San Antonio desata la euforia en Cangas de Onís

Marcada por intensos aguaceros que metían el corazón en un puño al vecindario amaneció la mañana de San Antonio en Cangas de Onís. Pero, antes de que finalizara la eucaristía, se habían cerrado las torrenteras del cielo y pudo salir la concurrida procesión para festejar a San Antonio.

La jornada comenzó con una misa en la iglesia concelebrada por cuatro sacerdotes: Pablo Gato, Diego Macías, Luis Álvarez y Pedro Fernández. El templo se encontraba abarrotado por centenares de devotos y el coro Peñasanta-Ramón Prada, dirigido por Roberto Norniella y acompañado al órgano por Fernando Álvarez, interpretó la misa pontifical de Lorenzo Perosi. Superada la una de la tarde daba comienzo la procesión que recorrió las avenidas de Covadonga y Castilla, la calle San Pelayo y la Carreterona. Como viene siendo habitual, abría la marcha Jaime Fernández en el traslado de una valiosa cruz de plata. Tras él aparecía la banda de gaitas Ciudad de Cangas de Onís y seis vistosos ramos repletos de pan artesanal.

Sólida, inquebrantable, es la fe canguesa en San Antonio. Una de las pirámides de pan iba ofrecida a la salud de Carla Álvarez por parte de sus amigas Andrea Sánchez, María de la Cruz, Paloma Caso, Ana González, Liliana Cue, Lara de Diego, Marta Chaso, Cristina Trespando, Irene García y el galán José Antonio Alonso. No faltó el voluminoso ramo de la calle San Pelayo, confeccionado con hojas de roble y hortensias y gestionado por Celso Fernández, quien se acompañaba de Luis Miguel Torazo, José María Cofiño, Alberto Aranda, David García, Juan Higuera, y los hermanos José Luis e Isaac García.

Por ambos flancos de la vía pública marchaban más de medio millar de niñas y mozas tañendo sus panderetas al ritmo de tres tambores en manos de Carlota Martínez y las hermanas Isabel y María Blanco. A su vera caminaban la reina de la fiesta, Alba Redondo, y sus damas de honor, Marta Liaño y Lola Fernández.

De la comitiva sacra formaban parte las andas con la imagen del santo en cuyo traslado se fueron turnando una decena de voluntarios costaleros. Cerraban el cortejo los cuatro sacerdotes; el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González; y varios concejales y mandos locales de la Guardia Civil. Una vez entronizada la imagen del santo en su capilla, fueron numerosos los fieles que se aproximaron a tocar a San Antonio y lanzarle una mira de complicidad portadora de alguna petición con el respaldo de futuras promesas para este año.

En la explanada previa a la capilla la Asociación Folclórica Picos de Europa, dirigida por Javier Torroba y gestionada por César Ordóñez, deleitó a la concurrencia con la interpretación de jotas, muñeiras y saltones. El riosellano Álvaro Cueto acompañó a la gaita, mientras que el llanisco Daniel Ríos manejaba los palillos del tambor.

Desde el pórtico de la capilla se subastaron los panes de los ramos y varias ofrendas: quesos, huevos, botellas de vino y conservas. Y en un prau cercano se procedió a la quema del Xigante, un monigote al que la pirotecnia Pibierzo le había acoplado cuatro giratorios y nueve petardos.

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