Los primeros restos humanos afloran en La Garba
Las familias de las víctimas acudirán hoy a la fosa moscona, en el prau Canto la piedra, para realizar las pruebas de ADN
M. RIVERO
LA GARBA (GRADO).
Miércoles, 10 de agosto 2022, 01:25
«Creemos que hemos encontrado lo que veníamos buscando». Ayer, menos de 48 horas después de que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) comenzase la excavación de una trinchera convertida en fosa común en La Garba, Grado, aparecían los primeros restos humanos y algunos objetos que recordaban que el prau Canto la Piedra había sido escenario de otro cruel episodio durante la represión.
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«Todavía es pronto para decir cuántas personas son, se solapan restos, que están muy removidos», avanzaba David Fernández, miembro del equipo. Tras el hallazgo de los nueve casquillos de bala de nueve milímetros -concretamente utilizados por fusiles Máuser procedentes de la Fábrica Nacional de Toledo y fechados entre 1932 y 1935- y la bota que dieron pie a los trabajos en la zona, los «pequeños objetos» encontrados junto a algunos restos óseos dan esperanza a los familiares de las víctimas, que hoy están citados en el lugar de la excavación al mediodía para realizar las pruebas de ADN pertinentes.
La previsión es que puedan exhumarse, por lo menos, cinco cuerpos aunque la asociación no descarta poder encontrar otros tres más. Uno de ellos es José Arias de la Roza, un labrador y militante de la Agrupación Socialista de Grado de 43 años natural de Villaizo. Su hija Amparo, todavía viva, acudió en primavera a El Rellán y aseguró que su padre se encontraba en La Garba. Fue la chispa que prendió la mecha. A partir de ahí ARMH identificó a otras cuatro personas.
Otros dos formaban matrimonio, eran María Concepción García Álvarez y Enrique Rodríguez Siñeriz, vecinos de Vigaña, al igual que Arias de la Roza y su mujer, de quienes eran vecinos y amigos. Tenían tres hijos.
Se suma a estos Jovino González Fernández, de Rubiano, militante de relevancia en organizaciones de izquierdas tras emigrar a Cuba y asesinado a su regreso a Asturias, donde se afilió al PSOE. Llegó al grado de alférez del ejército republicano y al finalizar la guerra recibió el aviso de que iba a ser detenido. Sus captores dieron con él cuando trataba de esconderse en casa de un amigo.
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Estos cuatro asesinatos datan del 28 de febrero de 1938. La quinta víctima, Erundina González López, fue la última en morir a manos de los franquistas. Casada y madre de dos hijos, fue detenida en su negocio a raíz de la denuncia de un vecino. Allí le dijeron que sería trasladada a Grado para tomarle declaración pero sus ejecutores se desviaron a La Garba, donde fue asesinada el 7 de enero de 1939.
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