La Policía cree que el arsenal incautado en Siero era para robar a otros narcos
Había granadas, lanzacohetes y fusiles, pero también parches y vestimenta policial, un material «idóneo para cometer 'vuelcos'»
Nuevos detalles de la operación 'Espeto', uno de los principales golpes policiales contra la droga. El 28 de octubre pasado Carlos García Morales, alias 'El Matador', entró en la nave número 6 del polígono de Naón (Siero). Viejo conocido de la policía, había desaparecido del radar de los investigadores después de que en 2011 fuera arrestado en Medellín para cumplir condena por narcotráfico. A las 12 del mediodía del 28 de octubre iba en autocaravana, vehículo que por sus condiciones de domicilio no puede ser registrado sin orden judicial, algo conveniente para sus intenciones. Por delante en otro coche tenía a E. I. L., uno de sus socios, vigilando que no hubiera uniformados en la ruta.
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Venían desde Galicia convencidos de que en esa nave encontrarían 600 kilos de cocaína que creían haber comprado y hecho traer en barco. No saben que durante meses han tenido agentes siguiéndoles de cerca, sentándose en las mesas cercanas en los restaurantes que frecuentaban, fotografiándolos e identificando a cada persona que acudía a sus reuniones. Entrar en esa nave de Siero supone morder un anzuelo que ha sido convenientemente colocado para ello.
Su idea era recoger la cocaína y distribuirla, pero tanto entre la banda colombiana que les proveía como entre los supuestos delincuentes que han reclutado para el traslado hay agentes infiltrados. Llevan tiempo jugando con las cartas marcadas que les ha dado la policía colombiana, la Unidad de drogas y crimen organizado central (Udyco) de la Policía Nacional y la estadounidense Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés), tres cuerpos que mostraron cooperación y buen hacer.
Los detenidos niegan tener relación con las armas y piden identificar a quienes se las dieron a los agentes encubiertos
Los narcos sacaron de Colombia en barco 600 kilos del polvo blanco, pero a 300 millas náuticas al Este de Barbados cayeron en la trampa. Entregaron la mercancía a la tripulación de un yate de lujo convencidos de que la llevarían disimuladamente hasta España. En realidad el yate lo que tenía era agentes estadounidenses encubiertos que trasladaron el alijo a Puerto Rico.
Parte de la droga se puso a disposición de la Policía Nacional para hacer una entrega controlada en España con la que pillar con las manos en la masa a los compradores. El 8 de octubre aterrizó en Madrid en avión comercial desde Puerto Rico. En la bodega y bajo custodia policial había un contenedor con ocho precintos, y en su interior 600 paquetes de coca. Ese es el material que se coloca en el polígono asturiano a la espera de que llegue el 'El Matador' y meta las bolas en su caravana.
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El salto cualitativo estriba en lo que también apareció en la nave. Los agentes lo describen como «un arsenal de guerra, pues se trata de armas automáticas, piezas desmontadas de las mismas, lanzacohetes o incluso artefactos explosivos». Hay siete armas largas, una corta, diez silenciadores, una caja con granadas y detonadores, 23 cargadores con munición de diverso calibre y seis cajas con cartuchería variada. Se ocupan también 36 botes de spray, dos lanzadestellos, dos rompelunas, chalecos antibalas, un bigote postizo, cuatro divisas con el escudo de España, parques de distintos cuerpos policiales y distintivos.
«Estamos ante un arsenal extraordinario de armas: algo impensable en España hasta ahora», dijo el jefe dela Brigada de Estupefacientes, Antonio Martínez Duarte. Sus hombres reflejan en un atestado «su idoneidad para cometer lo que en el ámbito del narcotráfico se conoce como 'vuelcos', es decir, robos de droga a otros narcotraficantes».
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Asaltos que no se denuncian
«Son delitos directamente conectados con tipos delictivos de tráfico de drogas, robo con violencia, secuestros, lesiones, delitos contra la vida...Sin embargo son delitos que no afloran a la luz, pues las víctimas de son narcotraficantes que prefieren resolver la situación por otra vía que no es legal», explican. «Los pasamontañas, los dispositivos luminosos similares a los utilizados por los vehículos oficiales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la vestimenta policial o los parches son elementos indiciarios de las intenciones criminales de los detenidos», anotan.
Los cuatro detenidos están siendo defendidos por el Vox Legis Abogados, que niega cualquier relación de sus clientes con el arsenal y solicita la nulidad de las actuaciones respecto a la entrega controlada de las armas.
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Según el relato de hechos que hace el despacho que dirige el asturiano Francisco Miranda, durante meses de investigación los agentes reunieron indicios relacionados con la droga, sin recabar comentario alguno de las armas. Cuatro días antes de las detenciones es cuando 'Sar', un agente encubierto en la organización de 'El Matador' recibe un mensaje a través de la aplicación Signal, de un tal 'Gustavo', que le pide que mande a Málaga a alguien de su confianza a recoger «unos juguetes». 'Abedul', otro agente infiltrado, se encarga de esa parte; acude al lugar acordado y 'Barbas', un hombre sin identificar, le da las llaves de un coche. Dentro estaba el arsenal que aparecerá en la nave de Siero.
La defensa sostiene que la entrega controlada de las armas requería de una autorización adicional de la Fiscalía, y pide identificar a 'Gustavo' y al 'Barbas', los que aportaron las armas en este caso.
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