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Niembro llora a Rosa Carrera, una mujer «risueña y cercana»
«Era la más cariñosa y alegre», rememora su marido, Juan Antonio Rodríguez, tras un funeral al que acudieron decenas de personas
«Era la mujer más cariñosa y alegre y la gente la quería muchísimo». Con estas palabras recordaba ayer Juan Antonio Rodríguez a su mujer, la llanisca Rosa María Carrera Pérez, quien falleció el domingo tras sufrir un accidente en la finca que la familia posee en Niembro. Hasta la iglesia de Barro se desplazaron decenas de personas para arropar a la familia y dar el último adiós a la heredera de los fundadores del conocido hotel Kaype. Entre los asistentes se encontraba el empresario asturmexicano Juan Antonio Pérez Simón, cuñado de la fallecida.
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Aunque su residencia habitual estaba en Oviedo, Rosa María solía aprovechar cualquier excusa para regresar a Llanes y llevaba a mucha honra su procedencia, tal y como rememoraba ayer su viudo. «Siempre presumía de ser 'cambrina', que es como se conoce a la gente de Niembro», recalcó.
Precisamente fue durante una de estas visitas, el pasado domingo, mientras daba un paseo junto a sus hermanas, cuando la mujer sufrió una importante caída que terminó causándole la muerte. «Su pérdida es un auténtico drama para una familia que siempre mantuvo una relación estrechísima entre todos sus miembros», reconocía el exdiputado socialista José Manuel González, cuñado de Rosa María Carrera. Y la recordaba como una mujer «risueña, divertida y muy cercana, que cada vez que venía a Niembro pasaba a saludar a todo el mundo y por eso era también muy apreciada».
Algo que confirmaban los sobrinos de la finada, con quienes siempre mantuvo una relación especial. «Todos la llamábamos 'Mai', siempre estaba con nosotros, la queríamos muchísimo», acertaban a decir, entre lágrimas. «Es cierto, siempre tuvo un don especial con los niños», ratificó José Manuel González.
También a la cercanía y el carácter cariñoso que quienes la conocieron atribuyen a Rosa María Carrera hizo referencia durante su homilía el párroco Aurelio Burgos, encargado de celebrar el funeral junto al sacerdote de confianza de la familia, Domingo González. «Es difícil encontrar palabras para sus familiares y amigos, pero ella siempre estará presente en el amor de sus corazones», señaló, e instó a guardar con cariño «el amor compartido con ella durante todos estos años». Tras la ceremonia las cenizas de la fallecida fueron depositadas en el cementerio de Barro.
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