Un hombre de 52 años conduce en sentido contrario 30 kilómetros por la A-8

Un hombre de Lugo de 52 años condujo treinta kilómetros en dirección contraria por la autovía del Cantábrico entre Ribadeo y Navia en la madrugada del pasado domingo. Afortunadamente, no provocó daños a ningún otro conductor. Tampoco materiales. De hecho, todo apunta a que esta persona no condujo en sentido contrario de manera voluntaria, sino que todo habría empezado por una equivocación.

Según las primeras investigaciones, la Guardia Civil considera que el que este hombre acabara en la A-8 en sentido contrario se debió a un despiste a la hora de incorporarse a esta vía en la rotonda de Ribadeo. Es más, los agentes encargados de la investigación sospechan que en ningún momento este hombre fue consciente de su error y de que estaba conduciendo como un kamikaze.

Una patrulla de la Guardia Civil de Tapia se dio cuenta de lo que sucedía y dio la voz de alarma. Fue otra patrulla la que finalmente lo interceptó antes de que se dispusiese a cruzar el viaducto de Navia.

Le dieron el alto y lo desviaron por la salida de Jarrio (en el municipio de Coaña), donde le realizaron un test de alcohol y drogas que resultó negativo. Los agentes le tomaron los datos y abrieron diligencias bajo la acusación de haber cometido un delito contra la seguridad vial.

Como señala el atestado de la Guardia Civil, el hombre, que conducía un Renault Laguna, no circulaba a una velocidad excesiva, ya que mantuvo una velocidad media de entre 100 y 120 kilómetros por hora. El suceso tuvo lugar en torno a las cuatro de la madrugada del pasado domingo, una hora que se cree contribuyó a que no se cruzara con otros vehículos. La Guardia Civil no tiene constancia de que se registraran avisos alertando de la presencia de un kamikaze.

El pasado noviembre, un varón de avanzada edad chocó contra cuatro turismos al incorporarse a la autovía minera (AS-I) en Gijón en sentido contrario, provocando solo daños materiales. Al percatarse de lo ocurrido, el kamikaze se dio a la fuga.

Sí fue consciente de lo que hacía el valdesano Juan Manuel Fernández, quien falleció el pasado julio en una colisión múltiple que él mismo provocó en la A-8, en Serín. Circulaba a 200 kilómetros por hora y en dirección opuesta desde que había accedido a la vía en el túnel de Ribó.