Una fiesta de Les Comadres contra el virus

Hace tiempo que Les Comadres no es una fiesta exclusiva de mujeres en la Pola; hace tiempo que las tradiciones cambiaron; pero el objetivo de la celebración siempre ha permanecido invariable: comadrear entre amigos, alrededor de una mesa, y música de fondo.

El año pasado, el buen tiempo regaló a la Pola uno de los mejores jueves de Comadres. La pandemia no se había instalado aún. Este 2021, todo será diferente, una celebración ante todo casera, reducida, con el cierre de la hostelería a las ocho de la tarde, y con actividades 'online' impulsadas por la Sociedad de Festejos. Ha organizado dos concursos de fotografías y vídeos y de recetas virtuales de las viandas típicas de este día.

Ayer, el buen tiempo animó a comadrear en las terrazas con antelación. Pero el jueves de comadres es hoy. Los bares obsequiarán a sus clientes los típicos bollos de manteca y chorizo. Los restaurantes, por su parte, ofrecen menús para enviar a domicilio. Es el caso de Borja Alcázar, propietario del Abrelatas: «Repartimos a domicilio una caja de vermú para dos con el menú típico de Comadres». Llevará bollo, huevos cocidos, tortilla de patata y de sardina salona, ensaladilla, empanada, postre y bebida. «Tengo unas cincuenta pedidas», contabiliza Alcázar, quien no olvida la multitudinaria espicha que celebró el año pasado. «Llenamos el aforo», rememora orgulloso. Este año toca reinventarse.

«Nosotros nos quedamos en casa, no creo que hagamos nada, normalmente me reunía con mis amigas para cenar después del trabajo, pero muchas están confinadas en Oviedo o Gijón y con las restricciones preferimos no hacer nada por precaución». Josefina Parada se muestra cauta, igual que Felipe Herrero, quien se resigna: «Ya habrá más años», confió ayer.

Otros se niegan a dejar morir el espíritu de la festividad. Alberto Ramos y Susana Menéndez comadrearon ya ayer, adelantando la cita por si el tiempo hoy falla, con sidra y bollo en la terraza de Los Portales de Jaminón. Su propietaria, que hoy ofrecerá empanada y sus propios horneados, prescindirá de las tortillas. «Normalmente las hago por encargo pero para mañana no tengo ninguna. Solo me han reservado cuatro mesas por miedo a la lluvia», lamentó Rosana García Gutiérrez.

«¡Nos han traído un bollo!», se animaban los hermanos Riestra, camareros en el bar La Flaca. Hoy serán ellos los que pongan sobre la mesa el piscolabis. Lo que no harán, al igual que su vecino hostelero Alberto Díaz, será realizar un pedido extra de bebidas para el negocio: «Es un riesgo, si llueve no habrá gente y en nuestro caso no podemos reservar mesas».