Dos décadas de avances y retos aún pendientes

Veinte años se cumplen hoy de la declaración del Parque Nacional de los Picos de Europa por parte de las Cortes Generales, un hecho relevante que daba continuidad a la fundación de este espacio protegido bajo el nombre de la Montaña de Covadonga que tuvo lugar el 24 de julio de 1918 gracias al impulso de Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa y un enamorado de ese paraje.

Dos décadas en las que se han conseguido muchos logros, pero que también han dejado cosas pendientes por realizar de cara al futuro. Estos 20 años se pueden dividir en diferentes etapas. De aquellos primeros ejercicios queda el recuerdo de las disputas entre políticos.

El parque era utilizado como arma arrojadiza por los representantes de los dos partidos mayoritarios, algo que, en menor medida, sigue sucediendo a día de hoy, aunque quizás con menos virulencia que entonces.

En este tiempo muchas cosas han cambiado en los Picos. Entre las últimas novedades está la de la ampliación de este espacio protegido en terrenos de las dos Peñamelleras hasta alcanzar una superficie de 67.127 hectáreas repartidas en tres comunidades autónomas distintas. Una ampliación que ha acarreado cerca de diez años de espera y que ha supuesto que Peñamellera Baja aporte más terreno del que tenía inicialmente reconocido, y que su vecina la Alta se incorpore al Parque.

Carreteras y pistas

A nivel de infraestructuras la situación en el espacio protegido también es distinta a la de 1995. No solo se han ido mejorando paulatinamente las carreteras o construcción de pistas y elementos ganaderos, además de aparcamientos como el de Buferrera en los Lagos de Covadonga, también se han llevado a cabo grandes proyectos en este sentido como es el del funicular de Bulnes, el único medio de transporte que da acceso a esta aldea cabraliega situada en el corazón de los Picos de Europa.

Precisamente las personas que viven en dentro de este paraje, así como en su área de influencia, también han constatado un cambio en estos 20 años. Pese a las restricciones que soportan por vivir en un parque nacional han visto como sus pueblos han mejorado. Hay más negocios, mejores calles y cada año son decenas de miles las personas que se acercan a conocerlos. En este sentido también han jugado un factor importante las ayudas a las áreas de influencia, iniciada en el 2000 y que este 2015 van a ser recuperadas por el ministerio después de dos ejercicios en suspenso como consecuencia de la crisis económica.

A nivel administrativo también ha habido importantes avances en estas dos décadas. Uno de los más relevantes es que desde el 2010 la competencia sobre el Parque Nacional recae sobre cada una de las tres comunidades autónomas que lo integran, cumpliendo así una sentencia del Tribunal Constitucional. Este proceso ha sido largo y ha durado varios años, como también ha sucedido con la integración de los trabajadores del Parque. Los últimos en lograr este reconocimiento han sido los 44 de la vertiente asturiana que desde el pasado abril ya gozan de las mismas condiciones laborales y retributivas que el resto de empleados del Principado.

Uno de los aspectos que les quedan pendientes al Parque Nacional de los Picos de Europa es elaborar un Plan Rector de Uso y Gestión, ya que el anterior fue anulado por el Tribunal Supremo. Según explica el director de la vertiente asturiana del parque nacional, Rodrigo Suárez Robledano, este documento ahora lleva el nombre de Instrumento de Gestión Integrada, y los trabajos de redacción están ya en su última fase a la espera de que el texto salga a exposición pública para que la sociedad pueda participar en él presentado las alegaciones que estime oportunas.

Quebrantahuesos y urogallo

Pero si por algo destaca los Picos de Europa es por su importancia medioambiental. En el parque nacional habitan especies emblemáticas como el rebeco o el lobo, además de otras muchas de mamíferos, anfibios, insectos y flora.

Y no hay que olvidar los programas de reintroducción existentes en la actualidad como son el del quebrantahuesos o el del urogallo, dos especies emblemáticas que se espera que vuelvan a habitar en los Picos de Europa con estas iniciativas.