocultos, para proteger a sus hijos, tutelados por el Principado. Pero, como en la lápida que sellará su vida, en este adiós Rubén recupera su nombre completo. Sus Oliveira Rubia, los apellidos con los que figura en los listados de solicitud de salario social, de valoración de su discapacidad y, sobre todo, en los listados de personas a la espera de una vivienda social.

No llegó a soplar las velas de los 46 años que le cayeron el pasado martes. Pero no fue lo único a lo que no llegó. Tampoco vio cumplido su sueño de recuperar a sus hijos, cuya tutela perdió con un mal divorcio y que no pudo recuperar por carecer de vivienda. Como una burla cruel, vivía él en la calle, precisamente, para estar cerca de sus hijos.

Rubén no vio cumplido su sueño de recuperar a sus hijos, cuya tutela perdió por carecer de vivienda

Su historia la contó él mismo durante los meses de acompañamiento que supuso el reportaje realizado por el decano de la prensa asturiana. Con Rubén Oliveira Rubia estuvo, habló, fotografío, rió y, también, lloró este periódico desde julio a noviembre de 2023. En un lazo que ya solo rompió la muerte.

Durante ese tiempo, la historia que contaba Rubén era dura. Tras un accidente laboral, uno de sus pulmones quedó seriamente afectado. Pensionado, vivía en un piso compartido en Oviedo. Sus hijos fueron tutelados por el Principado y residen en Gijón.

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Y a Gijón venía cada domingo Rubén Oliveira Rubia para verles. Hasta que la covid que todo lo paró hizo imposible el paso libre entre ciudades. Y Rubén no se lo pensó. Dejó el piso de Oviedo y se vino a Gijón, donde con su pensión de menos de 500 euros no encontró quién le alquilara, ni siquiera, una habitación. La fianza que piden para ello las dejó fuera de su alcance.

Así que, recuperando su buen hacer de albañil, se montó una casa alternativa en las vías abandonadas de la ciudad. Una tienda de campaña a la que dotó de suelo antihumedad, protección del viento e, incluso, macetas, como si de un jardín se tratara. Todo para no perderse un domingo con sus hijos.

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Siempre en movimiento

Desde su llegada a Gijón, se inscribió en la Empresa Municipal de la Vivienda como demandante de vivienda social. Mar de Niebla era su contacto permanente con la vida, con la Administración, con todo.

En el reportaje, Rubén Oliveira Rubia dejó claro que su único objetivo era «lograr una vivienda para recuperar a mis hijos», mientras peleaba también una mejora de su pensión, ya que su discapacidad creía él, y su médico, era superior a la que le adjudicó la Seguridad Social.

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Mientras, Rubén Oliveira Rubia no paraba. Cada día hacía recados para muchos en el centro de la ciudad. de algunos recibía algo de dinero, de otros, comida... Había quien le lavaba la ropa, ya que siempre iba impoluto. Caminar junto a él era ir contestando a cada paso: «¡Hola, Rubén!», «¡qué bien te veo Rubén!».

Ahora, sin cumplir los 46, ni el artículo 47, el del derecho a la vivienda, de la Constitución con la que compartía edad, Oliveira Rubia, Rubén desaparecerá del listado de demandantes de vivienda. Pero no lo hará, como se esperaba, por haberla logrado. El fin soñado para el reportaje era contar su primer día en una casa con sus hijos. Jamás lo fue contar su muerte.

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